José Eugenio Lucas, experto en el conflicto congoleño, escribe en su valiosísimo artículo R. D. del Congo: 20 años de guerras lo siguiente: «Razones económicas relacionadas con garantizar el control de los recursos naturales para las multinacionales occidentales también jugaron un papel fundamental en las causas de la primera guerra y fueron las causas de la segunda en el año 1998»[1].
Poco después de que Laurent Kabila se autoproclamase jefe de estado de la República Democrática del Congo, dio comienzo la Segunda Guerra del Congo que, aun con breves intervalos de paz, perdura hasta hoy día.
«La guerra ha tenido dos bandos: Por un lado Ruanda, Uganda y Burundi, apoyados por los Estados Unidos, el FMI y el Banco Mundial, y ligados a varias milicias “rebeldes” como el Movimiento de Liberación del Congo (MLC), Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) del general renegado Laurent Nkunda y la Coalición Congoleña para la democracia (ACD).
Por el otro, la RDC que obtuvo ayuda para mantener su integridad por parte de Angola, Namibia, Zimbabwe y Chad y las milicias hutus y mai-mai»[2].
En el lapso de un año, los minerales habían pasado de ser una herramienta para financiar la guerra a convertirse en un fin en sí mismo. José Eugenio Lucas señala: «El coltán puede considerarse como la principal causa del desencadenamiento de la última guerra en el Congo»[3]
Fidel Bafilemba, activista congoleño, recuerda: «Yo nací y crecí en esta parte del país y nunca había oído hablar del coltán. Cuando la demanda en esta zona por parte de la industria electrónica empezó a crecer, entonces vivimos lo que se llamó el boom del coltán»[4].
A finales de siglo XX, las reservas de este mineral, indispensable para la fabricación de productos electrónicos como microchips, ordenadores portátiles o teléfonos móviles, empezaron a escasear en Brasil, Australia y Tailandia. En aquella época se producía un verdadero auge en la fabricación de este tipo de productos, sobre todo en el sector de los celulares y los videojuegos.
«A principios de 2000, Sony presentó la muy esperada Sony Playstation 2. La arrolladora demanda de los consumidores de este producto provocó en toda la industria el temor a la escasez de coltán. Ese miedo hizo que el precio del coltán se disparara de 100 a más de 300 dólares el kilo»[5].
«Lógicamente, todos los que conocían el valor de estos minerales se lanzaron a su búsqueda y sobre las minas»[6], asevera Fidel Bafilemba.
La élite política ugandesa y ruandesa, lideradas por Yoweri Museveni y Paul Kagame, respectivamente, estuvo detrás de esta nueva invasión. El gobierno de Ruanda, que se había introducido en tierras congoleñas con el propósito de capturar a los genocidas, regresaba de nuevo con fines muy distintos. Peter Rosenblum remarca: «Incluso Estados Unidos consideró en aquella época la posibilidad de que sus aliados estuvieran metidos en eso por dinero»[7]. Se creó el R.C.D. (Agrupación Congoleña por la Democracia), una milicia rebelde que, a pesar de su nombre, no era congoleña, sino ruandesa. Su objetivo: saquear los recursos naturales del Congo.
«En 2001, Human Rights Watch informó de que las tropas de Ruanda en el Congo superaban a las congoleñas en una proporción de casi 4 a 1, que Ruanda controlaba un área superior a 15 veces a la misma Ruanda y que las afirmaciones de conflicto étnico eran una mera tapadera de la invasión de Ruanda»[8].
«Las guerras del Congo fueron guerras por delegación -o proxis-, donde los Estados Unidos utilizaron a Ruanda y Uganda para llevar a cabo los derrocamientos de las presidentes congoleños que no se ajustaban al perfil requerido para garantizar el control de los recursos por las multinacionales occidentales. A su vez Ruanda y Uganda utilizaron guerrillas proxis congoleñas para que no se notase demasiado que estaban invadiendo el Congo. […] Pronto se establecen unos frentes de batalla que determinan que casi todo el este del Congo con sus minas quede en poder de Ruanda, Uganda y sus guerrillas congoleñas proxis en una situación muy cambiante especialmente después del enfrentamiento militar entre Ruanda y Uganda que se disputan las zonas de diamantes y oro; la mayor parte del coltán y la casiterita ya estaban en manos de Ruanda. Las zonas más violentas son aquellas cercanas a las principales minas»[9].
«Naciones Unidas en su informe S/2002/1146 de 16 de octubre de 2002 dijo: “para los más de 20 millones de personas que viven en las cinco provincias de la región oriental de la República Democrática del Congo, el número de defunciones directamente atribuibles a la ocupación de Ruanda y Uganda puede estimarse entre 3 y 3,5 millones de personas”. Más recientemente, en julio de 2004, el Internacional Rescue Committee estimaría en 3,8 millones el número de muertes atribuibles directa o indirectamente a la guerra desde el año 1998»[10].
Lo más escandaloso es que, durante aquel periodo, se produjo en la comunidad internacional «un silencio absoluto a este respecto. Nadie admitía que Ruanda estuviera invadiendo el Congo en aquella época»[11], revela Fidel Bafilemba.
El 4 de marzo de 2000 salió al mercado la Play Station 2. Sony ganó 150 millones de dólares con las ventas[12].
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[1] José Eugenio Lucas: R. D. del Congo: 20 años de guerras, Umoya, 25 de noviembre de 2016, https://umoya.org/2016/11/25/r-d-del-congo-20-anos-de-guerras/
[2] Hedelberto López Blanch: El trasfondo económico del coltán. Guerra en la República Democrática del Congo, 23 de noviembre de 2008, Rebelión, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=76377
[3] José Eugenio Lucas: El coltán y la guerra del Congo. Rapiña y complicidad internacional, Diagonal, 1 de marzo de 2007, https://www.diagonalperiodico.net/global/coltan-y-la-guerra-del-congo.html
[4] Michael Ramsdell: Cuando los elefantes luchan, (2015)
[5] Ibídem
[6] Ibídem
[7] Ibídem
[8] Peter Erlinder: Los aliados de Estados Unidos y del Reino Unido expolian las riquezas del Congo mientras mueren millones de personas. Informe de expertos de Naciones Unidas (2001-2003), 11 de diciembre de 2008, Rebelión, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=77297
[9] José Eugenio Lucas: R. D. del Congo: 20 años de guerras
[10] José Eugenio Lucas: El coltán y la guerra del Congo. Rapiña y complicidad internacional
[11] Michael Ramsdell: Cuando los elefantes luchan
[12] Ibídem