Dos hombres, compañeros de trabajo, en su pausa, inmersos en sus Smatphones.
ÁNGEL.- ¿Viste lo que envió Carlos al grupo de WhattsApp?
CHUS.- No.
ÁNGEL.-Échale un ojo.
CHUS.- (Buscando en su cuenta de WhattsApp.) Vaya.
ÁNGEL.-No está mal, ¿verdad?
CHUS.- Nada mal. Me gusta más que la otra.
ÁNGEL.-Sí. Ésta tiene las tetas más grandes.
CHUS.- Y, desde luego, mucho más que la última que te ligaste tú. Menudo cardo.
ÁNGEL.- Qué exagerado. No era tan fea.
CHUS.- Ésta folla mucho mejor. (Acercándole su móvil al oído.)¿Oyes como gime?
ÁNGEL.- Quita, que me pongo palote y así no hay quien trabaje luego.
CHUS.- Tú prefieres ver los vídeos en casa, ¿verdad? En la intimidad.
ÁNGEL.-Claro. ¿Tú no?
CHUS.- A mí me vale en cualquier lado. ¡Hostia! Ahora, la muy perra se ha puesto encima. ¡Mira como se le mueven las tetas!
ÁNGEL.- Para. Creo que viene alguien. No vaya a ser…
CHUS.- ¿Te imaginas que nos pilla viendo el video de ella misma follando con Carlos?
ÁNGEL.-Me encantaría ver su cara. Pero podríamos meternos en problemas. Venga, volvamos al trabajo.
CHUS.- ¿Sabes?
ÁNGEL.-¿Mmmm?
CHUS.- Esta noche me toca a mí.
por Carmen Viñolo
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Este texto fue publicado en la antología titulada «Un minuto de justicia» editada por Ediciones Invasoras en 2019.
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