Twin Peaks. Temporada 3. Episodio 1: buenas noches, cariño mío, que tengas dulces pesadillas

La tercera temporada da comienzo con un magnífico previamente en Twin Peaks que toma prestadas secuencias de las pasadas temporadas: en la Habitación Roja, Laura Palmer le dice al agente Cooper: «Te veré en 25 años». Luego, los pasillos del instituto; una chica atraviesa el patio gritando; la foto de Laura Palmer como reina del baile. En un primer momento, nos sentimos allí de nuevo, en ese lugar fascinante, icónico. No obstante, en el primer episodio hay muy poco de Twin Peaks, el pueblo. La acción se traslada casi de inmediato a otros territorios: Nueva York, Buckhorn (Dakota del Sur) o a una carretera que lleva al diablo. Del mismo modo, la Habitación Roja se muestra en un blanco y negro perturbador. Cooper está junto con el gigante. Ambos permanecen sentados en unas butacas de una textura que parece ser terciopelo. La toma es en un plano medio; la sensación que trasmite es de un ambiente cerrado, opresivo.

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El episodio 1 es misterio en estado puro. Se hace de rogar. Exige paciencia. Es hipnótico. Métete en el sueño, sueña… aunque sean pesadillas.

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A destacar: la primera aparición de Dale Cooper fuera de la Habitación Roja. Genial. Inesperada. Socarrona.

El director lo había advertido: la tercera temporada tomará el relevo de Fuego, camina conmigo, el filme que al estrenarse en Cannes fue denostado.

¿No me vapuleasteis en 1992, en Cannes, como hicisteis el pasado año con Fellini? ¡Lo hicisteis incluso antes de que la peli se exhibiese! Es absurdo. Pues ahora la serie va a tirar por ahí. Hala, ¡que os zurzan! ¡Butifarra!

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