Guy Stevens: el productor chiflado

“Se lo recomendamos a cualquiera que quiera hacer un disco”.

Joe Strummer hablando de Guy Stevens

 

 

Desde hace tiempo que parece que se ha extinguido la fascinante raza del productor-creador que se gestó durante los años ’60, ’70 y ’80 -sin contar la música electrónica, un mundo aparte en el que los productores son los propios músicos-. En aquellos tiempos salieron a la superficie auténticos genios locos que, como Martin Hannett, Joe Meek, King Tubby, Phil Spector o Trevor Horn, dejaban muy claro quién era el que mandaba en el estudio de grabación. Y la banda no lo era… Aparte de nombres tan significativos como éstos, nunca debemos olvidar a Guy Stevens. Menos creativo que cualquiera de los anteriores. En realidad, lo genial de Stevens procedía de su locura contagiosa, una que llegará a niveles de puro delirio durante su participación en las sesiones de London Calling (CBS, 1979), el pináculo creativo de The Clash.  Un pirado entrañable, aunque peligroso, Stevens dejará marcado su sello tan peculiar de irraciocinio entre cada surco que conforma la obra más reverenciada de los Joe Strummer, Mick Jons, Paul Simonon y Topper Headon.

Un torrente en permanente estado de alteración etílica, cuando The Clash optaron por la opción de Stevens para su disco, seguramente, no se podían imaginar ni por asomo la mueca de incredulidad que se les quedaría desde el mismo día que fueron a hablar con él.

Guy Stevens foto 2
¿Hace falta explicar quién de los dos es Stevens?

Mick Jones: “Creo que la opción de Guy Stevens como productor se me ocurrió a mí. No estoy seguro, pero no recuerdo que se hablara de nadie más. Sabía que Bill Price había trabajado con Guy y que lo conocía bien. Fuimos a su casa para conocerlo antes de empezar y estaba muy molesto por una película de Led Zeppelin que acababa de ver, The Songs Remains the Same, y tenía el disco en las manos y estaba cada vez más enfadado con las fantasías que había filmado el grupo. De repente, arrojó el disco disgustado y alcanzó a Joe en el ojo y lo derribó. Guy se mostró muy preocupado y corrió hacia Joe mientras éste yacía en el suelo con un moratón en el ojo. Fue una especie de reunión de preproducción”[1].

A pesar de este encuentro accidentado, la opinión de Strummer sobre Stevens no podría ser más elocuente: “La última cura para el estreñimiento musical”[2].

Tan sembrada decisión no será del agrado de CBS que, sabiendo de las anteriores peripecias de Stevens trabajando para Procol Harum o Mott The Hopple, se temían lo peor.

Joe Strummer: “¡Nunca he conocido un parásito como éste antes!”

En efecto, “The Clash recibió una oposición considerable por parte de CBS cuando les propusieron usar a un individuo como Stevens.

Guy Stevens foto 3Joe Strummer: “¡Ellos odian sus arrebatos! Dijeron que no lo usarían de nuevo hasta que les saliera rentable. Tenemos la intención de utilizarlo de nuevo, y vamos a influir en todas las decisiones de la CBS para que lo usen de nuevo. Le vamos a convertir en el productor de la casa discográfica”[3].

A Strummer, en particular, le resultaba ampliamente motivadora la visceralidad de Stevens en el estudio. Pese a sus métodos poco ortodoxos, la decisión ya estaba tomada; la CBS había pasado por el aro. Las sesiones de London Calling estaban al caer, y el primer día será suficientemente significativo de lo que les esperaba a The Clash.

