Hace dos meses que nos hicimos eco de la publicación de “Plural” (Editorial Milenio, 2016). No era para menos. En este libro, F.J. Barbero se adentra en la misma esencia e historia de los Pet Shop Boys, mostrándolos en todas sus facetas, que no son pocas precisamente. La tremenda labor de investigación y análisis llevada a cabo por el autor es de las que reevalúan el concepto de “obra definitiva” sobre un grupo. En este caso, llegando hasta detalle microquirúrgicos pero básicos para contar con todos los músculos que dan vida a la historia del dúo más famoso de lo que se entiende por tecno-pop. Y que en el caso de los chicos de la tienda de animales llega hasta terrenos perfectamente diseccionados por F.J. Barbero, en un trabajo que, como mínimo, se merece una entrevista con su firmante.
La primera, resultona pero inevitable: ¿cómo te surge la idea de meterte en este proyecto?
Llevaba tiempo queriendo escribir sobre música, pero ya había volúmenes sobre mis artistas favoritos: Jean Michel Jarre, Leonard Cohen, Depeche Mode… Cierto día reparé en que no había literatura en español sobre Pet Shop Boys (excepto el breve libro de Jordi Bianciotto de mediados de los 90).
¿No tenías miedo de aventurarte con un grupo como Pet Shop Boys, tan alejado del estándar rock de los ensayos musicales que se publican en España?
Sabía que era un reto difícil, pero una vez que empecé iba tomando más confianza en el proyecto.
A lo largo del libro, se palpa un trabajo de campo, sencillamente, descomunal. ¿Cuántos años, meses, horas te ha robado llevar a buen puerto este libro? ¿20 años?
Comencé a escribirlo tras ver un concierto en 2009. Pero desde que me puse en serio hasta que se ha publicado, unos cinco años largos.
¿Cómo puedes llegar a enterarte de lo que pidieron para comer Neil Tennant y Madonna la primera vez que se encontraron?
Leyendo e investigando mucho. Había tardes que me las pasaba leyendo entrevistas para sacar un mínimo dato relevante (mira la bibliografía ¡da vértigo!). Hay poca ficción en el libro. El corpus principal son datos contrastados, si acaso un cinco por ciento de novela para engranar ciertas partes del relato y una pizca de humor.
Uno de los aspectos más interesantes es tu inmersión dentro de los engranajes de las canciones, de las herramientas con las que fueron ensambladas. ¿Hasta qué punto tuviste que romperte la cabeza para llegar a tales niveles de investigación?
Aquí la inspiración fue el libro de Rubén Alonso sobre Jean Michel Jarre (Ed. Cátedra, 2000). Cuando lo leí hace años, nunca pensé que la música se podía escuchar leyéndola, porque Alonso describía magistralmente los movimientos de cada uno de los discos conceptuales del músico francés.
Conforme pasan las páginas, queda subrayada la intención de mostrar la “pluralidad” de la obra de los Pet Shop Boys. ¿Crees que han acabado injustamente delimitados bajo los parámetros de un dúo tecno-pop ochentero? ¿Cómo los definirías tú?
Es posible, pero creo que mucha gente los está redescubriendo. ¿Cómo los definiría? como un dúo de tecno pop en constante evolución. Un grupo con unas bases sólidas en su concepto pero con constantes ramificaciones.
En tu libro, las etapas del grupo están perfectamente delimitadas. Lógicamente, la “etapa imperial” es la más reconocida por todos los que hemos seguido la carrera de Tennant y Lowe desde sus comienzos. Sin embargo, tu enfoque juega a ser, al mismo tiempo, una obra para no iniciados y eruditos en el tema. ¿Cómo te fue posible conjugar estas derivas y no morir en el intento?
Cohen dijo que cuando adaptó la letra de Lorca para crear «Take this waltz», le costó un año y una depresión. Creo que una parte de mí también ha muerto… Nunca pensé que un proceso creativo fuera tan desgastador.
Volviendo a las múltiples etapas de Pet Shop Boys, ¿cuál crees que es la menos reconocida?
La gira Performance de 1991.
Desde “Bilingual”, los Pet Shop Boys han ido perdiendo el favor de la crítica. Quizá porque cada nuevo disco tenía menos que ver con la evolución del pop, que ellos mismos propulsaron en los 80, y sí más un recuerdo nostálgico. Al menos ésa era mi opinión antes de leer tu libro, en el que aportas y reivindicas con munición de sobra el trayecto de los Pet Shop Boys en estos últimos 20 años. ¿Qué significan para ti los Pet Shop Boys actuales comparados con su época de gloria?
Pluralidad: no todos los grupos han compuesto un musical, una banda sonora, música para una obra infantil, un ballet… sin contar los álbumes, vídeos, remezclas…
¿Qué nos podemos esperar en el futuro de los Pet Shop Boys? ¿Serán capaces de sacarse otro “Yes” de la manga?
Pues supongo que el siguiente disco cerrará la trilogía que inició con Electric (x2, 2013), por tanto estará producido de nuevo por Stuart Price. Así se cerrará su «época de Berlín». Por otra parte, tienen intención de publicar material de sus archivos que han remasterizado. A la segunda pregunta te respondo que sí, que volverán a hacer discos que la gente valorará como clásicos.
Antes de este libro, te encargaste de la traducción de “Yo fui un robot” de Wolfang Flür. El libro más importante sobre esas deidades conocidas como Kraftwerk. Conscientemente o no, estás empujando a la comprensión del pop electrónico dentro de la ensayística musical en España. ¿Queda mucho para romper con la división entre rock y pop? Porque por mucho que se diga, y se haya avanzado en este sentido -que sí-, aún queda mucha gente delimitando muros entre lo “auténtico” -rock- y lo “banal” -música dance-.
Que estoy empujando a la comprensión del pop electrónico… No lo había pensado desde ese punto de vista, pero si a alguien ayuda, mejor. Filantropía pop.
Por otra parte no creo que el rock tenga que tomarse tan en serio. Hay ejemplos en los que el rock roza la intelectualidad o la banalidad. Tomando como ejemplo a Loquillo, claro exponente del rock patrio, en 1983 publica «Yo para ser feliz quiero un camión» y años después musicaliza poemas de Pablo Neruda o Pedro Salinas (entre otros) en La vida por delante (Hispavox, 1994). ¿No es eso también ser plural y ecléctico? La música no debería usarse para distinguirse en esta continua dicotomía propia del ser humano: ¿Eres de derechas o izquierdas?, ¿de ciencias o de letras?, ¿del Barça o del Madrid),…
Ya para terminar, ¿qué le dirías al que se acerca por primera vez al universo PSB? ¿Qué disco le recomendarías para tener su primer electro-orgasmo?
Behaviour (EMI, 1990), sin duda alguna. Ese disco es la quintaesencia de Pet Shop Boys y creo que resume su lado más banal con cosas más serias. En ese disco hay electrónica y sentimientos, orquestaciones y análisis social, síntesis analógica y letras ácidas.