Capricornio Uno

capricorn_one-358024038-largeDe toda la filmografía de Peter Hyams seguramente rescataríamos primero Atmósfera Cero (Outland, 1981) como lo mejor que nos ha ofrecido, siempre teniendo en cuenta que en su carrera ha tenido a bien obsequiarnos con abundantes producciones de baja calidad, sobre todo una vez entrados en los 90 y su fructífera, para algunos, relación con Jean Claude Van-Damme.

Sí, por el medio tuvo la complicada tarea de levantar 2010: Odisea Dos (2010: The Year We Make Contact) y tratar de hacer algo que se pudiese comparar con 2001: Una Odisea en el Espacio (2001: A Space Odyssey) de Stanley Kubrick, y aunque el cometido finalizó en fracaso al menos trajo algo digno.

Pero en esta ocasión nos vamos a fijar en Capricornio Uno (Capricorn One, 1977), una película que sin ser redonda sí que cuenta con bastantes atractivos y no todos estrictamente cinematográficos. El argumento en esta producción de ciencia ficción nos sitúa en plena NASA, agitada por los preparativos finales de lo que tendría que ser la primera misión que llevase al hombre a Marte básicamente para darle en las narices a la URSS. Los tres pilotos de la expedición están interpretados por James Brolin, Sam Waterston y O.J. Simpson, sí, el jugador de fútbol americano que la gente recuerda por el juicio del asesinato de su esposa y, de forma más agradable, por ser el inefable Nordberg de Agárralo como puedas (The Naked Gun, 1988) de la factoría ZAZ:  Zucher, Abrahams, Zucher.

Todo parece listo y dispuesto y en plena cuenta atrás, ante la estupefacción de los astronautas, son retirados del módulo que finalmente despega vacío. Por lo visto, un importante fallo de diseño provocaría la muerte de los tripulantes y el fracaso de la misión, por lo que son ocultados y retenidos bajo amenaza de dañar a sus familiares “por el bien del país”. Desde la propia NASA continúan con el paripé y en unos improvisados estudios de cine ruedan escenas para hacer creer al mundo que la misión ha sido un éxito. Sin embargo, algún conspiranoico no se cree lo que ve y comienza a investigar. Todo perfecto hasta que llega el momento de simular el regreso a la Tierra, para lo que necesitan un nuevo módulo que americe para luego colocar a los astronautas antes de que un barco les rescate. Algo sale mal y el módulo se desintegra al entrar en la atmósfera, por lo que en la versión oficial son dados por muerto y, por lo tanto, pasan a ser un peligroso estorbo para la NASA.

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Peter Hyams se hace eco, evidentemente, de las teorías de la conspiración de la misión lunar de la NASA. Recrea paso por paso diversas situaciones que se habían dado un año atrás y se cuenta que en la época la propia Capricornio Uno supuso un impulso a dichas teorías para finalmente alcanzar una difusión mayor. Hasta aquí todo apunta a clásico de la ciencia ficción, con una historia interesante y bien desarrollada. El problema viene después, cuando toca la huida y posterior persecución, en la que Hyams demuestra sus carencias en una recta final que pierde bastante el interés del espectador por convertirse en una serie de clichés bastante insulsos. Sin embargo, esta larga recta final, casi media película, no acaba de desmoronar lo que construye en su primera parte, y sin duda es de aplaudir la valentía de Hyams a la hora de retratar a una NASA despiadada y a un país capaz de todo por quedar por encima de sus rivales, aunque sea de forma figurada.

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