Throwing Muses: «Throwing Muses» (4AD, 1986)

Throwing Muses.2pngLa Influencia de R.E.M. los años ’80 fue básica para abonar un nuevo terreno donde las formas angulares del post-punk pudieran convivir en perfecta armonía con las raíces del folk americano. Muy lejos del rastro del N.R.A., uno de los focos más nutritivos donde llegará la onda expansiva de su primer LP, Murmur, será una adolescente Kristin Hersh: “Michael Stipe hacía unas actuaciones arty, pero parece estar calmándose. Yo no tengo ambición por ser famosa, pero creo que las canciones me comerían viva si no las dejase marchar… Cuando escuché Murmur, tenía unos quince años – hacía de canguro para un crítico de rock – y sonaba como si viniese del espacio, de otro planeta.”[1] Impacto que se propagará hasta su ADN musical, el primer álbum del grupo de Hersh, Throwing Muses, es una obra de atmósferas, impredecible, taquicárdica, disparada por un carrete alucinado de explosiones-implosiones melódicas en continuo movimiento. Dentellada a traición en el corazón del folk americano, la transmutación post-punk que sangra entre la decena de bocados que conforma este fascinante debut, se erige como la prueba más sembrada de la enorme sombra proyectada por los de Athens.

Pero donde conectarán de pleno con R.E.M. será en ese gusto compartido por tensar los medios tiempos hasta hacer que explosionen por pura necesidad – enormes, “Hate my way”, “Green”, “Fear” y “Stand up” -. Pero tampoco nos engañemos, realmente Throwing Muses fue una banda totalmente personal, autosuficiente; movida por el choque de contrarios que en sus primeros años surgía de la química antitética desplegada entre Hersh y su hermanastra Tanya Donnelly: el punto de fuga melódico de un engranaje donde la base rítmica formada por Leslie Langston y David Narcizo acabará de convulsionar, entre espasmos concatenados de tribalismo atómico, la masa eléctrica bipolar creada por las dos jefas del combo.

Uno de los discos más significativos del prominente underground americano de los ’80, el debut de esta banda bostoniana servirá como puente providencial durante los ’80 entre Mission of Burma y los Pixies, dentro de la prominente escena creada en la ciudad del estado de Massachussets.

A pesar de que su debut siempre ha quedado como el momento más relevante y original de toda la carrera de la banda de Hersh, su filón de poesía enervada seguirá dando frutos tan viscerales y magnéticos como los sobresalientes The Real Ramona (4AD, 1991), Red Heaven (4AD, 1992), University (4AD, 1995) y Limbo (4AD, 1996); estos tres últimos ya sin Tanya Donnelly, que logrará el éxito siempre merecido por la banda madre al frente de Belly, una supernova de pop crispado y luminoso de la que germinará el fascinante Belly (4AD, 1993) y el infravalorado King (4AD, 1995). Sin duda, parte importante del baúl de los tesoros donde se encuentran algunas de las obras que reivindican la primera mitad de los ’90 como una edad dorada para el indie-rock americano; una en la que Throwing Muses fue algo más que una banda a recomendar. De todas a todas, imprescindibles.



[1] Estanis: “El Tejado del Diablo”, en http://eltejadodeldiablo.blogspot.com.es/2010_09_01_archive.html