Abismo y adicción según Abel Ferrara

Una joven, que luce una cabellera oscura y despeinada, junto a un anciano profesor medio calvo y con gafas. Ambos encuadrados en un primer plano. Durante la fiesta que se celebra tras haber conseguido su doctorado en Filosofía, la  joven recita un discurso de agradecimiento frente a sus colegas académicos. Su voz es tranquila y pausada. El profesor asiente a sus palabras con una tenue sonrisa dibujada en sus labios que expresa un extraño regocijo. De repente, la joven mira de reojo hacia el académico y, acto seguido, se abalanza sobre él violentamente hincando sus colmillos en el cuello fláccido del profesor. Su boca reluce empapada de sangre. Esto es todo lo que ha aprendido durante los largos y duros años en la Universidad de Filosofía. Esto es lo que quería compartir.

The_Addiction-609151130-largeAbel Ferrara nos introduce, con conocimiento de causa, en el tenebroso mundo de la adicción a través de la figura del vampiro en La adicción (The addiction, 1995), un filme inmerso en un inquietante blanco y negro, lleno de sombras y algunas luces.

Kathleen Conklin (Lili Taylor) es una estudiante de doctorado de filosofía que una noche es atacada por una vampiro, condenándola a los avernos de una adicción: la sangre, que se revelará cada noche más presente e implacable. La protagonista sufre entonces una metamorfosis involuntaria, así como la pérdida de su inocencia. Se convierte en una yonqui, habla como una barriobajera y se pudre por dentro. Mientras se adentra en la oscuridad, cubre con cortinajes su piso y asiste a sus clases con gafas de sol.  A lo largo del filme Kathleen recorre todas y cada una de las fases de la adicción. Primero el rechazo: su cuerpo lucha en contra de esta adicción y la nueva sangre – droga – que corre por sus venas, rechazándola con espasmos, convulsiones y vómitos. La escena de este tránsito es magistral. Después la asimilación: la protagonista empieza a injerir sangre, al principio extrayéndola de sus víctimas sin violencia, con una jeringuilla. Su cuerpo no tarda en acostumbrarse a la sustancia que le pide más. Primer plano de ella con los labios rebosantes de sangre. Ya no usa jeringuillas, sino sus colmillos. Kathleen ha cambiado hasta tal punto que la adicción se hace presa de ella y hará lo que sea por tal de saciar el mono. Más tarde, alcanza el éxtasis en la orgía de sangre vampírica la noche de la fiesta de su doctorado, que la lleva a una sobredosis. Y por último, la muerte o liberación-superación de su adicción.

La adicción lleva a la protagonista a transformarse en una asesina, en una caníbal que al saciar su sed convierte en vampiros, en adictos, a sus semejantes. Y con ellos palia la soledad causada por esa extraña droga, porque en el grupo se reafirma, se nutre y puede sobrevivir. La maldad inherente a su adicción se hace patente en la escena en la que ataca a su mejor amiga. Pese a las súplicas de ésta, se muestra implacable. La sangre es más poderosa que la amistad.

Cabe mencionar que en el filme es una joven inteligente y culta, quien cae o es empujada a la adicción. Una joven que al principio de la película, cuando todavía no se ha convertido en vampiro mira con desprecio y desaprobación a los drogadictos y camellos que se vagabundean por la calle, reprobando su modo de vida. Ferrara nos muestra con este personaje que cualquiera, independientemente de su situación social y/o educación, puede caer en las marismas de la adicción, sea cual sea.

El filme se ahonda en la adicción y la contempla desde una perspectiva filosófica, literaria y épica, alejada infinitamente del hedonismo de las drogas. La droga, en sus inicios, es leve y efímera, la adicción es un lastre, algo que forma parte del ser del vampiro – adicto -, algo con lo que tiene que vivir o, en última instancia, morir. Los vampiros experimentados, interpretados por Christopher Walken y Annabella Sciorra, han aprendido a vivir con ella, dominarla e incluso regocijarse, porque la adicción no es distinta a ellos, es ellos. Sin embargo, Ferrara se centra y aborda el dilema existencial en el que se encuentra una adicta primeriza que desea escapar de la esclavitud que ésta supone. Lo hace hilvanando la adicción con conceptos filosóficos como la naturaleza malvada inherente al ser humano – la vampiro ilustra a la joven estudiante sobre este tema con un dilucidador axioma: “No somos malvados por el daño que hacemos, sino que hacemos daño porque somos malvados”; los crímenes de guerra y contra la humanidad, también la libertad y la determinación que los posibilitan.

Captura-The.Addiction.[1995.Abel.Ferrara].DVDRip-PsyCoSys.avi-3

Kathleen se cuestiona el abismo kierkegaardiano de la siguiente manera: «¿Qué pasa si no eres tú el que salta al abismo, sino que te empujan?». El adicto oscila constantemente entre la necesidad imperante de satisfacer su adicción y el deseo existencial a escapar de ella. Se halla inmerso en una lucha entre la necesidad y la libertad, entre la vida y la muerte, que se hace más ardua, cuando lo que la conduce a la muerte es lo único que la hace sentir viva.