Sin duda, una película de Wes Anderson suele ser fácilmente reconocible a primera vista. El estadounidense es uno de esos directores que sabe dejar su sello distintivo en el apartado visual, aunque también en el narrativo. En el año 2012, quiso plasmar en parte sus propias vivencias adolescentes y para ello, tras un desarrollo inicial en solitario, solicitó la ayuda de Roman Coppola para terminar el guion de Moonrise Kingdom (Moonrise Kingdom, 2012).
El propio Anderson fue Boy Scout en su juventud, con este dato no nos costará mucho pensar en él con pantaloncitos cortos y gafas de pasta, y también actuó en una representación sobre el arca de Noé. Sus primeros amoríos no fueron muy fructíferos, como suelen ser los que comienzan a los 12 años, y la separación de sus padres fue también un lastre emocional para él. De todos aquellos años seguramente lo mejor nos lo ofreció en Moonrise Kingdom, que pese a vivencias no del todo positivas, rescató lo mejor de todo aquello para transformarlo en una comedia romántica, una comedia amable con la que el público esbozara una perpetua sonrisa.
En el campamento Ivanhoe, Sam Shakusky busca la manera de escaparse y de reencontrarse con Suzy Bishop, a quien conoció un año antes en una representación escolar. Desde entonces han mantenido el contacto mediante correspondencia y la llegada del verano les ofrece una nueva oportunidad de verse, pero los padres de ella (Bill Murray y Frances McDormand), ambos abogados, tratarán de evitarlo. Además, cuentan con la vigilancia del jefe scout (Edward Norton) y del jefe de policía (Bruce Willis). Pese al negativo panorama, la astucia de Sam conseguirá que ambos, Sam y Suzy, consigan escapar juntos poniendo a toda la isla en su busca.
Una pequeña aventura con tintes épicos, una vida contada en unos pocos días. La sencillez convertida en una lección de vida, y una historia desarrollada en el mundo de Anderson, un mundo diferente, encantador, cautivador e idílico. Como si a un niño le confirieran la posibilidad de rodar una película, de disponer de todos los medios para plasmarla. Seguramente para mucha gente sea excesivamente extraña, e incluso infantiloide, pero Anderson no se ha ido labrando una legión de seguidores por nada, y Moonrise Kingdom es otro buen ejemplo de lo que su cine puede conseguir.