El Hamlet catódico: Laura Palmer

«La gente dice que soy la hija perfecta, la niña más feliz del mundo, una chica sin problemas.

Y eso no es verdad».

Laura Palmer

 

«Está muerta, envuelta en un plástico«

estas son, prácticamente, las primeras palabras que oímos en Twin Peaks. Las pronuncia Pete Martell instantes después de que hallara el cuerpo de una mujer en la playa frente a su casa. Aún no sabemos quién es la víctima, ni qué le ha sucedido. Sólo logramos entrever sus cabellos húmedos, escapándose por la abertura del plástico. La identidad del cadáver se revela en el minuto siete del episodio piloto, cuando el sheriff Truman y el doctor Hayward dan la vuelta al cuerpo, y retiran el plástico que cubre su rostro.

Ambos no pueden creer lo que ven sus ojos. Es Laura Palmer.

Acompañada por la estremecedora música de Angelo Badalamenti[1], aparece una de las imágenes más icónicas de la historia de la televisión: Laura Palmer muerta.

1.Laura Palmer envuelta en plástico.

El tono de su piel es grisáceo. Sus rasgos están relajados; no expresan paz, sino una extraña indiferencia. Innumerables partículas de arena embellecen la macabra estampa. El plástico enmarca su cara, como si fuera el manto de una virgen. Laura Palmer es, sin duda, el cadáver más hermoso jamás visto en la pequeña pantalla. Su encanto traspasa el umbral de la muerte. Esto es algo sumamente significativo, pues refleja el imaginario de belleza ideal o metafórica que recorre la serie entera.

Sheryl Lee, la actriz que encarnó a Laura Palmer, relata en una entrevista cómo se creó dicha imagen:

«David es un artista, ya sabes, cuando ves esa imagen de mí con el plástico envuelto alrededor de la cara y las partículas de arena. David colocó esas partículas de arena. David colocó el plástico. Sabía exactamente el color que tenía que tener mi piel y trabajó con artistas del maquillaje. En ese sentido, es un verdadero artista visual. […] Sabía la imagen que quería retratar, hasta los pliegues del plástico. Así que, me sentí realmente como uno de sus lienzos«[2].

No está de más mencionar que David Lynch comenzó su trayectoria artística con la pintura, disciplina que nunca ha abandonado. La imagen de Laura Palmer envuelta en plástico es, efectivamente, un retrato excepcional, una obra de arte pictórico-escultórica enmarcada en la televisión.

A pesar de que Sheryl Lee aprecia la imagen como objeto artístico, no le tiene demasiado cariño, ya que «soy yo, y estoy muerta, ¡es bizarro! [risas] Es un sentimiento extraño. No tengo fotografías mías en el trabajo o en casa, ya esté viva o muerta, [risas] pero especialmente no de estas últimas. Tengo un hijo y no quiero que vea esas cosas«[3].

El rodaje de la escena de Laura envuelta en plástico no fue coser y cantar. En primer lugar, la actriz tuvo que echar mano de técnicas de relajación y meditación para interpretar a un cadáver. Lo que significaba reducir al máximo su sistema interno con el fin de ser capaz de yacer en el suelo, inmóvil, durante varias horas[4]. Además, el cuerpo desnudo de Lee, tan sólo cubierto por el fino plástico, tuvo que soportar las temperaturas gélidas del Noroeste. Así lo cuenta David Lynch:

«Cuando rodamos con ella hacía un frío de muerte, es decir, hacía muchísimo frío. Ella [Sheryl Lee] se tumbaba, y luego teníamos que sacarla de allí, donde había mantas y calentadores ocultos tras un gran tronco. Luego corría unos cincuenta metros para meterse en una tienda de campaña, algo más cálida, para recuperar su temperatura corporal, y luego volvía y rodábamos. Se portó de maravilla«[5].

Cuando eligieron a Lee para el papel de Laura Palmer nadie podía imaginarse lo crucial que iba a ser esta decisión. El personaje no tenía diálogo, por lo que pensaron en contratar a alguien de Seattle, la ciudad más cercana a las localizaciones del rodaje.

Según Lynch:

«Sabíamos que íbamos a rodar en Seattle, y como esa chica no tenía diálogo y sólo tenía que aparecer muerta, no íbamos a contratar a alguien de LA y llevarla allí y pagarle dietas y todo eso, sólo por hacerse la muerta. Así que tenía que ser de Seattle. Miré muchas, muchísimas fotos, y ¡bingo! Había una foto que me parecía perfecta. Así que llamamos a Sherly Lee, pero no tenia el mismo aspecto exacto que en la foto. Hay gente que, si la ves en foto, como un sueño, pero, cuando la ves en persona, el sueño se desvanece. Pero el sueño seguía vivo […] Pero nadie, ni Mark, ni yo ni nadie, tenía la menor idea de que fuera capaz de actuar, o que fuera a tener tanta fuerza tan sólo aparentando estar muerta. O hasta qué punto fue importante esa pequeña decisión«[6].

