Kate Bush y «The Dreaming»: el truco de Houdini (II)

UNA APUESTA COMPLICADA

Bush siempre se ha definido por su gusto a la hora de integrar géneros antagónicos. Dicha tendencia no deja de quedar habitualmente contrastada en el prospecto de colaboradores que arman las canciones de sus LPs. En The Dreaming, esta costumbre es explotada hasta las últimas consecuencias: en un corte de rock gótico en cinemascope como ‘Sat in your Lap’, es capaz de aunar la sensibilidad de un colaborador de Alan Parsons Project como Ian Bairnson con la de todo un kamikaze heavy metal de las cuatro cuerdas como Jimmy Bain. “Creo que lo que más disfruté con este álbum es que cada pista cuenta con un humor muy personal. Hay conjuntos de pistas que expresan diferentes estados de ánimo. Para lograrlo, fue bueno usar a la gente de forma tan específica. Resultó muy positivo. Por ejemplo, siempre pienso en Jimmy [Bain, bajista de Rainbow y Dio, entre otros] como un super bajista de rock & roll, lo cual no creo que sea algo perjudicial, sino que es genial. Porque lo que esas canciones necesitaban [Bain toca en ‘Sat in Your Lap’, ‘Leave it Open’ y ‘Get Out of My House’] era algo muy simple: un bajo que mantuviera todo en marcha, sin distracciones ni rellenos. Y Jimmy era perfecto para ello. Por lo que trabajó en las tres pistas más rockeras, donde hay más up-tempo y tal vez mayor agresividad”.

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‘Sat in Your Lap’ acabó siendo publicado como single el 21 de junio de 1981, más de un año antes de que The Dreaming viera la luz. Este hecho ratifica el largo proceso vivido por una Bush que, más que con ninguno de sus otros álbumes, se enfrentaba a una apuesta a doble o nada. Y se hacía inminente actuar con premura. Sin embargo, “desde mi punto de vista, llevaba fuera del centro de atención desde mi último álbum, Never for Ever [publicado en 1980]. De hecho, mi plan era hacer un nuevo LP lo más rápidamente posible. Pero tan pronto como escribí las canciones, me di cuenta de que se trataba de algo muy diferente. Siempre intento que mi arte mute, y de hecho pienso que la dirección en la que estoy adentrándome está lejos de la comercial; bueno, el comercial más obvio. Tampoco es que mi punto de vista partiera de encontrarme fuera del centro de atención y tener que hacer algo más comercial, porque, en verdad, en ese momento tampoco es que me encontrara totalmente fuera del candelero. Estaba empezando a hacer mi siguiente álbum y pensé que no iba a llevarme más de un par de meses, pero antes de poder darme cuenta, todo se había vuelto mucho más enredado. Las canciones eran mucho más complejas. Fue en ese punto cuando sentí que me llevaría, al menos, de seis meses a un año si quería conseguir hacerlo de la manera que yo tenía en mente. Así que para cuando ya terminé, me encontraba fuera del ojo público. Aparte de ‘Sat in your Lap’, por supuesto [el single que, en 1981, hizo de meridiano entre Never for Ever y The Dreaming]”.

La riqueza armónica y de texturas enhebrada en cada uno de los cortes del álbum acabaron por gestar una sensación de multiplicidad sonora demasiado ambiciosa para el perfil buscado en las radiofórmulas. Bush se había lanzado en paracaídas con todo el petate y, durante el descenso, no dio su brazo a torcer ni ofreció singles tan claros como ‘Babooshka’ o ‘Wuthering Heights’. “Cada álbum es como un cohete, lo construyo lo mejor que puedo, y a ver lo alto que sube. Nunca soy consciente de los valores comerciales. Nunca me siento con la idea de escribir un single. Cada vez que escribo, estoy desafiándome a mí misma. Al fin y al cabo, todo el que crea algo, de alguna manera, se considera un artista , ¿no?”.

