Interstellar – Rabia contra la agonía de la luz

PortadaPor derecho propio, Christopher Nolan se ha ido imponiendo poco a poco como uno de los directores más interesantes de los últimos años en cuanto a cine de ciencia-ficción y acción se refiere. Ya se vislumbraba desde sus inicios con Following (Following, 1998) y, sobre todo, con Memento (Memento, 2000), aquel thriller contado en orden inverso que supuso una gratísima sorpresa y le abrió las puertas a presupuestos con un mayor número de cifras. Tras Insomnio (Insomnia, 2012), un remake de una película noruega en la que ponía a Robin Williams en el papel de un asesino, Nolan puso patas arriba el mundo de Batman, dotándole de una visión más realista que supuso devolver al personaje a la actualidad tras las dos infumables entregas de Joel Schumacher: Batman Forever (Batman Forever, 1995) y Batman y Robin (Batman & Robin, 1997) con George Clooney marcando pezones. Pese a que la tercera entrega de Nolan dejó un cierto regusto agridulce, es cierto que su trilogía fue todo un logro, y además entre sus distintas entregas también nos ofreció una entretenida película como El Truco Final (The Prestige, 2006) y una de las mejores películas de ciencia ficción de los últimos años como era Origen (Inception, 2010). Durante todo este periplo cinematográfico hemos podido comprobar todas sus habilidades como director, y sus debilidades como una excesiva grandilocuencia en determinados momentos, y también que buena parte de su éxito se lo debe a su propio hermano, Jonathan Nolan, que ha firmado los guiones de varias de sus películas. Ahora ha llegado el momento de que ambos hermanos miren al espacio exterior.

Interstellar (Interstellar, 2014) es el nombre de su nueva aventura, una película en la que los hermanos Nolan nos invitan a mirar más allá de las estrellas para, sin embargo, tratar de encontrarnos a nosotros mismos. Porque la acción se sitúa en un futuro indeterminado, cubierto de polvo y con un planeta casi extenuado por la sobrexplotación a la que la raza humana le ha sometido, y con una situación geopolítica en la que los hombres se están reorganizando y readaptando a la nueva realidad. En esta situación hay quien trata de buscar hogar en otro planeta, y es aquí donde comienza a plantearnos si realmente tenemos un sentimiento de supervivencia colectiva, si llegado el momento prevalecerá el que la humanidad persevere a través de nuestra descendencia, aunque ello signifique sacrificarnos, o si realmente la prioridad es salvar el presente sin importar el futuro. Ésta será una temática recurrente durante todo el metraje, en mayor o menor medida, de ahí que podamos afirmar tanto que esta odisea es una introspectiva hacia el ser humano, como que grita 2001 y Kubrick por los cuatro costados.

Fotograma

Las similitudes con 2001: Una Odisea del Espacio (2001: A Space Odissey, 1968) no tratan de ser disimuladas en ningún momento, comenzando por la monolítica forma de los robots presentes en la trama, aunque este guiño acaba consiguiendo que dichos robots parezcan excesivamente toscos y estrambóticos a la vista. Interstellar no es tan ambiciosa como 2001, ya que no entra en ningún momento en nuestro pasado y origen, pero sí que trata de dar una respuesta sobre hacia dónde nos dirigimos. Donde sí que se distancia definitivamente de 2001 es en su trato emotivo, mientras que la magna obra de Kubrick era de una precisión obsesiva, sin rastro alguno de emotividad, Nolan le hace un quiebro a la solemnidad y nos ofrece mucha mayor emotividad, dotando de motivaciones y de debilidad sentimental a sus personajes. Por suerte, en Interstellar sí que volveremos a disfrutar de un espacio silencioso, preciso, real, algo que realmente echábamos de menos. En definitiva, las similitudes podemos tomarlas como homenajes, mientras que las diferencias logran que Interstellar se distancie lo suficiente de 2001 como para que la comparación no le haga excesivo daño.

Como es costumbre en Christopher Nolan, aquí vuelve a rodearse de actores de su plena confianza que ya le habían acompañado en anteriores películas. En esta ocasión no está Morgan Freeman, pero sí Michael Caine, cuya aportación es tan celebrada como siempre, y Anne Hathaway. El reparto principal lo completa Matthew McConaughey, del que podemos afirmar que cada día que pasa es mejor actor, en el papel de un ex piloto de la NASA recolocado como granjero último modelo. De sus dos hijos es la niña quien muestra unas capacidades fuera de lo normal y será pieza fundamental de la trama. Del desarrollo es mejor no contar nada más, porque destrozaría el encanto de la película y además porque Nolan ya se ocupa de mascarnos con cuidado cada concepto de la película, repitiéndola una y otra vez en voz alta por si no nos ha quedado clara, algo que hace con excesiva frecuencia en sus películas.

En el apartado técnico Interstellar cumple con solvencia en el apartado de efectos especiales, más efectivos que espectaculares, y la banda sonora de Hans Zimmer se disfruta con mesura, pese a que a veces resulta demasiado grandilocuente y parece estirada con tanto sostenido. El guión está bastante bien resuelto y termina atando todos los cabos, aunque a veces sería deseable una dosis algo menos alta de azúcar, lo que le hace bajar enteros en su valoración final.

En definitiva Interstellar es una película que nos reconcilia con la ciencia ficción de calidad, algo que no ocurre todos los días.