Laura envuelta en plástico fue la primera imagen que vimos de ella. No obstante, la que todos en Twin Peaks conocían era otra muy distinta: Laura, reina del baile. Contemplamos esta segunda imagen, después de que el director de la escuela haya informado a los alumnos de la muerte de Laura. Vemos los pasillos del instituto desiertos. Una cámara, que parece llevarnos de la mano, nos conduce a la fotografía. Permanece encerrada en el centro de una vitrina, rodeada de otras fotos y trofeos de alumnos. Laura, con cabello recogido y coronado por una tiara. Una sonrisa en los labios, los hombros desnudos. Laura, la chica perfecta, la más popular. Con buenas notas y mejores intenciones. Un ejemplo a imitar: trabajaba para la cafetería Doble R, sirviendo comida a domicilio, ayudaba al hijo discapacitado de Ben Horne y daba clases de inglés a Jocelyn Packard.

86. Laura, reina del baile.El hecho de que la fotografía de Laura Palmer esté situada en el centro de la vitrina no es casual. En el pueblo la joven era conocida por todos. Tal y como argumenta Leo Johnson cuando Cooper y Truman lo interrogan,

«yo sólo sabía quién era, como lo sabe todo el mundo«.

El magnetismo de la joven, su fuerza interior, su personalidad inquebrantable hicieron de ella un puntal de la comunidad. Laura no sólo era popular, sino que era el epicentro de un microcosmos llamado Twin Peaks.

Encontramos dos referencias cinematográficas relevantes tanto en lo que se refiere al personaje como a la misma serie: Laura de Otto Preminger (1944) y El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950) de Billy Wilder. En el primer caso, Laura Palmer toma su nombre de pila de la protagonista del filme de Preminger, así como su belleza, su fuerte carácter y su retrato, que convierte al personaje en omnipresente[7]. La fotografía de Laura Palmer aparece siempre, salvo contadas excepciones, en los títulos de crédito al final de los episodios. Laura es el origen de la serie – recordemos que fue la primera imagen que se les ocurrió a Frost y Lynch -, pero también su quintaesencia. Es el motor que mueve el engranaje de Twin Peaks.

Del mismo modo que para Joe Gillis (William Holden), el joven guionista que protagoniza El crepúsculo de los dioses, el camino de Laura Palmer es trágico. Ambos se hallan envueltos en un mundo del que sólo pueden escapar muriendo. Laura sigue también presente aun después de haber fallecido. No como narradora de su historia, sino de una manera más trascendental. Su existencia había arraigado profundamente en la vida de los lugareños.

La fotografía de Laura en el baile de fin de curso es una mera apariencia. El reflejo de lo que la sociedad exigía de ella. En realidad, Laura escondía secretos terribles y una vida atormentada, que no tardará en salir a la luz. Días antes de su muerte escribe en su diario:

«Sentía como si el colegio, el pueblo y el mundo entero estuvieran burlándose de mí al elegirme reina del equipo… ¿Cómo era posible que no vieran que me consumía el dolor? ¡Cómo se atreven a convertirme en un espectáculo semejante y pedirme que sonría una y otra vez!«[8].

La tercera imagen que conforma el tríptico de Laura Palmer es también una fotografía. A diferencia de la anterior, ésta es en blanco y negro. Revela asimismo a una Laura diametralmente opuesta. No sonríe. Su aspecto es serio, maduro. No parece en absoluto una joven de diecisiete años. Su mirada es desafiante. Implacable. Esta imagen, aun siendo la más desconocida, nos da la clave de la misteriosa personalidad de la joven. Laura era un ser de recovecos escarpados; su vida había sido un laberinto repleto de callejones sin salida. No tardaremos en averiguar que el misterio no es, de hecho, quién mató a Laura Palmer, sino ¿quién era Laura Palmer?

42. Sarah Palmer con su hija en la conciencia.

Descubrimos el tercer retrato en casa de los Palmer. Ante la noticia del fallecimiento de su pequeña, la madre de Laura está destrozada. Chilla de dolor. El doctor William Hayward, amigo íntimo de la familia, le suministra un calmante de efecto inmediato. De este modo, el sheriff Truman puede comenzar con la investigación. Sarah Palmer se recuesta lentamente en el sofá y, al hacerlo, surge tras ella la fotografía de Laura. Como si su madre la tuviera, de algún modo, en su conciencia. El ventilador de techo, situado en el rellano del piso de arriba, sigue funcionando. Ha estado haciéndolo durante toda la noche.

SARAH PALMER

¡¿Quién está arriba?!

SHERIFF TRUMAN

Su marido y uno de mis hombres.

SARAH PALMER

Ella habría sido incapaz de hacer esos ruidos.

 


[1] «Laura Palmer’s Theme» – El tema de Laura Palmer -.

[2] Dukes, Brad: «Exclusive Sheryl Lee Interview!!». (Traducción de la autora.)

[3] Ibídem. (Traducción de la autora.)

[4] Ibídem.

[5] Rodley, Chris (editor): David Lynch por David Lynch, 276.

[6] Ibídem, página 275.

[7] Encontramos, por el contrario, una diferencia abismal en los rostros de los cadáveres de las jóvenes. A la Laura de Otto Preminger, la encontraron totalmente desfigurada. Su asesino le disparó con una escopeta de perdigones en la cara.

[8] Lynch, Jennifer: Diario secreto de Laura Palmer, página 91.

3 comentarios en «El Hamlet catódico: Laura Palmer»

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