Final del trayecto. ¿Misión cumplida?
A pesar de ser considerado hoy en día como uno de los debuts más sembrados de la historia. En su momento, The Smiths será enjuiciado con no poca severidad, ¿o sería envidia crónica? Entre las brumas dispersas de opiniones, desde Uncut, el crítico Simon Reynolds arrojaría un poco de luz: “Érase una vez, una banda del Norte que llegó con un sonido tan fresco y vigoroso que llevó a la nación por la tormenta. El sonido era rock, pero fundamentalmente era pop, también: concisa, con garra, melódica, brillante, sin la necesidad de ser de plástico. El cantante era verdaderamente original, entregando una mezcla de sensibilidad y fuerza, desafío y ternura, a través de una voz con inflexiones regionales. Los labios del joven desbordaban palabras que eran realistas sin ser austeras, repletas de humor astuto y que se fijaban en los detalles, con gran belleza. La mayoría reconoció su álbum de debut como una marca, un clásico instantáneo”. Sin embargo, no todos compartían esta misma opinión. Así, el periodista George Kay llegaría decir: “La verdad es que The Smiths es un decepcionante buen álbum de una banda potencialmente excepcional”[1].
Desde la New Musical Express, no es que mejorara mucho la apreciación: ¿Qué nos ofrece este pretendiente? Un plan calculado, quizás; pero no lo suficiente para perseguir la imaginación. Por el momento, es suficiente”[2].
Desde Smash Hits, la cosa mejoraba, pero seguían sin hacer plena justica: “Aparte de un par de canciones apagadas, este LP es genuinamente hermoso (8 sobre 10)”[3].
Pero para crítica dañina, ahí estaba la de Sounds: “La banda que está detrás de Morrissey no late lo suficiente alrededor, y limpian demasiado el ritmo.
Aparte de ‘Reel…’, y la inmensa oleada de sonido que brota de ‘You’ve Got Everthing Now’, las melodías se limitan a dispararse y a rockear ocasionalmente, pero de forma espantosamente suave… ¡es todo tan limpio! En esta dupla Morrissey/ Marr, lo que está detrás de Marr debería ser más contundente y rápido. Vuelta a otro punto: se podría decir que al final de todo, sí los Smith todavía valen la pena para dar un titular aquí y allí. ¿Y la diferencia que se esperaba? Es una diferencia de bienvenida, pero no una muy grande. Tal vez ésta pueda crecer”[4].
Si estas críticas se perdían en visualizar un riachuelo, en vez del océano expuesto, otras ya sólo enfocaban un simple charco. Si no, véanse las palabras de Barney Hoskyns -que, visto lo visto, seguramente no entendió nada en su momento- para The Quietus, puro delirio: ‘I Don’t Owe You Anything’ es como si los Buzzcocks anunciaran su compromiso con Burt Bacharach -para ser entonados, al estilo cabaret, desde un taburete alto-. La remezclada ‘Hand In Glove’ quema un poco menos. El falsete histérico a lo Russ Mael en ‘Miserable Lie’ es demasiado tedioso como para estar en el tercer tema del álbum. Los tan deprimentes como largos acústicos, ‘The Hand That Rocks The Cradle’ y la saga de asesinatos en ‘Suffer Little Children, estaban destinados para ser siniestros pero en realidad te acaban arrullando en un profundo sueño. Por último, ‘What Difference Does It Make?’, el tercer sencillo, es una estúpida estampa de boogie hecha sin la menor complicación”[5].
En lo que se refiere a los autores de esta criatura, Morrissey y Marr tampoco verán con muy buenos ojos el sutil resultado final. “El guitarrista admitió que, a pesar de tener grandes canciones, el disco publicado perdió mucho del fuego que tenía el grupo por aquél entonces. Moz fue más allá y directamente reconoció que estaba muy mal producido, debiendo haber sido mucho mejor de lo que fue. En su reciente autobiografía, el cantautor lo terminó despedazando: “…Ahí no veo absolutamente nada que tenga que ver conmigo. A pesar de que las canciones eran muy potentes, la grabación de las mismas -en mi opinión- fracasó totalmente. El sonido de los Smiths ya se había desarrollado como una fortificación optimista que ni remotamente se encuentra en el álbum. De hecho, el álbum suena totalmente opuesto a lo que era The Smiths: pálido y débil”[6]. Morrisey sigue: “Mucha gente estaba decepcionada, es verdad. Ya hacía mucho tiempo que tocábamos las canciones de ese álbum. Empezamos a grabar con Troy Tate -ex Teardrop Explodes- como productor, pero Rough Trade puso las cintas en el congelador y nos dijo que volviéramos a empezar con John Porter. Ahí las cosas tampoco salieron demasiado bien. Como había pasado tanto tiempo y habíamos gastado tanto dinero para ese disco, el sello quería sacarlo a toda costa. Pero yo no estaba satisfecho: demasiado llano, demasiado lineal, las guitarras sonaban muy blandas, todo estaba en el mismo nivel. Las canciones son buenas, pero la producción es muy poco interesante”[7].
