Tras el segundo disco de Vallenfyre, en el que de nuevo Greg Mackintosh jugaba un papel preponderante, y el debut de Nick Holmes con Bloodbath, aventuras resueltas ambas con un bagaje muy satisfactorio y ya tratadas en esta página, ambos regresaban a su casa, la cual siguen construyendo desde sus cimientos sin que nunca seamos capaces de ver un final en un eterno sendero de progresión y redescubrimiento. Un devaneo continuo que nunca deja indiferente a nadie, provocando víctimas a la par que nuevos creyentes en cada nueva etapa. Su casa es Paradise Lost, una formación que se ha ganado a pulso el estatus de banda de culto.
Su última estación, al menos de momento, ha recibido el nombre de The Plague Within (Century Media, 2015). Un nuevo estallido de los británicos que parece devolverles poco a poco a sus orígenes en el metal extremo. Sin embargo, sigue manteniendo suficientes tintes melódicos como para contentar a un amplísimo espectro de su público, ofreciendo, de nuevo, una amalgama de fiereza y suavidad en dosis estudiadas, aunque es su cara más agresiva la que parece preponderar en su nuevo álbum.
No Hope in Sight, el tema que inicia The Plague Within, no marca el camino del resto del disco, por el contrario se muestra como un islote que junto a Cry Out, noveno corte, parecen formar un cinturón de calma que trata de sujetar la tempestad que se genera en su interior. Nick Holmes se muestra más melódico y las guitarras y la base rítmica nunca tratan de acelerar el tempo sosegado que marca No Hope in Sight. Terminal, casi con timidez, comienza a pisar el acelerador, Nick nos acostumbra a su ligera voz gutural y Greg, Aaron Aedy, Steve Edmonson y Adrian Erladsson esperan a la mitad del corte para darle más crudeza a su sonido, luchando contra la voz de Nick que mantiene su voz mezcla de gutural y melódico. La intro a base de viola y violín de An Eternity of Lies es el prólogo perfecto para otro momento 100% Paradise Lost, mezclando doom y gótico con emoción contenida.
Punishment Through Time marca el inicio definitive del desenfreno de los sonidos más extremos, con riffs más agresivos y machacones, más death metal al igual que Beneath Broken Earth que recuerda a los mismos Vallenfyre de Greg, con esa atmósfera tan opresiva resultado de un tempo lento. Sacrifice the Flame y Victim of the Past ahondan aún más en el camino marcado por An Eternity of Lies, mientras que Flesh From Bone rompe con todo y se vuelca en el death metal recordando más que nunca a los primeros Paradise Lost. Return of the Sun sirve como epílogo tras la ya comentada Cry Out, dejando un excelente sabor de boca en un disco notable. Seguramente no sea la mejor obra de Paradise Lost en su ya larga carrera, pero seguramente se colocará entre los mejores discos de metal de este 2015.