The Auteurs: la venganza de Luke Haines

El 22 de febrero de 1993, un mes antes de que Suede rompieran la banca con su primer álbum, salía a la calle New Wave (Hut Records, 1993), el LP mediante el que un tal Luke Haines se intentó colar dentro del circo que se estaba montando desde el corazón británico. La sombra perdida que se esconde tras las huestes de Brett Anderson y compañía, The Auteurs fueron para Suede lo mismo que Shack para Oasis.

Procedente de The Servants, una de las bandas que mejor trasladaron al espíritu C86 la dualidad Velvet Underground-The Go-Betweens, Haines ya estaba cansado de estar entre los estertores de la independencia. De hecho su opinión sobre los sellos pequeños resultaba, cuando menos, irónica: “Pasé cinco años liado con esos sellos indies piadosos y la conclusión es que si firmas con cualquier discográfica te van a estafar, al margen de quienes sean sus dueños. Quizá sólo te timen un poco; o quizá pierdas a tu esposa, a tu perro y a tus hijos. Las multis suelen ser algo más honestas a la hora de tangar”[1].

the auteurs foto 3Haines venía de grabar en 1991 el último disco de The Servants, Small Time, codo a codo con David Westlake, el alma del grupo, pero no se llegó a publicar en su momento[2]. El empujoncito final, tras ese varapalo The Servants dejaron de existir. Mientras, Haines se daba prisa para dar cuerda, junto a su novia Alice Readman, a su nueva criatura, una donde su amor por el glam iba a convertirse en un nuevo patrón y la mordacidad en una forma de subsistencia.

Luke Haines: “No era un momento ni bueno ni malo para empezar como grupo. Los Happy Mondays se acababan de separar; era el final de Manchester, había una invasión de bandas de rock americanas y una “nirvanamanía” muy potente”[3].

Más allá de que fuera o no buen momento, New Wave fue la ejemplificación del talento de Haines. Su aura trascendió poderosamente sobre su pasado musical, enmarcándose un cuadro a su medida. New Wave era un disco tipo Doryan Grey: acumulaba décadas de pop entre sus surcos, pero nunca sonaba viejo. Pero lo mejor, es que entre sus trece piezas maestras se encontraban suficientes singles como para poder hacerle la guerra a cualquier nuevo advenedizo a la causa Britpop. De hecho, hits instantáneos como ‘Showgirl’, ‘Bailed Out’ o ‘How Could I Be Wrong’ no tenían nada que envidiar a los primeros grandes ganchos de Suede, Blur u Oasis. Entonces, ¿qué falló? Haines no contaba con la ambigüedad sexual de Suede, ni con el arrebato juvenil de Blur y sus kilos de ironía envenenada no sentaban bien. ¿Cómo podía parecer más listo un músico que un crítico? Pecado mortal. Mientras los Gallagher disfrutaban del beneplácito por su adecuación al rock & roll lifestyle, Haines prefería poner en tela de juicio absolutamente todo lo que le rodeaba. En realidad, su sarcasmo rencoroso estaba más cerca de un Mark E. Smith que de un nostálgico con gafas a lo John Lennon. Esta mezcla de glamour Bowiano y amplificación de la mala baba que se gastaban The Kinks nunca fue del agrado de las masas. Sin embargo, tras este primer round, a Haines aún le quedaban arrestos para dar más guerra. Lejos de evaporarse, el talento de Haines para evocar sus fuentes musicales[4]era tan hábil como la de alguien tan avispado como Jarvis Cocker. Su personalidad siempre estaba implícita en todo momento. Las canciones de The Auteurs siempre pueden reconocerse en sus primeros acordes. Esa extraña sensación de melancolía marcial, Haines tenía una fórmula, pero su resolución no caló todo lo que él quisiera.

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Tiempos de reconocimiento.

En los primeros momentos de vida de The Auteurs, la Britpress vio en él un nuevo complemento con el que poder seguir dando juego. Sin embargo, Haines no es un tipo al que le guste seguir ningún juego. Él siempre marca las reglas.