La falta de munición clara con la que atacar las emisoras de radio acabó siendo un lastre difícilmente soportable. De hecho, “creo que he llegado a un punto en el que, a causa de que The Dreaming no ha funcionado, me he dado cuenta de que, sobre todo desde un punto de vista de obtener mayor cobertura radiofónica, necesitas un single que sea muy  obvio. Y no hay duda de que ‘Therer Goes a Tenner’ es uno de los temas más obvios del álbum”.

La caída en las ventas con respecto a sus anteriores trabajos se hizo evidente a las primeras de cambio. Por pura inercia, el miedo a perder a sus comunidad de fans fue una de las consecuencias derivadas de su triple salto mortal. Así como la propia Bush reconocía para Kerrang! en 1982: “Sí, tengo miedo porque, obviamente, desde un punto de vista puramente financiero, dependo del dinero para hacer álbumes. Y si no tengo éxito, es muy probable que no consiga el presupuesto necesario para hacer lo que quiero en el próximo disco. Eso sí, prefiero tomar mi propio camino que fijarme en mi clase de audiencia, porque tienes que seguir haciendo lo que sientes. Poder aunar libertad creativa y audiencia  se trata de suerte”.

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SUSPENDIDA EN GAFFA

No hay duda de que una de las portezuelas centrales en todo este gran laberinto es ‘Suspended in Gaffa’. Como si el cabaret rock promulgado por Queen y Sparks hubieran sido reinventados en un mundo de ‘Nunca jamás’, en este tema el verdadero personaje interpreado es ella misma: “‘Suspended in Gaffa es razonablemente autobiográfica, y la mayoría de mis canciones no lo son. Se trata de fijarme algo que deseas a toda costa, pero no eres capaz de conseguirlo a menos que trabajes duro y de la manera correcta. Se basa en darme cuenta de todos los obstáculos que existen, y querer sortearlos sin trabajo. Y entonces, cuando lo logras, es cuando te adentras en un nivel diferente. Todo cambiará ligeramente. Es como entrar en una deformación del tiempo que de otra manera jamás habría existido. Oh, sí, muy pocas personas han supuesto esto al escuchar la canción. Y cuando lo explicas así, no suena la música. La idea es mucho más valiosa dentro de la canción que todo lo que yo pueda decir al respecto. Cuando la analizas, parece algo tonto«. Por extensión,  «liricamente hablando, Suspended in Gaffa no es tan diferente de Sat in Your Lap, ya que en ambas juego con la idea del infierno». A un nivel mayor de significación, Suspended in Gaffa representa un ideal de las convicciones artísticas de Bush. “Supongo que en mi trabajo llevo una vida muy acelerada y me pasan muchas cosas. Y cuanto más las analizo, más veo el potencial con el que poder llegar a algún lugar muy especial, tanto a nivel artístico como espiritual, y que me excite. Es la idea de trabajar para ello y, tal vez un día, cuando esté lista para ese cambio, será como entrar en otra dimensión existencial, donde todo transcurre muy lentamente. Es casi como una experiencia religiosa Eso es básicamente de lo que trata la canción”.

