Searching for Sugar Man

searching_for_sugar_man-205022172-largeSearching for Sugar Man (Searching for Sugar Man, 2012) de Malik Bendjelloul, seguramente ha sido uno de los grandes documentales creadores de mitos de los últimos años. Premiado en la ceremonia de los Oscar, dio relevancia mundial a la historia de Sixto Rodríguez, músico estadounidense de origen mexicano que sacó dos discos a principio de los 70 sin éxito alguno, pero que por azares del destino fueron éxitos enormes de ventas en la Sudáfrica del apartheid… y en algún país más.

La historia de Rodríguez  podría ser análoga a la de la Cenicienta. En este caso no hay zapato de cristal, sino una guitarra y una afilada pluma con la que Rodríguez disecciona su mundo en unas canciones con encanto que, incomprensiblemente, nunca tuvieron el más mínimo éxito en su país. Sin embargo, misteriosamente una copia de sus álbumes llega a Sudáfrica y comienza a pasarse de mano en mano, y copiarse, hasta convertirse en una especie de mito que, en palabras de la gente de allí, le hace más famoso en Sudáfrica que Elvis Presley. No sólo famoso, sino que también resulta inspirador para el movimiento anti-apartheid, o al menos eso nos aseguran algunos protagonistas, con la misma vehemencia con la que aseguran que se debieron de vender como medio millón de copias de los discos de Rodríguez.

Como mito que se precie, también se crean historias rocambolescas sobre su supuesta muerte, hasta que alguien se propone encontrar el rastro de Rodríguez para resolver el misterio de su muerte… y resulta que el mayor misterio es que sigue vivo, en Detroit. Una concienzuda investigación sobre las letras llevada durante meses, aunque ojo porque sólo hay 25 canciones publicadas así que mucho empeño no parece que le pusieran, y el rastreo del pago de royalties por parte de las tres discográficas que editaron los discos en Sudáfrica, les llevan sobre la pista de Sussex Records, dirigida por Clarence Avant, personaje desaprovechado en el documental, ya que se muestra esquivo en cuanto se le habla del dinero que tendría que haber llegado desde Sudáfrica y en parte haber recalado en beneficio del propio Rodríguez. Una oportunidad para hablar del lado oscuro de las discográficas que se desaprovecha.

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Es en este momento en el que comenzamos a ver que el documental juega con nosotros en varios aspectos. En primer lugar deforma el tiempo, queriendo dar la sensación de que es una investigación reciente cuando en realidad hace ya 20 años que Rodríguez fue redescubierto para la sociedad sudafricana. En segundo lugar deforma el punto de vista, pero para adaptarlo al de los investigadores que salieron en su busca, ya que juega con su desconocimiento sobre la supervivencia de Rodríguez hasta nuestros días. Realmente el director, Bendjelloul, accede a una historia que en Sudáfrica, en 2012, no tiene nada de desconocida, de ahí que ningún director patrio se hubiese puesto manos a la obra por contarla, pero el sueco Bendjelloul cuenta con la ventaja de la perspectiva europea, y por extensión la americana, y ve en la historia un auténtico filón.

El documental, salvando algunos problemas como los citados, funciona como elemento motivador para hacernos creer que todo es posible y que siempre termina por haber justicia poniendo la vida a cada uno en su sitio, con Rodríguez teniendo una exitosa gira por Sudáfrica. Lo que no nos cuenta, y es la principal crítica que recibe el documental, es que a finales de los 70 ya le sucedió algo muy similar en Australia, llegando a sacar disco recopilatorio y teniendo también una gira de conciertos, con lo que acabamos pensando que Sixto Rodríguez ha tenido ya varias resurrecciones: Australia, Sudáfrica y la posterior derivada del éxito del documental, lo que también nos deja la sensación de que la historia acaba siendo un poco artificiosa en ese sentido al no llegar ni a citar el episodio australiano. Algo que el director defiende recordando que estamos viendo el punto de vista sudafricano, donde desconocían ese relato.

Fue el primer y único documental de Malik Bendjelloul. Desgraciadamente el director sueco se quitó la vida en 2014.