Luke Haines: “Durante la primera mitad de los ’70, la NME siguió hablando pomposamente a todos los lectores peludos que tenía sobre Genesis, Yes y Jethro Tull. A finales de ‘77, la revistilla finalmente había oído el goteo de los centavos, agarrándose desesperadamente a los faldones del agonizante movimiento punk. En el momento más estelar de la nueva década, la NME trató de reinventarse como la lectura elegida para algunos de los supuestos catadores de café expresso de post-punk sofisticado. Desafortunadamente, la publicación no tuvo el valor de sus convicciones, y se negó a saltar en la parte menos profunda de la piscina y chapotear con The Face y otros efímeros materiales lustrosos de la época. En realidad, a principios de los años 80, NME era sólo una versión menos humorística en la denuncia de irregularidades del Socialist Worker. ¡Por Dios!, incluso escritores ‘estrella’ como Paul Morley proclamaban a Kid Creole and the Coconuts como  el futuro del ‘New Pop’. New Pop. Jajajaja”.

“Me tumbo en la cama, ojeando la Melody Maker. La maldita Melody Maker, en la que da la casualidad que yo estoy en la portada. Con la cara pálida y con una iluminación de fondo para que el efecto mesiánico sea completo, mi pelo es demasiado largo y -UH OH- me parezco a Peter Frampton en la portada de Frampton Comes Alive. No es un buen look. El titular dice: ‘El año pasado te trajimos a Suede, este año os traemos a The Auteurs…’. Y en letras grandes: “LOS NUEVOS SALVADORES DEL ROCK”[5].

Haines odiaba ser cercado por la red del Britpop o, por lo menos eso es lo que él decía.

Luke Haines: “Siempre he estado en contra de la idea de una escena. La gente interesada en formar parte de una escena lo hace porque no es suficientemente buena para mantenerse por su cuenta. Formar parte de algo que les hace parecer mejores. The Auteurs se crearon un poco como vacuna cultural. Yo no escuchaba música contemporánea, surgimos del aislamiento, sin ninguna influencia de las bandas británicas del momento. Sumarnos a todo aquello del brit-pop habría sido contraproducente para nosotros en términos artísticos”[6].

En realidad, ¿te ves dentro de la tradición de los outsiders del pop británico?

Luke Haines: “Sí, absolutamente. No los comparo conmigo, pero gente como John Cale, Syd Barrett, Kevin Ayers, especialmente ese tipo de gente en Harvest Records tal vez en los años 70, eran una especie extraña de personas que se permitieron hacer lo que les dio la gana, sin mucho interés en colarse dentro del mainstrean”[7].

En realidad, “The Auteurs proclaman un locuaz retorno al oficio de la canción. El cantante, Luke Haines adora la quintaesencia de la ironía y la frialdad. Compositores ingleses como Ray Davies de The Kinks. El álbum debut de la banda, New Wave, incluso contenía un himno anti-grunge llamado ‘American Guitars’”[8].

Efectivamente, Haines había puesto sus armas al servicio de la guerra declarada del Britpop. Si bien nunca aceptó su inclusión en el redil, Haines fue uno de los críticos más aguerridos con la invasión americana comandada por Nirvana. ‘American Guitars’ no sólo era un indicativo de estas propensiones, sino todo un himno que no pasó desapercibido.

How they’d struggled
For their art
Some people
Were born to write
Some people
Were born to dance
Thought I knew
My place in the world
Thought I knew my art
Glad to be there, see them begin
It was easy to see
They were the best band to be in
American Guitars…[9]

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New Wave no entró dentro de las grandes ligas del Britpop, pero, a día de hoy, su estela sigue siendo una de las más rutilantes de aquellos años. Según Haines, una de las causas de su fracaso tuvo que ver con su falta de oportunismo. Su inquina tenía un objetivo claro: Blur y su segundo LP.

Luke Haines: “Nosotros grabamos el disco antes, aunque salieron casi al mismo tiempo. Definitivamente, Damon Albarn utilizó nuestras ideas en Modern Life Is Rubbish de Blur, un disco que no surgió precisamente como vacuna cultural, ni del aislamiento, sino de haber escuchado a The Auteurs y Suede. Blur supieron captar lo que era trendy en aquel momento, eso es todo. La historia les ha puesto como inventores del brit-pop, y quizá sea cierto, pero lo inventaron después de robar ideas a The Auteurs y Suede”[10].

Pero Haines no se iba a rendir tan fácilmente…

Luke Haines: “Tienes veintitantos años para escribir tu primer álbum y luego seis meses para escribir el segundo”[11].

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Segundo asalto.

