La Distorsión Inteligente: entrevista a Marcos Gendre.

Pre-Slint.
Slint, los orígenes.

Como las obras más profundas, el libro de Marcos Gendre, La Distorsión Inteligente (Quarentena, 2014), sigue generando interesantísimos debates sobre la generación perdida del post-hardcore. En este sentido, Pau Cundins, uno de los grandes expertos en esta materia, entra al trapo por medio de una entrevista frontal a nuestro autor. Sin duda, la mejor manera de seguir exprimiendo la semilla que ha sembrado este libro; imprescindible para los amantes del vértigo que hace tanta pupa como placer. Ahí va.

¿Cómo llegaste a esta especie de trastienda que es el Post-Hardcore? ¿Cómo te caíste de la burra?  En mi caso fue como una revelación, me molaba el Punk e el HC… y cosas como Sonic Youth… cosas clásicas… conocí a Fugazi… fui cerrando el círculo… ¡y todo tenía sentido! Después vi a Aina en directo y dije para mí “esto es rock, beibe”, y se cerró el círculo.

Pues, como tú mismo dices, el camino que me llevó al post-hardcore comenzó con Hüsker Dü, Pixies, Dinosaur Jr. y Sonic Youth. Luego vino In On The Killtaker de Fugazi y el mundo se puso del revés… Tirar de ese hilo me llevó a Shellac, Big Black… Claro, con referentes como estos, resulta imposible no dejarse llevar.

 Cuánto tiempo has empleado para llevar adelante este trabajo? Cuántos discos te has tenido que tragar? (muchos me imagino que obligado por la necesidad de ser riguroso).

Álbumes, más de 500. Si ya contamos singles y demás formatos pequeños, la cosa se dispara y supera los 1000. En cuanto a tiempo, fue un libro que podido ir haciéndolo entre otros encargos. Si sumase todo el tiempo empleado, creo que son dos meses y medio muy intensivos.

¿Cuántas páginas hubieses necesitado sin despeinarte?

Menos de mil, imposible. Hay tantos afluentes y pequeñas escenas, que resulta imposible abarcarlo todo en 300 páginas…

Rites of Spring.
RItes Of Spring.

Una banda que me dio pena no meter, fue Les Savy Fav. Luego, también está ver dónde está el límite de lo que se conoce como post-hardcore. En este sentido, hay bandas como MX 80 Sound que creo que fueron básicas, pero no cuadraban en el tipo de selección, encuadrada a partir de mediados de los ’80.

Por otro lado me hubiese encantado obtener más tiempo para haberme embarcado por las zonas profundas de USA: San Diego, Wisconsin… Creo que ahí se encuentra una forma de post-hardcore tremendamente visceral, autóctono, sin miedo a retorcer las canciones hasta que revientan por sí solas. Drive Like Jehu son un buen ejemplo de esto.

Cita 5 imprescindibles que harán, seguro, que quien lea esto se pille el libro. – Shellac o Fugazi, ¿por qué? ¡Contesta!

Pues como tú mismo dices, Shellac y Fugazi. Más allá de estas dos, yo me quedo con la violencia sonora de Big Black, el punk ambiental de Slint y, qúe leches, 713avo Amor. Sin duda, una de las bandas que más me han removido por dentro.

Seguro que en la elaboración del libro te has llevado alguna sorpresa inesperada: redescubrir alguna discografía sobre la que pesaba algún prejuicio… alguna gema desconocida… alguna maravilla que siempre había estado ahí inadvertida…

En lo de redescubrir, mi mayor placer fue volver a escuchar Leaves Turn You Inside, el último álbum en estudio de Unwound. En su momento, lo había escuchado y me había dejado más frío que la mojama. Sin embargo, más de diez años después, cuando volví a meterme en él, lo comprendí todo: ¡es punk progresivo! En el buen sentido de la palabra, por supuesto.

En cuanto a discos que no había escuchado, definitivamente, Dazzling Killmen me dejaron de una pieza. Por otro lado, me alucinó el grotesco pulmón dub de Regulator Watts.

Un personaje que encuentres especialmente curioso o sorprendente. Quizá por no esperarlo.

Sin duda, el Justin Trooper. Hablando con Carlotto -Half Foot Outside-, me contó que después de un concierto, le firmó un disco y luego se lo tiró como un frisbi. Pero eso no es nada. Para mí, una grabación como la del primer LP con su banda, Unwound, lo dice todo. Hay que estar muy jodido de la cabeza para alimentarse de jarabe para la tos durante dos semanas metidos en un zulo. Delirante.

June of 44.
June of 44.

713avo Amor. Nadie entendió el impacto real de su propuesta; no muy distante a lo que están haciendo estos renacidos Swans. Pero claro, siendo españoles, tenían menos posibilidades que The Evens en un tablao flamenco.

 ¿Nirvana es una banda de post-hardcore o no?