Joe Strummer: “Apareció en el estudio vestido de hincha de un equipo de fútbol, con un montón de discos bajo el brazo y dando saltos por todas partes. Aquello nos mosqueó un poco, pero Guy era así, estaba como una cabra. Mientras grabábamos los temas del disco, el tío cogía y nos tiraba botellas de cerveza a la cabeza, porque decía que eso despertaría nuestra agresividad. Teníamos que tocar esquivando los botellazos. Jamás se sentó en la mesa de mezclas como cualquier otro productor, oh no, él no hacía eso. El no quería música. La música le importaba un bledo. Él buscaba la emoción del grupo. Guy consiguió hacer saltar la energía de la banda y plasmarla en el disco. En comparación, por ejemplo Exile On Main Street huele a alcohol por todas partes. Los Stones estaban muy borrachos cuando lo grabaron. London Calling, sin embargo, es un disco absolutamente sobrio. Guy no nos permitió beber. Él bebía por los cuatro. Es muy bueno el sonido de London Calling. Pero Mick y Bill Price, nuestro ingeniero, también tuvieron mucho que ver con ese sonido… Guy  Stevens es un tipo salvaje. Llegó a verter cerveza en el piano para desgraciárnoslo. No queríamos que sonara el piano en el disco. Pero a pesar de todo es un gran tipo. Siempre ha tenido mala suerte”[4].

Joe Strummer: “Me llega al corazón cuando Guy nos habla de su historia empresarial.  Por lo menos hay alguien por ahí que lo ha pasado tan mal como nosotros, si no peor. Todas las terribles cosas que le arruinaron la vida. . .

Mick Jones: “Definitivamente, su presencia en un estudio marca la diferencia. Es como si todo el lío fuera hacía él como el retrato de Dorian Gray o algo así. Todo el desorden del sonido se palpa y con eso él se convierte, para que lo que finalmente quede en la cinta sea… la claridad”.

Joe Strummer: “La gente tiende a tener miedo de él, porque se sube por las paredes, por decirlo suavemente. Y, efectivamente, deberían tenerlo. Hay un poco de actuación en lo que hace, pero no es del todo una actuación. Él desalienta a mucha gente. Suelen pensar: “Cristo, llevad a este hombre a su casa”.

Mick Jones: “Pero incluso cuando él está inconsciente, puede recordar la dirección de donde vive”[5].

Motivador nato, Stevens mezclaba teatrillo, intuición y el subidón del alcohol para poder arrastrar a un estado de inconsciencia creativa a toda la banda.

Mick Jones: “Guy tenía una manera muy propia de bajar las escaleras. En el estudio había una larga escalinata y Guy bajaba los escalones de dos en dos o de tres en tres, y siempre acababa rodando. Un día bajó muy rápido y entró en la sala que en la que estábamos tocando, agarró una escalera y la volteó por encima de su cabeza. Cuando Joe tocaba el piano, Guy le decía: “Toca como Jerry Lewis, como Jerry Lee Lewis”, escupiéndole en la oreja y abriendo y cerrando la tapa del piano a golpes”[6].

Paul Simonon: “Nuestro productor Guy Stevens fue muy importante para nosotros, por su contribución musical y emocional. Una vez le pidieron que describiera su estilo y dijo: “en este mundo hay dos Phil Spectors, y yo soy uno”. Durante la grabación, Guy entraba a la sala de grabación para intensificar el ánimo. Una vez entró mientras estábamos grabando y empezó a reventar sillas contra la pared, para aumentar la atmósfera. Pero no todos pudieron apartarse del camino”[7].

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Stevens haciendo de Chuck Berry delante de Mott The Hopple.

Joe Strummer: “Él inventó algunos cosas nuevas para nosotros. Como verter la cerveza en el piano para que sonara mejor. . .”

Mick Jones: “Al igual que el piano, […] también se le daba por golpear al guitarrista con una escalera”.

Joe Strummer: “Cuando arrojó cerveza en la televisión, casi le matamos”[8].

Topper Headon: “Guy le agregó la llama mágica. Cuando alguien está sacudiendo una escalera y tienes que esquivarla agachándote, la música definitivamente cobra vida. En un momento[9] dijo: “Bueno, esa toma está lista”. Yo dije “No, se acelera un poco”, y dijo: “un rock n’ roll genial se acelera. Esa toma ya está”. Y tuvo razón. Hizo que nos diéramos cuenta de que un buen productor de rock deja la imperfección metida en alguna parte”[10].

Paul Simonon: “Hizo que me sintiera muy cómodo durante la grabación. Si cagaba una nota no le importaba”[11].

