En 1903 la Fundició Comas de la calle del Tigre, obra del arquitecto Gaietà Buigas, autor de la estatua de Colón en Barcelona, cambió de dueño y de orientación. Aquella nave industrial, reformada, alberga desde entonces el baile “La Paloma” que en 2003 celebró su centenario.
La nave se transformó en una sala de baile de la mano de tres socios que en 1907 vendieron el negocio a Jaume Daura, un fabricante de bebidas carbónicas que primero lo bautizó con el nombre de Camèlia Blanca y posteriormente como Saló Venus Sport. Daura puso después el negocio en manos de su hijo Ramón que era un despierto muchacho de 15 años.
El joven Daura se encontró con una clientela barriobajera, propia del distrito V, prostibulario y marginal, donde los honrados menestrales convivían con dificultades con las calientacamas ajadas y los perdonavidas del Barrio Chino que frecuentaban la sala para entre baile y baile, ajustarse las cuentas a punta de faca.
Ramón Daura, decidió limpiar de indeseables el salón con la ayuda de unos camareros fornidos que pusieron de patitas en la calle a aquella purria que desprestigiaba el salón con pendencias chaplinianas, que volvieron a repetirse en 1982 cuando el empresario Antonio Tejeda organizó veladas de boxeo.
En 1915 se iniciaron las reformas concebidas por Alarma y pintadas por Moragas, escenógrafos de la época, decorando el recinto al estilo de la Sala de los Espejos del palacio de Versalles. La luminosa sala se inauguró en la Navidad de 1920, recién asesinado el diputado republicano Francesc Layret y estuvo funcionando hasta 1938 cuando fue confiscada por las autoridades republicanas, reabriéndose en 1940 con el nombre en castellano: Salón Venus Deporte.
Amplísimo es el anecdotario de La Paloma: como después de la guerra civil el baile en pareja estaba considerado pecaminoso por la Iglesia, el astuto Daura se inventó un personaje llamado “La Moral”, un caballero encopetado que se movía con un bastón entre las parejas de baile y las separaba si consideraba que estaban muy juntos, advirtiéndoles: “Por favor, respeten la moral”. Así se burlaba a la censura franquista. También había conseguido Ramón Daura, elevar la categoría de su público entre los que no faltaban liceístas y creando una clientela fiel, conocida como los “palomeros”, personas de edad madura que desde hace muchos años, de jueves a domingo, bailan y ligan en la pista o en los palcos de “La Paloma” en busca de las delicias del amor gerontológico en su romántico parque jurásico. “He visto a mujeres de 70 años, muy arregladas y pizpiretas, coquetear con caballeros”, decía Mercé March, esposa del empresario Pau Solé Ribas que se hizo cargo del negocio en 1975 y supo utilizar el cambio social de la democracia para remontar la sala. “Es el salón de baile más antiguo de Europa”, asegura Solé que recuerda otra anécdota: “Un periodista escribió que cuando “La Paloma” costaba 5 céntimos, la competencia abrió otro local en la misma calle del Tigre llamado “El gavilán”, a 10 céntimos que cerró al poco tiempo. Fue la única vez que la paloma se comió al gavilán”.
Los bailes de salón han sido la razón de la supervivencia de La Paloma que, en los últimos años ha incorporado ritmos mestizos y pop rock para la juventud.
”Me parece un milagro que esta sala alcance el centenario dedicada exclusivamente al baile, sobreviviendo al tiempo y a tantos regímenes políticos”, afirma Pau Solé.
La fiesta de fin de año con la orquesta Gardènia Blanca, el grupo Café Soul y el dj Tito, marcó el inicio de los festejos del centenario celebrado durante el año 2003, en el que los “palomeros” recibieron un homenaje popular.