Clonación. Apuntes de 2001 (IV): clonación de animales

Dolly

La oveja Dolly, el primer mamífero clonado de la historia, nace el 5 de julio de 1996, pero no se la presenta en sociedad hasta el 23 de febrero de 1997 en la revista Nature. Su padre, el científico escocés Ian Wilmut junto con su equipo del Instituto Roslin, crearon a la oveja Dolly a partir de una célula de las glándulas mamarias de otra oveja. En el proceso intervinieron tres ovejas: la primera, la donante de la célula, que contenía la información genética que se traspasó a Dolly; la segunda, que prestó su óvulo desnucleado; y por último, la oveja que gestó a Dolly, la cual no aportó información genética ninguna, tan sólo sirvió de anfitrión. Por tanto, la oveja es el producto de tres madres y carece de padre.

A pesar del éxito del experimento realizado por Wiulmut y su equipo, el resultado es la consecuencia de cientos de experimentos anteriores, en los que por supuesto, el denominador común era el fracaso. Dolly es el producto de un experimento con 430 óvulos, “de los que se obtuvieron 277 óvulos reconstituidos, que se cultivaron por separado durante seis días. 29 blastocitos “normales” se transfirieron  a hembras receptoras. Algunos fueron fetos neonatos muertos, o con alteraciones del desarrollo. El único éxito fue Dolly[1].

Primeros experimentos

El primer experimento de clonación en vertebrados se hizo en 1952 por los científicos Briggs y King, con ranas. En los años ’70 Goudon logra clonar sapos con núcleos de células de fases larvarias tempranas. Sin embargo, el experimento fracasó al intentar clonar sapos a partir de células de adultos.

Hasta el momento, y sobre todo después del boom que supuso la clonación de Dolly, se han conseguido ratones clonados (el primero fue en octubre de 1997), por un equipo japonés; ganado bovino; ganado caprino; y recientemente ganado porcino, nacieron cinco lechones, “con dos subgrupos de tres y dos que eran clones entre sí y con respecto al correspondiente donante”[2].

 El porcentaje de éxito en la técnica que dio a luz a la oveja Dolly está todavía muy lejos de considerarse alentador. “Sólo el 2% de los embriones de animales clonados llega a término”[3], ha declarado el doctor Harry Griffin, del Roslin Institute, el centro escocés donde se clonó a la oveja Dolly después de más de 270 intentos fallidos.

Problemas del método 

Al ser una técnica nueva presenta graves problemas. El problema principal es la “reprogramación”. “Es posible “reprogramar” el material genético nuclear de una célula diferenciada (algo así como volver a poner a cero su reloj, de modo que se comporta como el de un zigoto). De este modo, este núcleo comienza a “dialogar” adecuadamente con el citoplasma del óvulo y desencadena todo el complejo proceso del desarrollo intrauterino”[4]. Pero no siempre es así, ya que las células adultas implantadas en el óvulo tienen muy poco tiempo para hacer su trabajo (apenas unos minutos), a diferencia de las células fertilizadas normalmente. “Cuando el núcleo se transfiere a un óvulo, ese patrón de actividad genética tiene que reprogramarse para adoptar el patrón típico de un embrión. La reprogramación es un proceso bastante natural. Las células que, en el curso normal de la vida, dan lugar a los óvulos y a los espermatozoides ejecutan esa reprogramación sin ningún problema. Pero cuentan para ello con meses o años. El núcleo adulto introducido artificialmente en un óvulo sólo tiene unos minutos, y por eso el proceso falla muy a menudo”[5].

 “La interpretación habitual de los fracasos se achacaba a la pérdida de la totipotencia de las células embrionarias muy pronto en el curso del desarrollo. Durante éste, se supone que se van activando y reprimiendo partes del genoma, de manera que el estado del ADN del núcleo de una célula en un adulto es muy distinto al del óvulo recién fecundado; el del adulto resulta incapaz de expresar adecuadamente toda la secuencia de órdenes necesarias para el desarrollo y morfogénesis. Por esta razón, en los experimentos que se han llevado a cabo, se ha tendido a emplear células de embrión, mejor cuanto más precoz: se supone que dichas células tienen todavía en buena medida la totipotencia que se pierde en las células del adulto y son mejores candidatas para la realización de una clonación con éxito”[6].

Existen otros problemas que se han dado en la experimentación con animales: anomalías en la placenta de los individuos clonados, defectos en las células sanguíneas, enfermedades cardíacas, problemas en el sistema inmune, deformidades en riñones y cerebro, problemas pulmonares, mortalidad elevada, enfermedades del hígado, problemas cardiovasculares, sobrepeso, tamaño desproporcionado que se conoce como el síndrome de la descendencia grande. La oveja Dolly envejece a un ritmo superior al normal. Sin embargo, se han realizado informes sobre terneras clónicas en los que se ha producido un rejuvenecimiento a un nivel molecular.

En Texas se clonó un novillo que contrajo diabetes juvenil del tipo 1, algo inaudito en animales. Los científicos de Advanced Cell Technology perdieron un buey salvaje aparentemente sano 48 horas después del nacimiento. Asimismo, John Hill, experto en fisiología reproductiva de la Universidad de Cornell, Estados Unidos, dijo que clones de ganado nacieron “con cabezas similares a las de un bull-dog” y que “ninguno sobrevivió”[7].

¿Para qué sirve la clonación de animales?

La clonación de animales supone tan sólo un paso más para el avance de la ciencia en provecho del ser humano. No obstante, la clonación de animales se ha visto como una medida in extremis para salvar especies en peligro de extinción. Una de ellas es el oso panda chino, cuya reproducción, de por sí difícil,  se produce en un espacio reducido y siempre con los mismos individuos. Éste es uno de los motivos por los que está al borde de la extinción. Científicos chinos han tenido la gran idea de clonar osos panda para evitar su desaparición, algo que resulta totalmente ilógico cuando parte de la culpa del peligro de extinción al que se ve amenazada esta especie es su mermada variedad genética, que con la clonación se vería todavía más perjudicada. Este no es el único caso; se pretende clonar incluso animales ya extintos, como el bucardo (una subespecie de cabra montés del Pirineo español) o una especie de marsupial australiano como el tigre de Tasmania, de los que se posee material biológico. Con esto se pretende una especie de exhumación de los cadáveres de especies cuya extinción ha sido el resultado en su mayoría por la intervención humana. Es como pegar una tirita en un muñón. Estos científicos pretenden reparar lo que ya es inevitable, cuando lo que deberían hacer es unir todas sus fuerzas para que otros animales en peligro de extinción no corran la misma suerte.

Con semejante panorama de enfermedades, muertes y monstruosidades resulta difícil que alguien pueda pensar en la clonación humana a corto plazo. Y debería meditarse si lo que se está haciendo con los animales clonados no es sino algo inmoral a pesar de que su fin pueda suponer una mejor calidad de vida para los hombres.

 

 


[1] http://www.ugr.es/~eianez/Biotecnologia/Clonacion.html

[2] http://www.ugr.es/~eianez/Biotecnologia/Clonacion.html

[3] http://www.healthig.com/clonacion/clonacion17.html

[4] http://www.geocities.com/ResearchTriangle/Campus/9851/clon1.htm#QUE

[6] http://www.geocities.com/ResearchTriangle/Campus/9851/clon1.htm#QUE

[7] www.ideal.es/waste/clonacion.htm