Una de las cosas más desagradables y dolorosas a las que tiene que enfrentarse una escritora son las críticas. Y ustedes pensarán: «forma parte de su trabajo«. El riesgo de morir por asfixia también forma parte del trabajo de los mineros y no por ello deja de ser menos lamentable.
Me hizo mucha gracia y al mismo tiempo se me escapó un suspiro, cuando Jerry Seinfeld trató el tema de las críticas en uno de sus monólogos. En efecto, un peldaño más duro que para los escritores, porque para los monologuistas las críticas se reciben in situ, en vivo y en directo. Si el espectáculo no gusta, abucheos, silbidos, rechiflas incluso. «¿Cómo te sentirías si yo fuera tu trabajo y empezara a abuchearte delante de tus compañeros? ¡Uuuuuh! ¡Fueraaa! ¡Uuuuuuh!«, dijo Seinfeld. Larry David tenía un método mejor que se basaba en insultar directamente al público: «Sois unos incultos, unos ignorantes. No entendéis nada«. Fenomenal.
Pequeño paréntesis. Cuando las críticas son acertadas la autora suele darse cuenta del fallo que ha cometido -tarde o temprano- y acepta la mejoría, pues ve que un nuevo camino se abre a su paso -siempre y cuando se expresen de forma respetuosa, no como si su interlocutor fuera un mozo de cuadra-. A veces hay reticencias. Es la proximidad, que te deja ciega o, por lo menos, tuerta. Cierre del paréntesis.
¿Qué es eso de encajar críticas? Mejor dicho, ¿qué críticas son dignas de ser encajadas? Si estás segura de lo que haces, no hay problema. Pero la mayoría tiene dudas sobre lo que hace. Y alguna vez una crítica puede acabar modificando tu trabajo, desmoronándolo. ¿Cómo puedes estar segura de que la crítica que te están haciendo es verdadera o, por el contrario, la opinión de un gañán que ni tiene sensibilidad ni intuición alguna? Seguro que hay algún término medio, pero es tierra de nadie y muy angosta; el resto cae a un lado u otro.
Hay gente que juzga el trabajo ajeno a quemarropa. Sin plantearse previamente una autocrítica de su trabajo o de su talento. Sin cuestionarse la posibilidad de estar equivocados. Lo que, por otro lado, dice suficiente de ellos mismos. ¿Encajar las críticas, aunque te las lancen como un puñetazo? Recuerda a Larry David y devuelve el golpe. Ríete entre dientes. Porque tu obra podría ser una joya y esos que la han criticado acabarán quedando como un.
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