La ausencia escénica de las mujeres

Hablo desde la marginalidad.

No sé si por ser mujer o por lo que escribo. Muchas otras están en el mismo lugar, o en uno parecido.

La presencia escénica de las mujeres en España se conforma, básicamente, de sombras, unas pocas luces, muchos espejismos y, sobre todo, de ausencias.

Hace poco leí que la verdadera igualdad entre hombres y mujeres llegaría, como pronto, en 150 años.

Y, mientras tanto, en una piedra solitaria, sin inscripción alguna, donde habite el olvido, estarán tus textos. No debido a la ignorancia de tus coetáneos, ni a su indiferencia, sino a tus genitales, mujer.

No se trata de discriminación, sino de una injusticia. El ámbito de lo creativo es uno de los campos en el que las mujeres están más excluidas y peor consideradas. Las artes escénicas no se libran. Todavía cargamos con la cruz, aunque nadie, casi nadie, se atreve a decirlo, de ser meros objetos decorativos, condenadas a la belleza, la juventud, al parto. Incapaces de alcanzar el camino del arte. Ah, también somos cortitas. De ahí, que los programadores, los productores no lean los textos que les enviamos, ni siquiera contesten a los emails que les enviamos. ¿Están hasta arriba de trabajo? ¿Las obras que representan son sumamente mejores? … ¿O es que piensan: «´Esta, ¿qué de bueno puede haber escrito?«

El camino de la mujer en las artes escénicas es muy, pero que muy duro. Se trata de un sector absolutamente hermético que cierra las puertas en las narices a todo aquel que se asome a él con fines profesionales, sobre todo si va por libre. Si pasas por el aro, si empiezas tu trayectoria en la RESAD o el Institut del Teatre, la cosa cambia, porque de ahí sales, en parte, docilizado. Hasta hace pocos años prácticamente no existían mujeres directoras. Las actrices, principalmente jovencitas. Las maduras, hala, a interpretar papeles de madre o de abuela loca. Y las dramaturgas, ¿de qué se quejan?, disfrutan de la discriminación positiva. Una bailarina de clásico me dijo en una ocasión: «Lo más duro de mi profesión no es lo físico, sino lo mental. Siempre hay que estar preparada a que te digan que no«. O a que no te digan nada.

No puedes hacer teatro sola. El teatro, como el cine, se hace en comunidad.

Projecte Vaca es una asociación de creadoras escénicas que desde hace más de quince años aúna fuerzas para potenciar la incidencia de las mujeres en todos los niveles del sector profesional, a través de una labor permanente de experimentación, producción e investigación. En los últimos  años lo mejor que he visto en teatro contemporáneo made in Barcelona ha salido de allí, ya sea de su muestra de teatro Novembre Vaca, como del ciclo de ciclo de lecturas dramatizadas, Primavera Vaca. Mercè Espelleta, directora de la asociación, abrió el V ciclo con las siguientes palabras -parafraseando-: «Empezamos con Projecte Vaca, porque la situación de la mujer en las artes escénicas era muy precaria. Y hemos estado trabajando durante todo este tiempo. Tras quince años, la situación sigue siendo la misma».

Las mujeres debemos tener el derecho a crear. A que se den las condiciones de posibilidad adecuadas que permitan dicha creación y su posterior salida al mundo. Si no, seguiremos estando a la cola del mundo, enlodados en los remanentes de la España negra.

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Por supuesto, en este país que se desmorona, la perspectiva de las gentes bien establecidas será muy distinta.

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