El Rayo Mortal: la esencia de Daniel Clowes

El Rayo Mortal¿Os imagináis como podría ser una película de superhéroes dirigida por Todd Solondz? Pues quizá esa es la idea más cercana que, los que no habéis leído el Rayo Mortal (Reserboir Books, 2013), os podáis hacer de lo que encierra esta obra. Por fin entre nosotros, casi diez años después de su publicación en Bola Ocho, llegaba el año pasado esta joya a nuestras librerías. Y es que, nada menos, estamos ante una de las obras capitales del firmante de Ghost World (La Cúpula, 2000), David Boring (La Cúpula, 2002) y la infravalorada Wilson (2010).

El Rayo Mortal encapsula toda la esencia de la obra de Daniel Clowes entre 48 páginas que, tras llegar a su fin, provocan una necesidad crónica de obligar a Clowes a que siga estirando la vida de sus personajes. Aunque, realmente, ¿queda algo más que decir?

La soledad de la adolescencia como el rotor de toda su obra, en este trabajo alcanza profundidades sintomáticas; dándole a Andy, su protagonista, el poder de hacer desaparecer con una pistola a todo quisqui que le haya amargado en el insti, al amigo que le toca porque nadie más le hace caso, o al idiota de turno que le haya pillado en un mal día. Vamos, que de peculiar cómic de superhéroes -tal como la han vendido por ahí-, más bien poco. Lo que, en realidad, tenemos es la excusa perfecta para que Clowes indague más allá de las típica abstinencia vital que nutre sus viñetas para hacer realidad lo que todo excluido de la «gente normal» ha soñado, aunque sea de forma fugaz, en algún momento de su vida -Clowes incluso hace que Andy le entre a saco a la asistenta de su tío-. Lo que en manos de otro artista provocaría “ese cambio radical”, enfundando de un remozado espíritu heroico a su protagonista -incluso Kick-Ass tiene mucho de eso, y el protagonista es un zurullo  en pijama-, aquí revertirá en un plus de dilemas existenciales, o un uso, cuanto menos, egoísta de su poder. Como no podía ser de otra forma, Clowes viñetaClowes sale victorioso en su empeño por metaforizar la baldía juventud de Andy, y su amigo Louie. Es más, seguramente aquí hay mucho de autobiografía; se puede palpar en cada momento. Como resultado, El Rayo Mortal disfraza con pijama cutre de Spiderman un hiperrealismo casi siempre esbozado entre diálogos sin rematar, dejados a medias. Tan real como la desgana que siempre destilan Andy y Louie. Pero El Rayo Mortal es mucho más. Ateniéndonos al trabajo gráfico dispuesto por Clowes, esta obra resulta ejemplar en intenciones. Desenfoques narrativos, sucesiones de viñetas en distintos formatos, trazos infantiles -casi grotescos con sus personajes-, guiños descontextualizados del cómic de superhéroes, mutación del color al holograma. El Rayo Mortal es una obra en continuo estado de transfiguración; uno acorde con los propios sentimientos de Andy, quien no deja de ser en todo momento el catalizador principal que vertebra este sumidero de envidias, miedos y cuestiones.

Una de las muestras más honestas con la esencia de un autor que haya podido sentir jamás. Definitivamente, El Rayo Mortal es la obra bisagra que da pleno sentido a toda la trayectoria de Clowes; algo así como su Agujero Negro (La Cúpula, 2005) particular. Dejar pasar la oportunidad de engullirla, y saborearla, se advierte como un placer no satisfecho. Eso sí, no se la regales al sobrino friki con camisetas de Flash Gordon. No vaya a ser…

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