El término supergrupo suele generar reacciones encontradas. Por un lado despierta la natural ilusión por ver talentos de diversos grupos reunidos para dar rienda suelta a su creatividad, incluso para crear música distinta de la que hacen en sus bandas habituales, quizá como válvula de escape o quizá como imperiosa necesidad de sacar lo que llevan dentro. Por otro lado también suele provocar recelo por la posibilidad de que dicha unión dé como resultado una amalgama de egos luchando por destacar sobre el resto, por conseguir su cuota de protagonismo. Casos como el segundo hemos tenido en el pasado, algunos muy sangrantes como aquello llamado Chickenfoot, del que recomiendo alejarse lo más posible.
La proliferación de supergrupos no es territorio vetado de un género musical en concreto, dentro del death metal se han dado bastantes ejemplos, y pronto podremos catar uno muy apetitoso como es Bloodbath, formado por miembros de Katatonia, Opeth y Paradise Lost. Pero mientras llega el momento tenemos tiempo para recrearnos con el nuevo trabajo de Vallenfyre, denominado Splinters (Century Media, 2014) y que da continuidad a su álbum de 2011 A Fragile King.
Vallenfyre fue creado por George Mackintosh,miembro de Paradise Lost, quien reunió a Hamish Hamilton Glencross, Scoot y Adrian Erlandsson, en cuyos currículos encontramos grupos de la talla de My Dying Bride, At the Gates o Cradle of Filth. Su primer disco fue creado como reacción personal de Mackintosh por la muerte de su padre, John Robert, debido a un cáncer de pulmón. Quizá por este motivo el álbum fue como un estallido de rabia y tristeza, un método terapéutico para expulsar demonios de su cuerpo y lograr así encontrar la calma. Lo que no sabíamos es que con este Splinters, Vallenfyre iban a llevar su sonido extremo aún más allá.
Si hubiese que describirlo de forma rápida y concisa, diríamos que estamos ante un disco que expulsa bilis corrosiva en cada riff. No hay absolutamente un segundo de tregua, ni siquiera entre canción y canción, en la que un chirriante sonido de guitarra distorsionada nos recuerda que hemos venido a presenciar una demostración de rabia sónica. Scabs nos da la bienvenida de forma majestuosa con la batería cogiendo protagonismo hasta que toda la parte instrumental se une acelerando y gritando a los cuatro vientos que esto es old school death metal. Pero es el siguiente corte, Bereft el que nos despierta y nos muestra que también un doom opresivo, de tempo intencionadamente lento, tiene lugar en Splinters, tanto es así que se irá alternando durante todo el recorrido magistralmente. Instanct Slaughter retumbará con sus blast beats para devolvernos a la senda del death metal puro, un death metal impecablemente ejecutado, con una increíble dosis de talento que le lleva hasta extremos de virtuosismo que bebe directamente de los enormes Death. Odious Bliss fue la carta de presentación del disco, y sin duda fue una gran elección ya que representa el cénit de Splinters, con ese continuo ataque de batería acompañando a bajo y guitarras, que danzan sin rubor en el fino alambre entre death y doom. Mención aparte para la labor vocal de Gregor Mackintosh, con un gutural de manual que es fácilmente entendible sin perder por ello ni un solo ápice de agresividad.
Vallenfyre nos han regalado un gran disco de metal extremo, una obra a la que hay que dedicarle el momento y tiempo adecuado. Un puñetazo directo a tu boca.