Relatos Salvajes : Venganza a la argentina.

 

PortadaLa ira y el odio, sentimientos que viven en nuestro ser a la espera de que una chispa los despierte y afloren con descarnada vehemencia. Varios son los motivos que pueden provocar tal reacción, pero sin duda uno de los más poderosos es la venganza. Como es bien sabido, precisamente la venganza es habitual hilo conductor del cine asiático, y del coreano en particular, y por extensión al de Tarantino, el mejor copiador/homenajeador de los últimos años. Pero este cine ha dado cada vez más pasos de cara a su expansión mundial, pudiendo ver pinceladas aquí y allá en las filmografías más diversas. Como ejemplo podemos citar una de las películas más recientes de la cartelera, de nacionalidad argentina y dirigida por Damián Szifrón: Relatos Salvajes (2014).

Su paso por distintos festivales ha sido muy exitoso, ganando el premio del público en San Sebastián y Sarajevo, lo que nos podría dar una idea de que una propuesta como ésta todavía podría ser demasiado excesiva para festivales de tanta tradición, pero sin embargo consigue calar en el espectador, porque lo que nos ofrece Szifrón es, ante todo, diversión gamberra, reírnos de un espectáculo grotesco, excesivo, de lo que aparentemente no debería tener gracia, pero que bien narrado y asumiendo qué es lo que estamos viendo, simplemente una película, sí que resulta altamente disfrutable.

En total son seis las historias cortas que nos ofrece Relatos Salvajes. Seis historias sin nexo común más allá de la temática. Pasternak abre fuego a modo de prólogo, mostrando un viaje en avión en donde las coincidencias no tienen por qué serlas. Las Ratas sube el nivel de crudeza, una camarera se encuentra con un usurero que había arruinado a su familia ¿será el momento de vengarse usando matarratas? El más fuerte nos hará pensar sobre lo que hacemos al volante ¿quién no ha hecho como Leonardo Sbaraglia y parapetado dentro de su coche se ha creído inmune y con derecho a insultar? Pero como dice el refrán: arrieros somos… Bombita representa para mí el punto álgido de Relatos Salvajes, no sólo por otra gran actuación de Ricardo Darín, sino por la historia en sí, en la que muchos se podrán ver reflejados y más todavía en los tiempos de crisis que vivimos.  Al final todos asumimos impuestos y multas rechistándole únicamente al funcionario de turno, ¿qué ocurriría si fuésemos un paso más adelante? ¿qué consecuencias tendría? La Propuesta trata también la culpa y la codicia, un joven de familia adinerada atropella a una embarazada y se da a la fuga, su padre tratará de encontrarle una salida. Cierra la fiesta La Boda, y precisamente es la más salvaje y disparatada de todas, quizá hasta demasiado en su desenlace en el que quiebra todo convencionalismo.

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El recorrido de Relatos Salvajes por los festivales se resume en sendos premios del público en San Sebastián y Sarajevo, lo que podríamos tomar como una señal de que este tipo de propuestas definitivamente ha calado en el público. Gracias a años de producciones de las que Relatos Salvajes ha ido bebiendo. En definitiva, se diría que la violencia y la venganza es heredera directa de Asia, mientras que el uso de la música grita Tarantino a los cuatro vientos.

Pero el beber de otras fuentes no le resta mérito a esta producción, tras la que están, entre otros, los hermanos Almodóvar con su productora El Deseo, ya que está pasado por un tamiz argentino que le da su toque diferenciador.