El gusto por lo grotesco, lo extraño, lo malo, lo cutre… Algo que mucha gente no entiende, que de una obra mala, horrenda, se puedan extraer cosas positivas y acabas incluso por encontrarle la gracia. Para todos aquellos que no lo ven posible la recomendación clara sería que vieran Ed Wood (Ed Wood, 1994) de Tim Burton, que partiendo de la filmografía del propio Ed Wood y de su gran obra-desastre-maestra, Plan 9 From Outer Space, puede crear una historia entrañable, divertida, un canto a la vida. Tim Burton es, o era porque para desgracia nuestra está de capa caída con ligeros estertores que pueden recordar al pasado, mucho mejor director de lo que era Ed Wood. Al igual que Martin Landau era mucho mejor actor que Bela Lugosi, pese a que es indiscutible que su importancia histórica ha sido mucho mayor. Pero tanto en el caso de Ed Wood como en el de Lugosi, sobre todo este último, destacaba sobremanera su carisma y su magnetismo, quedando Ed Wood como una película de perdedores con su pequeña recompensa final.
En cierta manera, podríamos considerar heredera directa de Ed Wood a The Disaster Artist (The Disaster Artist, 2017), dirigida y protagonizada por James Franco y con guion de Scott Neustadter y Michael H. Weber, basado en el libro homónimo de Tom Bissell y Greg Sestero, este último protagonista directo de la historia. No quiero decir que se haya basado en la obra de Tim Burton, pero desde luego tiene muchos paralelismos. En ambos casos tenemos a un director desastroso, aunque en el caso de The Disaster Artist es además actor, productor, guionista… y porque no había más trabajos con glamour dentro del cine, que lo de maquillar, iluminar y demás trabajos ya están menos reconocidos.
En lo que si se diferencia la película de Burton de la de Franco (James Franco, no el de aquí), es que Ed Wood es más disfrutable de primeras. Ambos personajes son extraños, distintos, pero Ed Wood lo es de una forma mucho menos histriónica que Tommy Wiseau, protagonista de The Disaster Artist, y mira que es complicado superar a Wood, pero es que lo de el otro está fuera de cualquier liga. Por ello, Ed Wood podemos tomárnoslo rápidamente como un personaje entrañable, pero Tommy Wisseau inicialmente lo tomamos como una sobre actuación de James Franco tratando de hacer comedia. Lo gracioso es que la realidad seguramente sea al contrario, ya que el Ed Wood de Tim Burton está menos cerca del real que el Tommy Wiseau.
Por ello, mientras que en Ed Wood era aconsejable ver antes Plan 9 From Outer Space, en el caso de The Disaster Artist sí que parece ser casi imprescindible ver antes The Room (The Room, 2003). Entre otras cosas para entender que la actuación de James Franco no es una exageración sino casi un calco de lo ocurrido. Bueno, quien dice ver The Room dice también al menos leerse algún artículo que describa tamaña obra, porque puede ser de difícil digestión si no se entra mínimamente en el juego. En último caso ya haremos nosotros de tripas corazón para relataros la obra maestra de Wiseau, o como la definieron una vez: “la Ciudadano Kane de las películas malas” … y juro que pocas veces he leído una descripción mejor de una película.
Así que James Franco se reúne de nuevo con Seth Rogen para ofrecernos otra de sus comedias… pero en esta ocasión mucho más acertada, sobre todo gracias al personaje de Tommy Wiseau, un filón para la comedia ya sea buscada o involuntaria. La estructura, como decía, sigue siendo muy similar a Ed Wood, una colección de desventuras sin llegar nunca a hundir moralmente al personaje, siempre repescándolo en el último momento para que el espectador esboce una sonrisa y se vea reconfortado con pequeñas recompensas, una muestra de esperanza.
Como generalmente las historias de los antihéroes suelen gustar, y si están bien hiladas como es el caso pues mejor, la película cosechó un buen número de premios y un reconocimiento bastante generalizado a la labor de James Franco en su mimetización de Tommy Wiseau.