Now I’m A Cowboy (Hut Records, 1994) fue el segundo asalto de The Auteurs. A pesar de tener menos tiempo para sembrar un generoso cultivo de inspiración, Haines afinó un repertorio tan fascinante como en su primer LP. Más dramático, grandioso, Now I’m A Cowboy contiene algunos de los momentos más sobrecogedores de toda la generación Brit. Pero ni con auténticas gemas preciosas, como ‘New French Girlfriend’, ‘Undergorund Movies’ y ‘Chinese Bakery’, Haines pudo clamar revancha a Blur, quizá el motor vengativo para dar lo mejor de sí en aquellos tiempos.

Luke Haines: “No me molestó mucho el fracaso comercial de Now I’m A Cowboy. La cuestión es que, en realidad, no fue un fracaso: el álbum llegó al número 17 en las listas británicas, e incluso aguantó durante algunas semanas. También estuvo en el top ten de un par de países escandinavos. Jesús, eso está bastante bien; ninguno de mis grupos favoritos llegó a las listas de éxitos. El hecho de estar en el top 20 de mierda es una sorpresa y un alivio. Después de los dos últimos singles me estaba temiendo lo peor. Al parecer, sin embargo, mis propios éxitos y fracasos son parte de alguna cosmología intrínsecamente vinculada, que no tiene nada que ver con el arte y se conoce con el nombre de contexto. Blur lanzó su irritante álbum Parklife aproximadamente al mismo tiempo que Now I’m A Cowboy. Se vendieron 46 mil millones de copias sólo en Swindon, y el mundo cambió para siempre. Desde ese momento en adelante, todo lo que vendiera menos de 46 mil millones se consideraba un fracaso rotundo. Ahora estamos en una trayectoria diferente”[12].

Al mismo tiempo que se publicaban los discos de Auteurs y Blur ocurrió la gran tragedia: Kurt Cobain se suicida y con ello el grunge pierde todo sentido de ser. Como un reguero de pólvora, los efectos colaterales afianzarán la materialización del Britpop.

Luke Haines: “Nunca podría haber ocurrido sin Kurt Cobain, vivo o muerto. Pero fue la muerte del cantante lo que marcó un cambio radical en el panorama musical británico. Esta cosita llamada Britpop, que ya estaba burbujeando, por fin pudo sostenerse sobre sus propios pies, ahora que el coloso de Kurt había sido vencido. Si, y es un gran “si”, después de Nevermind Cobain hubiera abrazado su estrellato y rechazado el callejón sin salida artística de In Utero y, al igual, decidiera seguir viviendo, entonces tengo serias dudas de que la cosa estúpida del norte de los hermanos Gallagher tuviera una sola oportunidad. Por supuesto el irritante Parklife de Blur ya estaba haciendo un gran negocio, y el His ‘n’ Hers de Pulp habían vendido bien, pero sin el inesperado y abrupto fin de Nirvana, no habría habido ninguna batalla de entretenimiento por el número uno entre Blur y Oasis. No habría Young British Artists. No habría Cool Britannia. Nirvana era toda una fuerza de la naturaleza. Kurt Cobain no sólo se suicidó groseramente a sí mismo, sino que se fue dejando la puerta abierta con sangre”[13].

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La carta de defunción del Britpop.

En vez de aprovechar el nuevo panorama abierto tras la muerte de Cobain, Haines tomó la decisión más consecuente con su propia naturaleza: ayudar a matar el Britpop. 1996 fue el año en que el Britpop comenzó su declive. Hacía tiempo que Haines se había hecho a la idea de que ya nunca podría escalar hacia el estrellato. Posiblemente, las palabras de Haines eran sinceras, cuando decía que se sentía más cómodo desde una posición secundaria. Sin embargo, vista la tormenta de resentimiento que Haines expulso en 1996, resulta difícil de creer. Ese año Haines trazó un doble plan. El primero fue tragarse sus propias palabras. De haber escrito una declaración como ‘American Guitars’ ahora resulta que Haines se iba a aliar con Steve Albino, uno de los productores del In Utero y gran cabeza pensante del post-hardcore americano. ¿Ironía o plan orquestado? Haines estaba decidido a destrozar el Britpop desde dentro, aunque fuera periféricamente. Para empezar, su alianza junto a Albini, gestando After Murder Park (Hut Records, 1996), un álbum que seguía con la dinámica de los dos primeros LPs, pero con un nuevo enfoque de “guitarras americanas”, sucias, estridentes. El disco suena maravillosamente antinatural. Definitivamente, Haines se decidió por gestar el gran disco grunge del Britpop, y lo consiguió. After Murder Park es Frankestein, un monstruo hecho con partes de otros cuerpos: mitad Brit, mitad grunge, una bestia que tampoco era nada nuevo[14], sino la confirmación de las ansias de Haines por sembrar la semilla de la discordia y hacer un tajo desproporcionado desde el corazón Brit.

