Desde la expansión multitudinaria de la NBA al resto del mundo allá por los años 80, hasta nuestros días, han surgido infinidad de diversos personajes singulares que han ido configurando la personalidad de la llamada mejor liga del mundo. El personaje que nos ocupa en estas líneas aparece como uno de los protagonistas de esa época de apogeo y esplendor, en la que rivalidad entre Boston Celtics y Los Angeles Lakers era compartida y vivida por aficionados de medio mundo.
Se trata de A.C. Green, poseedor de un record difícilmente igualable en la NBA: 1192 partidos jugados de forma consecutiva, habiéndose perdido tan sólo 3 partidos en su carrera profesional de 16 temporadas, curiosamente todos en la misma regular season: 1986-87, y siempre por decisión técnica. Seguramente de haber sabido su trayectoria posterior, el técnico Pat Riley hubiese impedido tal circunstancia. Desde ese momento hasta su retirada en el año 2001 no se perdió ni un solo partido, con lo cual el apodo por el que se le acabó conociendo “Iron Man”, era absolutamente cierto.
El “secreto” de su extraordinaria resistencia física, era debido según el mismo, a su castidad, ya que mantuvo su virginidad hasta una vez finalizada su carrera deportiva a la solemne edad de 38 años. Hombre de profundas creencias religiosas, él mismo se encarga de su fundación, la AC Green Youth Foundation, que promueve la abstinencia sexual en jóvenes hasta el matrimonio. Sus propios compañeros de equipo, eran los que más ponían en aprietos sus convicciones, ya que solían tentarlo enviándole mujeres a su cuarto en las concentraciones del equipo, pero él las rechazaba con mucha educación y con citas bíblicas.
Tras demostrar unas enormes facultades reboteadoras y unos excelentes porcentajes de tiro en la Universidad de Oregon State, Green fue escogido en la posición 23 de la primera ronda del Draft de 1985. Tras un primer año saliendo desde el banquillo, adquirió el rol de titular en su segunda temporada, compartiendo quinteto con Magic Johnson, Byron Scott, James Worthy y Kareem Abdul Jabbar ¡Ahí es nada! El aficionado podría pensar que jugar al lado de esos 4 monstruos haría a cualquiera las cosas más fáciles, y en parte es cierto, pero el bueno de A.C. vino a dotar con sus enormes energías y coraje, el puesto de ala-pivot de los angelinos.
Eran años felices por L.A., y el showtime campaba a sus anchas por las pistas de toda la liga. 5 títulos de la NBA jalonan la trayectoria laker en la mágica década de los 80. La cúspide de la gloria se alcanza en los años 87 y 88, con 2 títulos consecutivos en sendas finales épicas frente a los Boston Celtics y los Detroit Pistons, siendo nuestro entrañable protagonista pieza fundamental en la consecución de ambos logros.
Los años 90 supusieron un cambio del orden establecido, y la retirada de Magic Johnson en Noviembre de 1991 al descubrir que era portador del VIH, terminó por confirmar esta tendencia. La liga pasaba a tener un claro dominador en la figura de los Chicago Bulls, con Michael Jordan a la cabeza. No obstante, esto no significó ni mucho menos, el fin de la carrera de un todavía joven Green, que continuó hasta la temporada 92-93 jugando para los Lakers. En la temporada siguiente ficha por Phoenix Suns, equipo en el que hace los mejores números de su carrera, y en donde permanece por espacio de tres temporadas y media, antes de su traspaso a Dallas Mavericks, equipo para el que jugó otras tres temporadas.
Ya con la respetable edad de 36 años, nuestro hombre vuelve a los Lakers, para hacerlo a lo grande, y de titular junto al gran Shaquille O’Neal, y al amparo del ascenso al estrellato de Kobe Bryant. Bien es cierto que su papel era ya secundario, pero fue titular durante los 82 partidos del curso, y puso su inestimable ayuda para la consecución de un nuevo anillo para los de amarillo y púrpura, esta vez a las órdenes de Phil Jackson, siendo el tercero en su cuenta particular.
A pesar del éxito logrado, éste no fue suficiente para que el gran AC renovara por los Lakers, y de nuevo se vio obligado a hacer las maletas, de nuevo a otro destino soleado (Desde luego que no pasó mucho frío en su dilatada carrera). Sería en la temporada 2000-2001, cuando nuestro protagonista decide colgar definitivamente las zapatillas, jugando una más que decente temporada para los Miami Heat.
Como colofón a tan brillante y a la par, curiosa carrera, y una vez finalizada su trayectoria NBA, nuestro entrañable jugón, decide pasar por el altar, casándose con Veronique, antigua cheerleader, y consigue quitarse por fin su sempiterna etiqueta de «El Casto».