Dangan Runner, ¡pies para qué os quiero!

¿Qué es el cine?

Los que afirman que el arte está en las últimas no saben lo que se dicen. El arte no muere porque en su camino se cruzan un montón de puertas entreabiertas, de infinitas posibilidades.

Harto interesantes son los filmes que nadan entre dos aguas, entre lo creativo y el entretenimiento, especialmente aquellos con un toque gamberro; de eso saben mucho los hermanos Coen. 

Da gusto ver ese tipo de películas, son frescas y divertidas, en la mayoría de casos sorprendentes, pues se basan en un “¿por qué  no?”. 

Hay muchas obras maestras en el mundo, y estoy seguro de que mucha gente tiene esas nociones preconcebidas sobre lo que se supone que debe ser una película, pero yo he hecho mis películas rompiendo esas nociones preconcebidas, para intentar crear algo que fuera más nuevo y más libre[1].

Así hablaba Hiroyuki Tanaka, alias Sabu, director de Dangan Runner, su opera prima filmada en 1996, dos años antes de la mítica Corre, Lola, Corre de Tom Tykwer. Con un hilo conductor similar, el que los protagonistas se pasan la peli corriendo. En el caso de Dangan Runner, literalmente. Aquí es todo muy loco, como si se tratase más de una travesura que de un filme. Sensación que el director no abandona en ningún momento, ni siquiera en las escenas con un componente dramático. 

Contexto, que se repetirá en otras de sus obras, como el robo a un banco o la yakuza. El personaje principal es un perdedor que intenta demostrar(se) a sí mismo, a su ex novia y a la sociedad que no lo es, atracando un banco.

A pesar de que el espectador ya se huele que el intento va a salir mal, no se espera en absoluto que sea tan pronto. Pues el protagonista no llega siquiera a atracar la sucursal bancaria, ya que en el momento de hacerlo se da cuenta de que se ha olvidado la máscara para no ser reconocido. Entra entonces en un colmado y allí se lía la de Dios. En lugar de comprar la máscara e irse, intenta robarla y es descubierto. Es ahí donde mete la pata hasta el fondo, al sacar la pistola y disparar al encargado del local, quien es abatido, pero no hundido.

Resultado: el prota escapa corriendo y el encargado sale tras él y lo persigue hasta el final de la película. Entre medias, se les une un tercero en la persecución. 

El director y guionista explica a través de varios flashbacks el por qué de estas persecuciones: cada personaje es perseguido a su vez por su pasado, por sus traumas y adicciones, por haber fracasado en algún momento. Los fantasmas los persiguen y de ahí que ellos corran tras otro individuo con el fin de redimirse.

Un par de escenas a destacar: las imágenes eróticas de los tres personajes al cruzarse con una chica muy mona en minifalda, que se agacha para recoger un pañuelo que se le ha caído al suelo. Quién sabe si fruto de la adrenalina propia del cazador o de su presa, del desvarío provocado por el agotamiento o como un acicate del cerebro para seguir aguantando el tirón, cada uno se monta su propia película erótica, lo que sirve al espectador para hacerse una idea de quién es cada cual. 

O una de las escenas finales, en la que el protagonista, después de una jornada intensiva de running, con las endorfinas desbocadas, estalla riendo a carcajadas: “¡Es que correr sienta tan bien!”. 

¡Ojo! El componente gamberro del filme no se contradice en absoluto con su trasfondo profundo, ya sea filosófico, psicológico o de la vida misma.

Cuando se le pidió en el Festival Internacional de Cine de Chicago que recomendara una escuela de cine, Tanaka, con su chaqueta negra de cuero, respondió: «He escrito y dirigido 5 películas premiadas y no fui a la escuela de cine, ¡así que ustedes tampoco deberían hacerlo!»”[2].


[1]https://www.imdb.com/name/nm0848992/bio?ref_=nm_ov_bio_sm

[2] Ibídem.