Topper Headon: “Guy era el alma de la fiesta. A media toma, se enzarzaba con el ingeniero sobre la mesa de mezclas, o aparecía la policía con él tres horas tarde porque lo habían encontrado atrapado en unas obras de la carretera. Me encantaba aquello”[12].

Joe Strummer: “»Recuerdo muy bien teniéndole que buscar a través de todos los pubs de Oxford Street. Le encontré, entre una fila de tíos sentados, desplomado sobre la barra mirando a su cerveza. Miré hacia debajo de esa fila y lo distinguí por su gorro de lana. Me acerqué a él y le di un golpecito en el hombro. Él miró a su alrededor y fue como el hallazgo padre-hijo en una de esas películas cursis. Me miró y dijo: ‘Tómate una copa’”[13].

Stevens formará con Bill Price una pareja de productores de lo más surrealista. Stevens era el paradigma de la locura, y Price intentaba mantener un equilibrio, imponiendo cierto de grado de cordura. Sin embargo, con Stevens eso era como pedir a un escocés que se haga una purga anti-whisky.

Paul Simonon: “De repente, miramos hacia la cabina de control y, a través del cristal, vimos a esos dos hombres luchando, inclinados sobre la mesa de mezclas. Cuando nos acercamos a ver qué pasaba vimos que eran Bill Price y Guy Stevens”.[14] “Guy forcejeaba con Bill agarrando un disco. Fuimos a ver qué pasaba y resulta que Guy trataba de poner una grabación de un partido del Manchester United contra el Arsenal. Supongo que intentaba generar cierto entusiasmo, no lo sé. Le gustaba que reinara alguna atmósfera en el estudio, pero nos encontrábamos a mitad de una canción. Bill estaba intentando que el tema siguiera adelante y Guy pretendía poner aquel disco”[15].

Mick Jones: “Él solía tener algunas peleas durante las sesiones. Tuvo una con el señor Oberstein [Maurice Oberstein, gran jefe en la CBS], mientras yacía en frente del Rolls Royce de Mister Oberstein. Tenía peleas con Bill [Price, un  ingeniero de la misma calaña]. . .

Joe Strummer: “Durante las sesiones, Guy llamaba por teléfono periódicamente a Ian Hunter a los Estados Unidos buscando palabras de ánimo. El tipo estaba diciendo a Hunter que no podía continuar, y Hunter le decía que dejase de mearse encima y siguiese adelante. Él se quedaba colgado del teléfono del pasillo durante horas mientras The Clash trabajaba en el estudio”.

“Pagamos sus llamadas. También pagamos sus taxis”[16].

Guy Stevens foto 5Paul Simonon: “Una vez, Guy se presentó en el estudio con un tipo, y pensé que sería un amigo suyo o algo así. El tío se pasó el día allí sentado, escuchando la sesión. Más tarde descubrimos que era el taxista de Guy, que lo había recogido aquella mañana”[17]. Efectivamente, el pobre hombre tendrá que quedarse hasta ocho horas en el estudio esperando a que Guy le pagara…

Bill Price: “Guy era un productor de discos muy inusual”. “Él creía que el trabajo del productor era maximizar la emoción y la sensación que un artista revelaba ante el micrófono del estudio cuando se hacía la canción. Y Guy hacía esto a lo que él  llamaba “inyección directa”. Retaría al artista verbal y físicamente, derribándolo, tirándolo al suelo y golpeándolo y todas esas cosas, en ese orden, con el fin de que sacara fuera toda la emoción, cuando él estaba tocando. Curiosamente, esto funcionó mejor con algunas personas que con otras. En realidad, funcionó muy bien con Joe”[18]. “Guy creía que el trabajo de productor consistía en imprimir la máxima emoción en el disco”, continúa Bill Price. “Inyectaba su propia personalidad en los músicos, cara a cara, mientras éstos se disponían a grabar. Se excitaba tanto que tenía que mantenerle a distancia con una mano y con la otra nivelar los controles de la mesa”[19].

