Twin Peaks. Temporada 3. Episodio 11: Viva Las Vegas!

El equipo del FBI prosigue con su investigación en Buckhorn, Dakota del Sur. Llegan al lugar donde William Hastings vio al Mayor Briggs, un arrabal dejado de la mano de Dios. De pronto, aparece una figura oscura. Es un hombre barbudo, tiene aspecto de indigente. Rosenfield lo advierte, y se lo muestra a Gordon Cole. La figura apenas se manifiesta, se desvanece.

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Cole y Rosenfield se acercan a una chabola desvencijada. Cole va por delante. En realidad no inspecciona la zona, sino que se queda absorto, mirando hacia el cielo, como poseído o presa de un éxtasis estético. Eleva los brazos hacia el cielo, hacia una enorme espiral o un agujero de gusano -¡qué sé yo!-, un mundo paralelo, un universo distinto que a puntito está de engullirlo. Qué genialidad, David Lynch se mete en su propio mundo.

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Pero esa puerta conduce a algo (a alguien) malvado. Y de Dakota del Sur al pueblecito de Twin Peaks no hay más que un paso. Parece que allí algo horrible está a punto de desatarse.

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Por lo demás, este episodio es quizá el que más se acerca a la primera temporada de la serie. El culebrón ha vuelto pero, cómo no, acompañado del humor. Shelly sigue casada con Bobby, de algún modo siguen siendo una familia, están unidos en los momentos difíciles, pero ella ya no lleva su alianza en su dedo anular, sino colgada alrededor del cuello, a modo de collar. ¡Y si esto fuera todo! En menos que canta un gallo le arrea un besazo a su novio actual, eso sí, fuera del RR, aunque no esconde su sonrisa de enamorada. ¡Pobre Bobby!

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Los hermanos Mitchum, ¡vaya par!

Ahora bien, lo más grande del episodio, en cuanto a humor surrealista se refiere, son los hermanos Rodney y Bradley Mitchum, del casino de Las Vegas, un increíble Robert Knepper y un Jim Bellushi espectacular -venga, un ¡hurra! por el trabajo de casting de Johanna Ray y Krista Husar-. Son gansters; lo mismo podrían ser unos dibujos de Hannah Barbera. Y por si esto fuera poco, les acompaña Candie, la querida de Rodney. Viste de rosa, con un aire a Marilyn Monroe en Ellos las prefieren rubias. Siempre en terceto. Está tan distraída… Eleva a la máxima potencia el concepto de mujer florero.

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Candie, siempre en la inopia