Si After Murder Park fue el vehículo de la venganza de Haines, entonces su proyecto paralelo, Baader Meinhof fue la metáfora de sus intenciones. Que se puede decir de un disco inspirado por el famoso comando terrorista alemán de los ’70. Haines no sólo se apropia de su nombre, sino que hace un disco conceptual sobre la historia de la banda liderada por Ulrike Meinhof y Andreas Baader.

El atentado de Haines fue su deformación del código Brit con los genes de su gran enemigo. Tras eso, ha seguido una trayectoria por el carril secundario del pop, que ha dado sus mejores frutos en Black Box Recorder, una fascinante anomalía de críptico pop electrónico.

Misántropo, enciclopédico, con la derrota dibujada tras una sonrisa de loco, tras dos décadas, Haines sigue con sus hostilidades. Ha llegado a escribir el demoledor libro Bad Vibes: Britpop And My Part On Its Downfall (2009). Su genoma pertenece al de los grandes bufones del pop: los que mediante sus ataques cáusticos disfrazan un genio siempre agazapado para embestir a la menor ocasión. Y si no que se lo pregunten a Momus y Denim. ¿Alguien habló de Britpop de gasolinera?

 


[1] Luquero, César: “The auteurs: el mundo se equivoca”, Rockdelux, página 13.

[2] Small Time fue publicado en 2012Cherry Red, 21 años después de su grabación. Escuchado hoy en día, esta obra se erige como uno de los discos más bellos y misteriosos de todos los nacidos de la no-revolución del C86. Incluso más inspirado que su anterior trabajo, Disinterest (Paperhouse Records, 1990). Desgraciadamente, el único error de The Servants fue definido por Haines a la perfección: “Es art-rock con diez años de retraso y y quince de adelanto”.

[3] Bianciotto, Jordi: “En nombre de la Union Jack: auge y caída del brit-pop”, Teen Spirit: de viaje por el pop independiente,  pag. 322.

[4] Luke haines: “Se ha dicho que The Smiths eran mi mayor influencia, pero no es así, aunque me gusta mucho el disco Vauxhall And I  de Morrisey. Pero había algo en la música y la actitud de The Smiths, no sé, que era precisamente demasiado indie para mi gusto. Mi modus operandi en The Auteurs estaba más cercano a lo que hizo gente como The Modern Lovers y The Kinks en su periodo de Village Green Preservation Society (Pye, 1968). También se ha publicado que me marcó George Harrison, cuando es alguien a quien solo he escuchado ocasionalmente. Conozco los discos de The Beatles, pero nunca he sido un gran fan del grupo”[4].

Fuente: Bianciotto, Jordi: “En nombre de la Union Jack: auge y caída del brit-pop”, Teen Spirit: de viaje por el pop independiente,  pag. 323.

[5] Haines, Luke: Bad Vibes: Britpop And My Part On Its Downfall, página 34. (Traducción del autor.)

[6] Bianciotto, Jordi: “En nombre de la Union Jack: auge y caída del brit-pop”, Teen Spirit: de viaje por el pop independiente,  pag. 323.

[7] Murray, Robin: “The Fall Of The Outsider: Luke Haines”, Clash. (Traducción del autor.)

[8] Reynolds, Simon: Bring The Noise, página 154. (Traducción del autor.)

[9] Cómo había luchado
por su arte
Algunas personas
han nacido para escribir
Algunas personas
han nacido para bailar
Pensé que sabía
cual era mi lugar en el mundo
Pensé que conocía mi arte
Me alegro de estar allí, ver el inicio
Era fácil de ver
Eran la mejor banda en la que poder estar
Guitarras americanas…

[10] Bianciotto, Jordi: “En nombre de la Union Jack: auge y caída del brit-pop”, Teen Spirit: de viaje por el pop independiente,  pag. 323.

[11] Haines, Luke: Bad Vibes: Britpop And My Part On Its Downfall, página 34. (Traducción del autor.)

[12] Ibídem, página 97. (Traducción del autor.)

[13] Ibídem, página 99. (Traducción del autor.)

[14] ‘Glad To Be Gone’, un tema de las sesiones de Now i’m A Cowboy, suena como si Bowie tuviera a Shellac de banda de acompañamiento.

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