«Si Stalin es Dios, yo prefiero seguir al Diablo»
Mijail Bulgakov
Uno de los grandes artistas rusos del siglo XX, Mijail Bulgakov hará del la literatura y el teatro su gran pasión. De entre estos dos campos, la literatura será siempre por lo que será reconocido. No obstante, si nos atenemos a una de sus obras de teatro, Ivan Vasilievich (1936), aquí podremos captar toda su genial esencia. Y es que hacer una obra en la Iván el Terrible es llevado en el tiempo hacia un típico piso ruso de 1930, no deja de ser despampanante. Acusado de anti-soviético, El Maestro y Margarita (Nevsky, 2014) prenderá como el fuego desde que vea por primera vez la luz. Pero para que eso ocurra tendrán que pasar años.
Tremenda mofa al plan quinquenal instaurado por Stalin, el mismo mandatario ruso se había considerado un admirador del trabajo teatral de Bulgakov. A pesar de esto, sólo un año después de acabar el primer manuscrito de El Maestro Y Margarita, al escritor ruso se le prohibirá publicar cualquier tipo de novela u obra de teatro. Situación terrible, el propio Bulgakov quemará una por una las hojas del manuscrito original de su novela cumbre en el horno de su casa. Eso sí, no se quedará de brazos cruzados. En consecuencia, Bulgakov reescribirá su gran obra maestra de memoria en varias ocasiones; incluso con la ayuda de su mujer. Sólo tiempo después, la distribución original de la novela será clandestina, por medio del samizdat, por la que el original mecanografiado era pasado a manuscritos en papel carbón. Otra de la forma de poder leer la novela de Bulgakov será por medio de Moksvá, una publicación que lo irá publicando por capítulos. La primera vez que El Maestro Y Margarita se podrá leer como novela en sí, será en 1966, casi tres décadas después de que su autor fallezca por problemas renales. No obstante, hasta 1990 no se podrá disfrutar de la versión definitiva de esta obra. Gracias al trabajo realizado durante dos años por Marietta Chudakova, y la ayuda de Serguéievna, la viuda de Bulgakov, El Maestro Y Margarita se beneficiará de una compilación con todos los borradores de la obra escritos por Bulgakov, y que es la edición que hoy se nos presenta esplendorosa -incluso con ilustraciones-, por medio de Nevsky. Trabajo editorial a la altura de la obra, El Maestro Y Margarita es una novela de novelas que explica una época de cambio y terror en la sociedad rusa, pero su poder crítico es tan profundo y universal que sirve como el perfecto borrador de lo que se vive hoy en día con la Rusia de Putin. Las aseveraciones sobre la miopía de la intelectualidad, su pobre iniciativa, sólo es una de las tantas capas de cebolla que se esconden tras este mural satírico disfrazado de fábula gótica. Repleta de guiños y metáforas, esta obra no se puede si no leerse con mucha calma, paladeando, interpretando cada una de las situaciones; cuando ya parece que está todo dicho, siempre aparece una capa narrativa más, latiendo entre sus costuras. Uno de esos tantos detalles proviene del tercer capítulo, cuando se derrama el aceite en una de las escenas más brutales del libro. Tal como lo explica la gran filóloga Marietta Chudakova: “En general, el aceite vegetal forma parte importante de la cotidianidad rusa desde antaño. En su tiempo, por ejemplo, descubrí que un proverbio popular ruso que dice “El aceite no estropea la papilla” (significa algo como “por mucho pan nunca fue mal año”) hace referencia a la papilla de alforfón rociada con aceite vegetal…”
Más que nunca, con el propósito de no desvelar absolutamente nada de la historia relatada, si no de dar únicamente cuerpo a su esencia, no puedo reprimirme el citar a un personaje en particular, ese espeluznante gato gigante que, con tanto garbo, anda sobre su patas traseras. Una de las grandes invenciones de esta obra, nunca debemos olvidar el gran componente fantástico que se despliega entre las más de quinientas páginas que pueblan esta grandiosa celebración de literatura. Grotesca sátira social, envuelta por un crisol desbordante de surrealismo, Bulgakov no sólo funde estos dos mundos en un híbrido alucinado, sino que es capaz de dotarlo de un poso humorístico, sencillamente, aterrador. El Maestro Y Margarita tiene la gran virtud de remover las neuronas con crítica fantasiosa, al mismo tiempo que provoca un hormigueo grácil en la caja torácica, no sin también estar acompañado de una buena voltereta de cuencas oculares ante las situaciones descritas con trazo desgarbado por Bulgakov.
Dotado de una habilidad sin igual para la descripción, si a esto añadimos una dialéctica de clasicismo irreverente en sus diálogos, no nos quedará más que certificar lo apuntado desde el primer momento: estamos ante una de los grandes clásicos de la literatura rusa. Por fin, entre nosotros tal como se merece.