Riot GRRRL: muerte al macho-rock, 1ª parte

Que nadie se escandalice si cuando hablamos de rock, habría que hacerlo más bien en términos de macho-rock. La misoginia más directa siempre ha estado ahí presente, empaquetada entre pantalones prietos, camisas a pecho descubierto, guitarras fálicas, melenas de peluquería fashion; y sobre todo, una colección de gruñidos verborréicos, más propios de un orangután en celo, disfrazado de figurín caza-portadas del NME, Rolling Stone y demás publicaciones claramente machistas. Porque la culpa no es sólo de la propia evolución de la música sobre los arquetipos heteros del blues[1], no. La prensa ha hecho mucho daño. ¿Qué leches es eso del rock femenino? ¿Acaso estamos hablando de un género menor? ¿Hace falta poner barreras sexuales en la música? Chorradas para mentes obtusas. Dentro de esta lucha contra el perfil eminentemente masculino del pop, hace falta mirar más allá de la rotundidad ambigua de Patti Smith o la figura dominante de Madonna. Si miramos más abajo, nos toparemos con una serie de artistas menos conocidas, pero que han hecho mucho más por destrozar esa separación a base de discos sublimes, en la mayoría de los casos, con un componente crítico, feminista que, desde Kim Gordon hasta Sleater-Kinney, pasando por las Riot Grrrl y la generación post-punk, han destrozado esa barrera de género.

Como prueba mayor de esta facción  de mujeres combativas, a continuación recomiendo cinco obras fundamentales, que tendrán una segunda parte para el mes que viene.

117 The RunawaysThe Runaways: The Runaways (Mercury, 1976)

Posiblemente la mejor alianza que el punk rock haya tenido con el hard rock, el debut de las Runaways de Joan Jett también funcionará como providencial oráculo de las riot grrrls aparecidas en los ’90; y si no, qué se lo pregunten a las Bikini Kill. Obra de referencia, para el que quiera ahondar en el prominente aumento del papel de la mujer dentro las lindes del punk-rock, si Patti Smith aportará la actitud, las Runaways será más bien la violencia de su sonido.  De esta manera, las Runaways encontrarán su filón tras decapitar las enseñanzas de Led Zeppelin mediante una excitante reinterpretación de su blues estratosférico, convirtiéndolo en una masa eléctrica reducida a los mínimos acordes: más agresiva, directa y carnal. Sobre esta plantilla tallada en roca pura, los engranajes irán acoplando muescas mediante abrumadoras declaraciones de intenciones – esa versión del “Rock & roll” de la Velvet -, lluvias de feromonas en plena explosión – “Lovers”, “You drive me wild” -, escaladas de rock impenetrable – “You drive me wild”, “Is it day or night” – y dos hits incontestables como “Dead end justice” y, sobre todo, la enorme “Cherry bomb”, que tendría un inesperado éxito en Japón.

Ya para terminar, sólo recomendar también el sobresaliente Queens of Noise (Mercury, 1977), el prematuro canto del cisne de esta banda de influencia básica en los años posteriores; y si quedara alguna duda, aparte de las ya mencionadas Bikini Kill, no hay más que rastrear su esencia entre las costuras que conforman uno de los disco más rabiosamente poderosos de lo que llevamos de siglo XXI: The Woods (Sub Pop, 2005) de las mayestáticas Sleater-Kinney.

118 The SlitsThe Slits: Cut (Island, 1979)

El mejor ejemplo posible de la apropiación de las músicas caribeñas – dub, reggea – por parte de las bandas británicas del ’77, The Slits romperán el molde con el descomunal Cut (Island, 1979). Pioneras de todo esto, antes de ponerse con este clásico del post-punk, el grupo liderado por Ari Up ya llevaba tres años rodándose al lado de míticos como The Clash y los infravalorados Subway Sect. En las antípodas de estas dos formaciones, al llegar al momento de la grabación, The Slits dejarán sellada su sangre tribal mediante una de las obras más rompedoras entre todas las oleadas punk de finales de los ’70.

Clásico sin precedentes, Cut se sirve de la híper-liviana batería ejecutada por Palmolive, luego parte de las todavía superiores The Raincoats. Un prodigio a las baquetas, Palmolive marca los tempos de las canciones a su antojo, generando metros y metros cuadrados de espacio, pero siempre a comandita con unas especialmente inspiradas Tessa Pollit – bajo – y Viv Albertine – guitarra -. A propósito de esta última, no cabe más que escucharla con cara de asombro, en cuanto empieza a hacer uso de su catálogo infinito de maneras de retorcer la guitarra entre espasmos de chispazos caribeños, siempre con saña muy punk.

¿Post-punk? ¿Art-punk? Pues tanto uno como el otro, la verdad. Un trabajo único en su formulación, la mejor manera de constatar la soberanía de esta media hora de punk, intoxicado por el oxigenante virus de los efluvios jamaicanos, es dejándose arrastrar por una colección de trallazos que, más de tres décadas después, incluso, suenan más actuales que en su momento. ¿Será a causa del mareante revival en el que vivimos lo que provoca que nunca caduquen? Seguramente, por eso y por la aparente sencillez con la que están alambicados cortes como “So tough”, “Instant hit” o “Shoplifting”. De esos que, como el buen whisky, ganan matices con los años.

