Her – Nomofilia al extremo

PortadaSi por algo se ha distinguido Spike Jonze en su carrera ha sido por su habilidad para coescribir guiones de calidad. Realmente su talento es tan notable que en ocasiones incluso se llega a recrear en demasía. Pero pese a algún que otro pequeño pecado de vanidad, lo cierto es que una película de Spike Jonze siempre es una buena recomendación que al menos sabemos que no dejará indiferente a nadie. Lejos queda ya su debut con Cómo Ser John Malkovich (Being John Malkovich, 1999), con guión de otro inclasificable del celuloide: Charlie Kaufman, que posteriormente firmaría el guión de la notable ¡Olvídate De Mí! (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004), dirigida por Michel Gondry. Su separación profesional de Charlie Kaufman nos trajo la interesante Donde Viven Los Monstruos (Where the Wild Things Are, 2009), con guión firmado haciendo tándem con Dave Eggers y que quedaba un par de peldaños por detrás del libro infantil que le servía como base.

Ahora, por primera vez, Spike Jonze decide tomar enteramente la responsabilidad en solitario, llevando personalmente todos los aspectos de Her (Her, 2013), y el resultado difícilmente podría haber sido más positivo. La calidad de la historia no ha sufrido ni un ápice, por lo que de nuevo nos encontramos frente a una historia desafiante y poco convencional. Jonze nos lleva a un futuro cercano, del que sin embargo podemos encontrar reminiscencias en la época actual, en la que la invasión tecnológica parece separarnos poco a poco del resto de personas y, por tanto, del contacto físico.

Es cierto que el tema de las nuevas tecnologías y la alienación a las que parecen someternos, ya ha sido tratada con bastante más crudeza en la excelente serie televisiva Black Mirror (Black Mirror, 2011), pero Jonze busca algo más que advertirnos o escandalizarnos. Seguramente su propósito está más cercano a que nos cuestionemos los motivos por los que nos enamoramos. ¿Seríamos capaces de enamorarnos de un sistema operativo? En el pasado el cine ya nos ha planteado la posibilidad de la relación entre hombre y autómata, pero ¿qué ocurriría si desnudamos de cualquier apariencia humana a nuestro amor platónico? Ese es uno de los dilemas del protagonista, Theodore Twombly, interpretado por Joaquin Phoenix, cuya semi perpetua cara de empanado encaja como un guante en el papel. La instalación de un nuevo sistema operativo, al que configura con una sensual voz femenina, con una avanzada inteligencia artificial que le permite responder con precisión y humanidad a todas las preguntas y necesidades de Theodore.

Todavía más allá encontramos la pregunta de si un sistema operativo podría enamorarse de un ser humano, ¿sería la capacidad de amar la última frontera de la inteligencia artificial? De lograrse ¿qué sería lo que le distinguiría del ser humano, la carne y el hueso? Para encuadrar mejor la situación, Jonze recurre a dibujar un Theodore recién separado de su mujer, aumentando así su vulnerabilidad y su necesidad de recibir afecto, normalizando dentro de lo posible que busque el cariño incluso en su S.O., de nombre Samantha y que tiene la voz de Scarlett Johanson. Quizá sea el miedo a un nuevo rechazo el que empuja a Theodore a preferir su platónica relación frente a la incertidumbre de conocer a una nueva chica, aunque ésta sea Olivia Wilde tratando de sacar la cabeza frente a su pasado televisivo.

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Para terminar de afinar la situación anímica de Theodore, y del mundo en general en ese futuro cercano, su trabajo consiste en escribir cartas de amor por encargo. Una sociedad en la que no se tiene tiempo ni para expresarle a su pareja lo que siente por él o ella. Una sociedad en la que, efectivamente, un sistema operativo parece más humano que muchos de los robotizados homo sapiens sapiens que la habitan.

Her ganó varios premios, siempre en el apartado de mejor guión original, y su atrevida y original propuesta la auparon, sin duda alguna, a ser una de las mejores películas del 2013. Sólo nos queda esperar que Spike Jonze siga con ganas de sorprendernos en sus siguientes trabajos.