La casa del fin de los tiempos: Porque no todo son culebrones

portadaVer La Casa Del Fin De Los Tiempos (2013) de Alejandro Hidalgo, representa una auténtica lucha casi contra tu propia memoria, forjada durante años y años con incesantes oleadas de culebrones venezolanos a cual más sobreactuado y con argumentos más tópicos. Por eso, decir que vas a ver una película venezolana de modesto presupuesto no te convertirá en la persona más popular de tu entorno, y seguramente tendrás que enfrentarte a más de un chascarrillo con la inefable Cristal como trasfondo.

Pero los prejuicios están para derribarlos y una de las mejores experiencias cinéfilas es poder explorar producciones de países alejados del mainstream con todo lo que ello implica, principalmente el observar comportamientos que no consideramos “normales”, aunque muchas veces esa normalidad no sea más que una invasión cinematográfica proveniente de los Estados Unidos y que hemos terminado asumiendo como propia, consiguiendo que la mayoría de la población vea con extrañeza las producciones de otras latitudes. Pero La Casa Del Fin De Los Tiempos podría ser uno de los casos más accesibles, junto con aquella oleada de terror japonés que llegó con motivo del estreno del remake americano de The Ring, porque sigue una senda bastante recta en su intento por crear una elegante producción de terror.

Ciertamente, La Casa Del Fin De Los Tiempos consigue en gran medida su objetivo. Quizá sería más ajustado definirla como película de suspense, ya que su principal cualidad es su manera de mantener la tensión durante todo el metraje sin necesidad de excesivos aspavientos superficiales. Ayuda mucho la actuación de sus actores principales, encabezados por Ruddy Rodríguez en su papel de Dulce, una mujer obstinada en sacar adelante su familia y protegerla ante los acontecimientos que suceden en su casa, y bien secundada por Gonzalo Cubero encarnando a su marido Juan José, poniendo el contrapunto de fricción en la familia por su temperamento machista que no permitirá ver doblegada su autoridad como patriarca. Por suerte, los hijos de la familia, interpretados por Rosmel Bustamante y Héctor Bustamante, no entran dentro del cada día más extenso catálogo de interpretaciones infantiles insoportables, sino que se muestran comedidos y resultan creíbles en todo momento.

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En definitiva, lo que nos ofrece La Casa Del Fin De Los Tiempos es una producción realizada de forma muy profesional, bien montada ofreciendo pistas sobre lo que realmente sucede a un ritmo adecuado y dejando tiempo al espectador para que vaya realizando sus propias conjeturas, cerrando además la historia de forma completamente satisfactoria sin dejar cabos sueltos . Mantiene el interés y logra que conectemos con Dulce en su lucha por descifrar el misterio que se oculta en su casa, pero no todo iba a ser positivo ya que la caracterización de Dulce como anciana es mejorable y, paradójicamente, su gran punto negativo es lo que más le acerca a las producciones estadounidenses del mismo género: esa manía de tratar de asustar al espectador con una brusca subida de volumen. Personalmente algo que odio.

Así que La Casa Del Fin De Los Tiempos está ahí para todo aquel que quiera visitarla, sólo se requiere un poco de voluntad y abrir la mente. Al menos en esta ocasión el idioma no será una barrera.