119 LiliputLiLiPUT: LiLiPUT (The Complete Recordings) (Off Course, Kill Rock Stars, 1993)

Un goce absoluto, esta caja contiene todas las grabaciones realizadas por la banda suiza LiLiPUT, antes conocida como Kleenex. Trayectoria que abarca lo más granado del post-punk patentado entre 1978-1983; al adquirir este doble LP recopilatorio nos estamos haciendo con uno de los documentos más completos, alimenticios y fieles del espíritu transgresor que movía las pulsaciones que van del punk al post-punk.

Cuarenta y seis cortes que alumbran a una de las formaciones más injustamente olvidadas de su época. LiLiPUT (The Complete Recordings) (Off Course, Kill Rock Stars, 1993) es un cofre con el que, tras abrirlo, podremos entender mejor la línea invisible que une a los Ramones – “1978”, “Thumbler doll”, “Igel” – con Bikini Kill – “Ain’tyou” -; eso sí, sin olvidarnos del tremendo parecido en la forma de cantar – será por el acentazo alemán – de Regula Sing y  Chrigle Freund con Siouxie, y la enorme evolución del grupo hacia tribales terrenos de post-punk – “Do you mind my dream” – y de vanguardia – “Birdy”, “Tschik-mo” -.

Provenientes de Suiza, lo de LiLiPUT estaba hecho para las grandes ligas del punk; pero, desgraciadamente, su intimidante potencial siempre estará coartado por una audiencia que nunca se podría haber imaginado que uno de los focos más palpitantes de la edad dorada del punk se encontraba entre las verdes estepas que circundaban la balsámica Suiza.

122 Shonen KnifeShonen Knife: Burning Farm (Zero, 1983)

Uno de los reflejos más evidentes del posterior sonido lo-fi patentado en Olympia, Washington, y en los principios sonoros bajo mínimos de las riot grrrls. Al caer ante el embrujo infantil de esta obra no cabe más opción que, simplemente, dejarse llevar por su irresistible candor punk-pop a baja fidelidad. Los Ramones tocando en un episodio de los pitufos – “Twist Barbie” -. Las girls groups de los ’60 pasando por un mercadillo de tachuelas e imperdibles – “Animal song” -. Estamos ante una obra que en su abrumadora sencillez encuentra su modus vivendi para poder mostrar sus encantos de gominola.

El paradigma de lo que se entiende por punk-pop, cuando la cosa va acompañada de dulces salados como “A day at the Factory” y “Banana fish”, arrebatos acaramelados de ska -“Parallel woman”, “Parrot Polynesia”-, estampas aguerridas como “Watchin’ girl”  o el post-punk de dibujos animados de “Burning farm”; el deleite ya puede llegar a cotas de embriagadora ambrosía.

Una de las obras capitales del punk-pop, junto al primer LP de Television Personalities y el único álbum de las Shop Assistants. Tras esta obra, los encantos de Shonen Knife, aunque irregulares, seguirán restañado entre las pistas de obras tan recomendables como Yama-no Attchan (Zero, 1984), Pretty Little Baka Guy (Subservive, 1986) y 712 (Rockville, 1991).

123 Shop AssistantsShop Assistants: Will Anything Happen (Blue Guitar, 1986)

Una de las bandas más representativas de toda la corriente vinculada al indie-pop de ética DIY, las Shop Assistants sólo llegarán a sacar un LP; pero menudo es… La obra capital de todo el movimiento perteneciente al C86, esta obra supone la máxima expresión de la traslación de las leyes musicales de los Ramones a un nuevo terreno de perfil claramente indie-pop.

Guitarras corriendo los 100 metros, excelsas melodías de pop azucarado y la concreción más absoluta como premisa básica, estamos ante un festín punk-pop exaltado, entre los que podemos rastrear un filón de estruendosas pepitas de oro, a cada cual más brillante: irresistibles “All day long”, I Don’t Want to Be Friends With You”, “All that ever mattered”, Seems to be” -. Entre tanta energía desplegada, estas escocesas irrepetibles se marcarán hermosos puntos de fuga con claros ecos velvetianos – “Before i wake”, “Somewhere in China”, “All of the time” – que acaban por rubricar la grandeza de este trabajo curtido con tanto arrojo punk, en su ejecución, como delicadeza pop, en las maneras de cuajar melodías vertiginosas de instantáneo efecto epidérmico.

Tras una obra de esta magnitud, las Shop Assistants cerrarán el chiringuito en 1987, poniendo el punto de partida a un culto que, casi tres décadas después, sigue tan candente como el primer día. Grandes, muy grandes.

 

 


[1] Todo lo contrario que la sexualidad al roce o sensual promulgadas desde la música disco, el funk o el soul. Aunque aquí también habría que dar de comer aparte a machitos como Barry White, Lionel Ritchie y demás personajes de este claro pelaje marcapaquetes.