Peligro nuclear en Lituania (junio de 2002)

El pasado 30 de mayo vi por televisión un documental sobre la central nuclear de Ignalina en Lituania. En el documental se barajaba la posibilidad del cierre, dadas las condiciones en que se encontraba el estado de la central. A pesar de que el lugar donde se iba a emplazar la central se asentaba sobre tres fallas, y que en la zona se habían registrado movimientos sísmicos con anterioridad, el gobierno -consciente de todo ello- no vaciló un instante y en vez de situar la central a unos dos kilómetros, donde el riesgo de un seísmo no era tan grande, se decantó por un sistema de predicción de seísmos que alertara a la central, cuyo coste económico era mucho menor que un nuevo emplazamiento. Actualmente, el desmantelamiento de la central es una opción, pero el gobierno actual la descarta hasta 2009, dado que representa un coste demasiado elevado y no se lo puede permitir hasta entonces. La central proporciona el 60% de la electricidad de Lituania, de ser desmantelada deberían arroparse en energías alternativas, pero esa no es una buena opción según el gobierno. ¿Por qué habría de serlo? ¿Por qué apostar por energías limpias y no contaminantes y menos peligrosas? ¡Qué disparate! De nuevo, nos encontramos con que el dinero pesa mucho más que la seguridad de los ciudadanos, de los seres humanos. Seguramente cuando se nos venga encima otro Chernóbil el presidente del gobierno lituano Valdas Adamkus y sus secuaces tendrán en las manos un billete de avión con un destino muy muy lejano.

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Cronología:

La central nuclear de Ignalina fue cerrada el 31 de diciembre de 2009. Afortunadamente, no se produjo ninguna catástrofe nuclear en Lituania.

Un año después, la central de Fukushima (Japón) sufre varias explosiones y fugas debidas al terremoto y maremoto del 11 de marzo de 2011.

El accidente nuclear es equiparable a Chernóbil.