Ya queda redundante decir que el cine coreano es uno de los más brillantes de la última década, pero ante el aluvión de películas que nos llega desde el país asiático que nos dejan un más que buen sabor de boca, nunca está de más volver a visitar su filmografía en busca de nuevas propuestas. Corea a dado a grandes cineastas como Kim Ki-duk, pero en este artículo es mejor referirse a tres directores concretos: Park Chan-wook con su inolvidable trilogía de la venganza. Bong Joon-ho, a quien ya tuvimos la oportunidad de revisar en Mother (Madeo, 2009). O Kim Ji-woon, autor de Dos Hermanas (Janghwa, Hongryeon, 2003), A Bittersweet Life (Dalkomhan Insaeng, 2005), y la que hoy nos ocupa: Encontré Al Diablo (Akmareul Boattda (I Saw The Devil), 2010). Los tres directores han conseguido impregnar a sus obras de un estilo nuevo, distinto y fácilmente reconocible en cualquier parte del mundo, logrando desarrollar un sello made in Corea. En este estilo, que habitualmente usa la venganza como hilo conductor de la historia, la violencia siempre ocupa un lugar preponderante, usándose al mismo tiempo de manera sumamente realista y de forma preocupantemente bella. Encontré Al Diablo, no es una excepción a estas señas de identidad. En esta producción, Kim Ji-woon parece recoger lo mejor de su excelente A Bittersweet Life, y mezclarlo, que no agitarlo, con la maravillosa Oldboy, logrando así un resultado que despierta controversia, amor y odio a partes iguales. El simple hecho de ver compartir pantalla a los dos protagonistas de esas mismas películas, Lee Byung-hun de A Bittersweet Life y Choi Min-sik de Oldboy, ya logra que merezca la pena dedicarle tiempo a esta obra, ya que ambos están colosales en sus papeles, dándole una fuerza y una credibilidad a la historia memorable.
Así que, de nuevo, tenemos una historia que se adentra en las entrañas de ese sentimiento tan humano como poco racional que es la venganza, ahondando sin paños calientes en sus motivos, consecuencias y peligros. Encontré Al Diablo tiene pocas concesiones con el espectador, es un espectáculo brutal de principio a fin y por ello corre el peligro de ser interpretada como una película hueca, que busca únicamente ganarse al espectador mostrando una sucesión de escenas de acción. Sin embargo, y pese a que no llega a la profundidad del argumento de Oldboy, realmente se queda muy lejos de esta interpretación simplista, ya que trata de acercarse al monstruo interior que el ser humano guarda en su interior, a la espera de mostrarse al amparo de nuestros impulsos más primarios, acrecentados por la sed de venganza.
Precisamente, ese monstruo será el que necesite sacar Soo-hyun (Lee Byung-hun) para dar caza al psicópata Kyung-chul (Choi Min-sik), responsable de la muerte de la esposa de Soo-hyun. En una sádica persecución que parece no tener final, la irracionalidad irá ganando terreno hasta el inevitable final, en el que la visión de Kyung-chul sobre todo lo sucedido nos golpeará con fuerza.
Una de las películas más arrebatadoras en lo que llevamos de siglo. La segunda vez que la vi pensé que perdería gracia, pero fue todo lo contrario; acabé sacándole incluso más chicha. Sencillamente sublime.