 Donde Bush sí vuelve a hacer uso de sus dotes interpretativas es en ‘Houdini’, el otro punto cardinal de este viaje en círculos concéntricos al borde de lo imposible. Alambicada sobre un gran despliegue de cuerdas ensoñadoras, exabruptos vocales psicofónicos y una ronda de inflexiones instrumentales de arrebato frontal, para esta filigrana, Bush se introduce en la piel de Houdini, el gran escapista de la cultura occidental. “En la canción reflejo otra parte de él. Houdini era una persona muy cercana a su madre, y cuando ésta murió, necesitaba desesperadamente tratar de comunicarse con ella a través de un médium. Sin embargo, se encontró con toda esa clase de gente que, básicamente, hacían dinero con el arte de fingir que hablaban con los muertos. Cuando se dio cuenta de que todas estas personas estaban arruinando la vida de la gente sólo para ganar algo de dinero decidió -de manera muy positiva- demostrar el fraude. Así que pasó años de su vida dedicando su tiempo a encontrar cualquier medio para dar con espiritistas que pregonaran su autenticidad para luego demostrar que eran completamente falsos. Con tal afán, pasó años de su vida: arruinando las carreras de muchas personas y haciendo que un montón de espiritistas se pusieran tensos. Antes de morir, le dijo a su esposa: Voy a morir antes que tú, y cuando lo haga, voy a intentar todo lo que pueda para tratar de volver a través de un medium real. Y habrá una forma por la cual sabrás que soy yo, con la que todos estos tramposos van a quedar en evidencia cuando digan que me he manifestado. Y será gracias a que voy a usar palabras que nadie más que tú y yo conocemos. Se trata de un código, así sabrás que soy yo y nadie más. Así que idearon el código juntos, y cuando él murió, ella hizo sesiones, esperando que él se manifestara. Es realmente extraordinario, porque todo sucedió en tres niveles. Y es que al parecer cuando él se subió por primera vez al escenario, estaba más metido en la magia y el mismo tipo de fraude, haciendo cosas en las que fingía estar en contacto con los muertos. Y le contaba a la audiencia los mensajes de sus muertos. Todo era un truco. Entonces le sucedió a él a través de su madre. Todos le estaban engañando porque quería ponerse en contacto con su madre. Luego, le pasó exactamente lo mismo a su esposa después de su muerte, cuando todos estaban tratando de engañarla, diciendo que él se había manifestado. Se trata de algo tan fabuloso: primero, él escapando de las cadenas y esas cosas. Luego, tratando de escapar de la muerte, para terminar con esa extraña clase de mundo paralelo de contactos y fraudes. Se trata de un hombre y una historia sumamente extraordinarios”. Tanto como la gran historia de un planeta musical conocido como The Dreaming, que más de tres décadas después ha renacido como lo que siempre significó: una de las piruetas más locuazes jamás hechas entre los límites de la actitud progresiva y las formas del soft rock barroco. En este sentido, el gran topicazo al que siempre se ha tenido que enfrentar The Dreaming es al de ser considerado un disco sobreproducido. Aunque tal como lo contemplaba Bush en su momento: “No, en absoluto, porque aunque hay una gran cantidad de sonidos y efectos en cada pista, todas las ideas se mantienen en un nivel básico, simple, dentro de sí mismas. Están apuntando hacia el mismo cuadro”.

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“Al igual que algunas personas han dicho que está ‘sobreproducido’, no creo que sea así, porque sé a lo que estaba tratando de llegar. Pienso que los álbumes sobreproduccidos son los que tienen cuerdas, vientos, coros, ese tipo de cosas». Más que sobreproducido, The Dreaming refleja una radiografía exacta de un ser imbuido en un torrente perenne de ideas, como su uso del sintetizador Fairlight. «Me ha ofrecido una perspectiva completamente diferente de los sonidos», se entusiasma en una entrevista de 1982. «Puedes ejecutar cualquier sonido que quieras. Da igual lo raro que sea; todo lo puedes reproducir con el teclado. Teóricamente, cualquier sonido que existe, se puede tocar. Creo que es sorprendente que, con todo los nuevos equipos que hay hoy en día, la gente no esté experimentando más”.

Un ser multiforme como Bush emerge sobre tal cantidad de aristas que la búsqueda de patrones comunes dentro de su inspiración lírica suele llevar a una única reiteración: su uso memorable de la metáfora: una suerte de espejismos que explotan la imaginación del oyente. Así sucede en ‘Leave It Open’, que es la idea de que los seres humanos son como copas, vasos receptivos. Nos abrimos y nos cerramos en diferentes momentos. Es muy fácil dejar que tu ego aflore cuando deberías cerrarlo”. Inspiraciones como ésta pueden provenir «de cualquier lugar, en realidad: de películas, libros o historias de personas que conozco. Esa clase de cosas». Como en la canción que da título al álbum’, basada en el abuso recibido por los aborígenes australianos. “Se trata de un hecho que ha ido a más durante los años y comenzó cuando yo era pequeña y mi hermano compró ‘Sun Arise’ [un éxito de principios de 1960 de Rolf Harris.] Ahí fue cuando comencé a tomar conciencia de todo esto, lo cual es algo instintivo en el hombre blanco: eliminar a otra raza que posee la tierra. Es algo que sucede en todas las partes del mundo”.