Siguiendo con nuestro repaso a la confederación asiática toca echar un vistazo a las dos mayores potencias del continente: Corea del Sur y Japón.
Corea del Sur se ha convertido en un clásico de los mundiales ya que no falla desde 1986, y desde entonces su evolución, con algún altibajo, ha sido más que evidente llegando a convertirse en una selección bastante sólida y con un fútbol muy reconocible. Su situación, sin embargo, podríamos definir como la antítesis del caso egipcio. Es decir, si Egipto dominaba en las copas de África pero fracasaba una y otra vez a la hora de clasificarse para el mundial, en el caso de Corea del Sur es exactamente al revés: no falla a la cita mundialista pero la Copa Asia parece totalmente vetada para los coreanos.
Pese a ganar las dos primeras ediciones, 1956 y 1960, desde entonces no ha vuelto a ganar su campeonato continental mientras que sus clubes sí que suman bastantes victorias en la Liga de Campeones de la AFC.
Centrándonos ya en el mundial actual, la suerte le ha dado la espalda y tendrá un grupo muy duro compitiendo contra Alemania, México y Suecia. Todo parece apuntar a una Alemania favorita y a una gran batalla por el segundo puesto en el que Son Heung-Min puede tener mucho que decir. Lo más importante de Son es que estamos ante el primer delantero de primer nivel salido de Corea, porque hasta la fecha es cierto que habíamos visto extremos veloces como Kim Joo-Sung, caballo loco, o Cha Bum-Kun, e incluso algún talentoso centrocampista como Park Ji-Sung. Pero jamás Corea había tenido un jugador con la capacidad anotadora de Son. Ya pudimos verle en Brasil 2014, pero es ahora el momento de dar otro paso en su evolución.
El nexo y el que puede convertirse en el mejor compañero de Son sería Ki Sung-Yueng, un fino y talentoso centrocampista que sobrevivió a contracorriente en el Celtic, en la liga escocesa, rodeado de un fútbol rudo en el que su pierna de seda se hizo un hueco en el corazón de la afición. Ya desde hace años milita en el Swansea, donde sigue mostrando su buena visión de juego y llegando ahora en la plenitud de su carrera, 29 años y capitán de la selección, podría ser una pieza clave en el devenir de Corea del Sur.
Por otro lado tenemos a Japón, quien ha tenido algo más de suerte dentro de lo que un equipo asiático puede tener por el sistema de cabezas de serie, que se medirá a Colombia, Polonia y Senegal. Aparentemente ningún equipo parece inalcanzable, pero el problema está dentro de la propia selección nipona, envuelta en un cambio de seleccionador de última hora debido a los decepcionantes resultados en los últimos amistosos y a una clasificación más ajustada de lo acostumbrado.
Además, de sus estrellas con más solera ni Shinji Kagawa ni Keisuke Honda parecen estar en su mejor momento, manteniéndose quizá en mejor estado de forma Shinji Okazaki, un delantero que siempre ha destacado más por su buen fútbol que por sus goles. Quizá más esperanzas estarán depositadas en el futbolista del Getafe Gaku Shibasaki. Pese a que su participación en la liga española ha sido bastante escasa, ha dejado más de una pincelada de lo que puede llegar a ser y que aquel futbolista que destacó en el Mundial de Clubes jugando contra el Real Madrid, no está tan lejos.
El cambio de entrenador resulta una incógnita más y por el momento parece apuntar a un importante giro de timón ya que el fútbol de Akira Nishino parece estar en las antípodas del que desarrollaba el equipo con su anterior seleccionador, el bosnio Vahid Halilhodžić, que ya había participado en dos mundiales con las selecciones de Costa de Marfil y Argelia y en ambos casos con un fútbol poco imaginativo y muy rocoso.