La Leyenda Del Gran Judo (Sugata Sanshirô, 1945) es la primera película rodada por Akira Kurosawa, que ya había dirigido alguna secuencia de la película Uma, en 1941. Resulta sumamente complicado valorar con justicia esta obra, ya que la que se ha conservado hasta nuestros días es una versión mutilada por la censura de la época, observándose por ello diversas lagunas en el desarrollo de la historia. Pero pese a esta circunstancia, es un ejercicio muy gratificante el buscar en esta producción el estilo incipiente del gran maestro Kurosawa, presentes desde la primera escena con un corto plano secuencia, dejándonos entrever un pequeño pueblo lleno de vida. No hay duda de que su estilo tardaría aún uno años en ser perfeccionado, pero nos ayuda a comprobar una vez más el genio de Kurosawa, algo que siempre es un placer.
En lo que respecta a la película en sí, encierra una curiosa anécdota. Está basada en el libro homónimo de Tsuneo Tomita, pero lo sorprendente es que Kurosawa presionó a su productora, Toho, para que adquiriera los derechos para adaptarlo a la gran pantalla antes de haber sido publicado. Kurosawa estaba completamente seguro que el libro sería un completo éxito, aunque eso le costó ser tomado en Toho por un loco y varias discusiones para que el productor, con lógicas reticencias, accediera a hacer el desembolso. Kurosawa acertó de pleno, ya que el libro fue un completo éxito y se adelantó así a las competidoras de la Toho. Tanto libro como película nos narran los inicios de Sanshiro Sugata, personaje basado en Saigô Shirô, discípulo de Jigorô Kanô maestro fundador del arte del judo, primer cinturón negro de la historia y responsable de la difusión del judo por todo el país.
La película narra la llegada da Sanshiro Sugata a la gran ciudad con la intención de aprender Jûjutsu, sin embargo su encuentro con un gran maestro le hará cambiar de idea y desear aprender un nuevo arte marcial: el judo. Sanshiro pronto destacará durante su aprendizaje y se convertirá en el principal discípulo de su maestro, teniendo el deber de representar a su escuela en un torneo para demostrar qué arte marcial es la más efectiva. Al contrario de lo que sucedería en producciones posteriores del propio Kurosawa, los combates son bastante fantasiosos, siendo habitual ver como uno de los contendientes es lanzado de esquina a esquina del tatami con una simple llave. Recordemos que se retrata a un personaje venerado en Japón, por lo que seguramente se le quiso ensalzar con estos combates, además de retratar su sentido de la lealtad hacia su maestro y su arte y su dedicación al aprendizaje mediante el esfuerzo, algo muy común en las obras japonesas y que aquí se compara con una flor de loto abriéndose, una bella metáfora. La película, en definitiva, no defraudará pese a que no llega a los niveles de producciones posteriores de Kurosawa, pero es evidente que sus películas más modestas siguen estando muy por encima de la inmensa mayoría.
Debido al gran éxito de la película, Akira Kurosawa filmaría una continuación: La Nueva Leyenda Del Gran Judo (Zoku Sugata Sanshirô, 1945), a la que seguirían varias más, aunque no serían dirigidas por Kurosawa.