Bleach desde luego que es un disco con muchos elementos post-hardcore en su sonido: tanto en el tratamiento en bloque de la electricidad como en su  impactante arquitectura rítmica. En Nevermind descubrieron los espacios; pero en In Utero la cosa ya se mueve en una dirección más lo-fi, sin la elaboración que requiere el sonido angular que caracteriza al post-hardcore. Sinceramente, tienen mucho de post-hardcore. Al fin y al cabo, la huella de Black Sabbath está tanto en el post-hardcore como en el grunge. En este sentido, Nirvana son el perfecto eslabón perdido entre estos dos mundos.

Podríamos decir que la principal diferencia entre el post-punk inglés y las bandas que tratas en el libro es la ética de la música en directo y del estudio de grabación como medio para capturar radicalmente esa imagen.

Yo creo que la gran diferencia parte de que afrontaban de forma completamente opuesta el vivir en un estercolero. Las grandes bandas post-punk británicas venían de ciudades industrializadas como Sheffield, Manchester, Leeds y Bristol. Lo que pasa, es que a diferencia de las bandas post-hardcore americanas, eran grupos con grandes pretensiones en transcender, formados por universitarios con grandes conocimientos culturales y filosóficos. La música era un medio, no el fin. En lo estrictamente musical, el post-punk adoptó rápidamente las posibilidades de los sintetizadores, algo que era casi sacrilegio dentro del post-hardcore; a no ser por las cajas de ritmo empleadas por Big Black y los primeros The Jesus Lizard. Por otro lado, las técnicas dub en la producción del post-punk sólo fueron empleadas muy puntualmente por bandas del post-hardcore como Lungfish y los mismos Fugazi.

La revolución del verano de 1985.
La revolución del ’85.

Por desgracia, y debido al continuo revival que vivimos, me encuentro sumido en un estado de nostalgia cuasi permanente. Y con el post-hardcore, más. La dispersión ha sido tan brutal que es inevitable no sentir punzadas. Por ejemplo, al revisitar los discos de bandas como Unsane o Rites Of Spring me da la sensación de que ahora estamos en una dimensión paralela a la real; ya no hacen discos así; lo poco que se cataloga ahora como post-hardcore no suele ser más que plástico de diseño. En el otro polo, me parece fascinante lo que está ocurriendo en Galicia o en los sustratos más underground de Valencia o Madrid; una vuelta al do it yourself ochentero, desde el que parece que se está gestando una especie de estimulante viaje paralelo en el tiempo. Dentro de unos cinco años, creo que podremos hablar de qué caminos ha abierto toda esta remozada ética punk.¡; será muy interesante.

Lo de “tú antes molabas”, me ocurre con bandas como The Evens. Me gusta su propuesta, pero la sombra de Fugazi siempre emerge cuando los escucho. Claro, no hay color.

¿Podrías compartir alguna de las lecciones que aprendiste al elaborar este libro?

Una cosa de la que no tenía conocimientos, era de la influencia del hip-hop en el post-hardcore. Los comienzos de Guy Picciotto en Fugazi, emulando a Flavor Flav, me pareció algo asombroso.

¿Alguna reflexión sobre prensa española y post-hardcore? (¿Demasiado dependientes de la prensa/gusto britanizante?)

El post-hardcore siempre se ha mantenido por medio de fanzines. Los años dorados no sólo vivieron a la sombra del britpop, trip-hop, el boom de la música rave y Madchester, sino que tuvieron otra sombra muy grande desde los mismos Estados Unidos con el hardcore melódico, el grunge y el boom del hip-hop.

En cuanto a la prensa generalista española, sólo hay tres grupos nacionales a los que se las ha dado cierta cancha: Standstill, Aina y Lisabö. Cuanto menos, deprimente.

Da la sensación que el impacto del post-hardcore sirvió de revitalizante y estimulante para la escena underground española en términos estéticos, éticos y estilísticos… ¿tienes alguna impresión al respecto? Si ellos quisiesen… ¿tú te dejarías?

Lo que provocaron bandas como Aina y Half Foot Outside fue muy beneficioso para la música española, en términos independientes, claro. Se vio que era posible otra manera de encarar el mundillo musical; hacer discos por la necesidad de expresar algo sin importar lo que luego venda o deje de vender. La imagen pasó a ser algo totalmente secundario o inexistente, directamente. Tanta patilla, chupas de cuero y  pose transcendental empezaban a estar un poco caducas; hacían falta emociones sinceras.

En cuanto a las entrevistas, ya he realizado unas cuantas a gente del post-hardcore; me encantaría hacer muchas más, algo que espero hacer en el futuro. Mismamente, hace dos meses conocí a Rick Frosberg, de Drive Like Jehu; mantuvimos una charla de lo más jugosa sobre las técnicas de producción de Albini. Sencillamente enriquecedor.