Por la parte de Johnny Marr, su opinión en 2012 había cogido matices positivos con el paso del tiempo: “En cuanto a la música, creo que el primer disco es un poco como una cápsula del tiempo. No quiero describir la música demasiado, porque entonces sonaría como un periodista, pero me gusta The Smiths a causa de lo que significó y cómo la gente lo escuchó como algo nuevo cuando salió. Pero en realidad no representa cómo el grupo sonaba en ese momento. Creo que un primer disco debe ser un documento de cómo suena la banda como en directo, y tuvimos algunas sesiones de grabación abortadas que sonaban más en ese sentido, a diferencia del álbum publicado. Pero no es que no me guste. Queríamos ser una banda moderna e impresionar a nuestros amigos con buen gusto y creo que lo hicimos”[8].
The Smiths sale el 20 de febrero de 1984, un año de transición para la música británica. Sin embargo, muy interesante en USA. Mientras desde las Islas el chispazo provocado por el post-punk había acabado derivando en pléyades de New Romantics -Duran Duran, Spandau Ballet-, mucho menos interesantes que los reyes del new pop -The Associates, ABC-, y una degradación progresiva de las grandes bandas del synth pop: The Human League, O.M.D., Gary Numan-. Desde los U.S.A., formaciones como Hüsker Dü, Big Black, Flipper, Black Flag, Minutemen, Sonic Youth o Butthole Surfers estaban abriendo una veta mayestática por la que estaban filtrando toda la historia del rock patentado en los últimos treinta años, con el fin de hacerle una lobotomía: darle vida nueva dentro de un traje nuevo, sin medidas ni límites generalistas. Puro orgullo independiente.
Desde otro enfoque, pese al exagerado número de críticas, The Smiths también proponía una renovación de las tres últimas décadas de música pop. De las girl groups al post-punk, pasando por los New York Dolls, Patti Smith, Chic o el dream-pop. Por otro lado, el primer álbum de los mancunianos no llegaba a sonar a ninguno de sus referentes en ningún momento. Eran sólo eso, referencias. Lo que se podía palpar al escucharlo era un torrente de sensaciones completamente nuevas. Juego de transmutaciones y falsos reflejos. De repente, la melancolía proporcionaba felicidad. La descripción de Manchester en su esencia más pura, y degradada, pasaba a proporcionar esperanza, y un pasado de miserias se convertía en una afrenta a la que mirar a los ojos para extirparlo del futuro.
Una de esas contadas obras que se entienden como incunables, la esencia de The Smiths pertenecerá a la misma que otros primos lejanos que también parecían haber nacido casi de la nada: The Doors (Elektra, 1967), Velvet Underground & Nico (Verve, 1967) o Unknown Pleasures (Factory, 1979).
Al igual que los dos singles precedentes, el primer largo de The Smiths continuará con la norma de hacer uso de imágenes tremendamente icónicas para sus portadas. En este caso, el protagonista de ésta será Joe D’Allessandro.
Con esta elección, la figura de Dallesandro pasará de ser la chulesca parte delantera en tejanos para el Sticky Fingers (Rolling Stones, 1971) de los Rolling Stones a convertirse en la imagen melancólica que inunda hasta la última esquina de la cubierta de The Smiths.
Si bien la foto de la portada será sacada de Flesh[9] (1968), una de las películas filmadas por Andy Warhol con Joe Dallesandro, el diseño correrá a cargo del propio Morrissey. Lo más impactante del resultado final de la portada vendrá a cuento del tono violeta casi espectral que exhala la imagen de Dallesandro: es como si la instantánea hubiese sido despojado de toda la sordidez que muestra la escena original de la película. Como si se hubiese realizado una foto imposible del alma de Dallesandro. Se puede palpar hasta la última mota de inocencia perdida. El hastío de una vida donde el mundo adulto ya se ha apropiado hasta el último atisbo de infancia que albergaba Dallesandro en sus carnes, definitivamente, alquiladas. En este sentido, pocas portadas han sabido captar con tanta elocuencia el interior de su carpeta.
El mérito de esta portada es todavía mayor, si comprobamos su origen. Foto recortada de una original, en la que aparece Dallesandro acompañado por Louis Waldon, otro actor habitual de Warhol. En ésta se puede ver a Waldon en una posición de lo más provocadora haciéndose una paja fuera de objetivo, lengua fuera incluida. Hubiera sido curioso comprobar la riada de ataques que hubiesen generado The Smiths de no haberse recortado esta escena…
En cuanto a la foto interior de la carátula, con Morrissey en primer plano será realizada por Romi Mori, bajista de The Gun Club, una banda que como veremos más adelante será clave en la inspiración de Johnny Marr a la hora de edificar ‘How Soon Is Now?’, uno de los temas incluidos en Hatful OF Hollow: la obra que, esta vez sí, definirá la esencia más visceral de The Smiths.
[1] Kay, George: Rip It Up, abril de 1984. Traducción del autor.
[2] Don Watson, New Musical Express, 25/02/1984. Traducción del autor.
[3] Ellen, Mark: “Review: The Smiths”, Smash Hits, 1-14/03/1984. Traducción del autor.
[4] Gibson, Robin: “Review: The Smiths”, Sounds, 25/02/1984. Traducción del autor.
[5] Hoskyns, Barney: “1984-The year of The Smiths”, The Quietus.
[6] Kapacevich, Ale: “Especial 30 años de “The Smiths””, Typical Me.
[7] Kapacevich, Ale: “Los días felices (última entrevista a The Smiths)”, Typical Me.
[8] Marchese, David: “Johnny Marr remembers The Smiths’ studio albums”, Spin, 10/02/2012. Traducción del autor.
[9] Esta película será la respuesta de Andy Warhol a Midnight Cowboy de John Schlesinger.