A propósito de Vainica Doble: las Quijotas del pop

Vainica Doble. La caricia pop. De madres de la movida al Donosti Sound de Marcos Gendre, intenso e inquieto ensayista musical, se presenta en Madrid mañana en la librería El Argonauta, a las 20h. La entrada es libre, y bienvenida.

A continuación, un pequeño aperitivo: el prólogo de una servidora.

Arthur Schopenhauer, filósofo alemán más apreciado por artistas que por académicos, quién sabe si por incomprendido o por envidiado, escribía “en la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.” Una cita que, estoy segura, habría reiterado si hubiese tenido la oportunidad de escuchar Taquicardia de Vainica Doble. Como el filósofo, el dúo formado por Gloria Van Aerssen y Carmen Santonja han sido y son muy queridas, reivindicadas y valoradas entre un número considerable de artistas. Sin embargo, a día de hoy son todavía desconocidas por el gran público de nuestro país.

No seré la única que dé las gracias a Marcos Gendre por escribir este ensayo. Porque este libro es para todo el mundo. Para todos aquellos que aman la música, que, de hecho, somos muchos. Para los que conozcan a Vainica Doble, porque tras leerlo, las entenderán un poco mejor y las querrán mucho más. Para aquellos que las desconozcan, que, sin duda, se apresurarán a escuchar sus discos, así como los de sus descendientes. Vainica Doble no sólo dieron a luz obras maestras de la música española, como HeliotropoEl eslabón perdidoEl tigre del Guadarrama o Taquicardia, sino que sembraron una prolífica semilla que se dispersó desde San Sebastián, pasando por el Madrid de la movida, hasta los más recónditos lugares de la península.

De niño, Carlos Berlanga le decía a su vecina, Carmen Santonja, que quería que ella fuera su madre. Y en cierto modo, su deseo se hizo realidad, puesto que las Vainicas se convirtieron en lobas que amamantaron musicalmente no sólo a Carlos Berlanga, sino a todo un conjunto de grupos que las tomaron – consciente o inconscientemente – como punto de referencia. En La caricia pop. De Vainica Doble al Donosti Sound Marcos Gendre realiza un análisis de aquellos grupos de nuestro país, cuyo denominador común radica en la misma actitud frente al pop, de la que Vainica Doble son madres indiscutibles: libertad absoluta ante la creación, ¡fuera los grilletes estilísticos! El Donosti Sound partió de una visión muy amplia del pop, que abarcaba desde la música clásica, al jazz o la bossanova. Y que desembocó en letras melancólicas (“Buenas cosas mal dispuestas”, La Buena Vida), otras cercanas y cotidianas, creadas para oídos atentos y sensibles (“A la hora del café”, Le Mans), así como perlas que nos sumergen hacia el fondo de una piscina, pues es allí donde se encuentra la verdadera felicidad (“Nadadora”, Family).

Este es un libro para descubrir: la música, la poesía que en ella se encierra y, cómo no, la vida. Para conocer a las Vainicas, sus sueños, sus realidades, sus trabajos paralelos como asalariadas de la música para grupos y solistas como Luz Casal o Sergio y Estíbaliz. Y a aquellos que tomaron su relevo: Carlos Berlanga, Le Mans, Single, La Buena Vida, Family, Parade, Kiki D’Aki y tantos otros grandes de la música española contemporánea. Y, para rematar, a través de una serie de entrevistas tendremos el placer de conversar con personalidades del mundo de la música, el espectáculo y la televisión, como el severo Fernando Márquez “El Zurdo”; el fantástico Paco Clavel; Elena Santonja, la buena cocinera; el apasionado Abel Hernández (El Hijo); la elegante Cristina Lliso (Esclarecidos); incluso con Carmen Santonja en una entrevista recuperada que realizó Jesús Ordovás en 1976.

Sublimes e innovadoras en su música e implacables en sus letras, las Vainicas fueron capaces de retratar en la misma canción lo más bello de la vida y a la vez lo más doloroso (“Habanera del primer amor”). Adelantadas a su tiempo, nos cantaron las tragedias de una sociedad represora y represiva que no permitía vivir la sexualidad en libertad (”El rey de la casa”), que arrojó a tantas mujeres a un matrimonio sin amor, sin pasión, cuando ellas, inocentes criaturas, soñaban con tarzanes y supermanes (“Mari Luz”). Crueles como la (salvaje) vida misma y algunos herederos (“La Ballena azul”, “El duelo”). Dotadas de un humor negro digno de un poeta austrohúngaro (“Alas de algodón”). Brillantes como nadie, rehicieron cuentos y enriquecieron moralejas (“La cigarra y la hormiga”):

Cantando la cigarra pasó el verano entero
sin hacer provisiones allá para el invierno

Cantar está muy bien
pero hay que trabajar también
la vida fácil es si lo haces a la vez

Trabajando, la hormiga, pasó todo este tiempo
acaparando el grano con egoísmo fiero

Trabajar está bien
pero hay que cantar también
la vida fácil es si lo haces a la vez.

Quijotas, Vainica Doble lucharon siempre por la música. Con igual fuerza combatieron contra las aspas del establishment y el marketing que, con tanto empeño, obstaculizó su creatividad a lo largo de toda su carrera. ¿Quién ganó la batalla, preguntáis? ¿Acaso no oís la melodía que silba el viento entre los escombros de los molinos?

 

 

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