Motivador nato, Stevens era la viva imagen de un entrenador de fútbol excéntrico. El David Vidal[20] de las mesas de controles, para Stevens The Clash era como un equipo de fútbol al que tenía llevar a la victoria. Pero a su manera, claro está.

Mick Jones: “Guy era un seguidor acérrimo del Arsenal, y solía pasar por Highbury antes de ir al estudio. Cogía un taxi y hacía esperar al taxista hasta que pisaba aquel césped sagrado. Siempre venía luciendo su bufanda del Arsenal”[21].

Topper Headon: “Un día, Guy llegó al estudio, donde había un montón de sillas de orquesta apiladas, y cogió una arriba de todo, de manera que cayeron todas las demás. Si escuchas, las puedes oír de fondo en una de las canciones[22], las sillas cayendo y Guy exclamando: “¡Huy!” Tras este momento inmortal, las siguientes palabras de Stevens lo explican todo.

Mick Jones: “Entonces va y dice: “Soy Guy Stevens y esto es lo que hago… sobre todo cuando pienso en mi madre” y luego va y comienza a comportarse. . . excéntricamente”[23].

Mick Jones: Un día, en Wessex, llegaron unos policías buscando a Guy. Topper salió por piernas. Mick y Joe se quedaron inmóviles y yo estaba bajando las escaleras cuando los vi. Me pareció reconocer a uno de ellos: era Wilko, de los Blockheads de Ian Dury. El grupo venía de Top of the Pops, donde habían estado filmando I Want to be Straight[24].

Surrealista o no, lo cierto es que mediante sus actos conscientes, e inconscientes, Stevens logrará crear un ambiente siempre en tensión del que se benefició la explosividad de la banda. Eso sí, tantos quilos de locura también tuvieron sus consecuencias.

Johnny Green: “Fue lo opuesto a Give ‘Em Enough Rope, aquí se trataba de niveles de energía. Pero al cabo de un tiempo Guy se convirtió en un problema; nadie lo decía, pero era así. No quiero denigrar su contribución a ese disco, él fue quien encendió la inspiración, pero Guy hacía lo que todos los borrachos: dormitaba y se quedaba frito. Al final, le llamábamos y le decíamos que nos tomábamos dos días libres para que pudieran concentrarse en los overdubs. Pero, insisto, es el disco de Guy, y el de Mick, quien demostró mucha humildad al no hacer suyo el mérito”[25].

Ni que decir tiene que el resultado final no sólo será satisfactorio sino que brillará con entidad propia dentro de aquel mágico ’79, donde obras como Unknown Pleasures (Factory, 1979) de Joy Division, Metal Box (Virgin, 1979) de P.I.L. y Entertaiment! (EMI, 1979) de Gang Of Four habían señalado un nuevo camino para la historia del pop. Quizá estas obras fueron más influyentes, pero ninguna de éstas derrochará el carisma de London Calling: la obra de los cuatro jinetes más avispados del rock’n’roll  y Guy Stevens, el productor chiflado.

Desgraciadamente, el ritmo abusos a los que Stevens estaba sometiendo a su cuerpo le pasarán factura por última vez un triste 28 de agosto de 1981. Como todo en su vida, hasta su propia muerte tendrá un componente de terrible ironía: fallecimiento por sobredosis de medicamentos para reducir su dependencia alcohólica. Sobran las palabras.


[1] Joe Strummer, Mick Jones, Paul Simonon, Topper Headon: The Clash, GLOBAL RHYTHM, Barcelona, pag. 225.

[2] The Generalist: “Cult Music: Guy Stevens”. Traducción del autor.

Enlace: http://hqinfo.blogspot.com.es/2012/02/cult-music-guy-stevens.html

[3] Ibídem.

[4] Luna, Sagrario: The Clash, Catedra, Madrid, 1988, pag. 74.

[5] The Generalist: “Cult Music: Guy Stevens”. Traducción del autor.

[6] Joe Strummer, Mick Jones, Paul Simonon, Topper Headon: The Clash, pag. 227.

[7] Radio Valvular: “Anatomía de una canción: ‘London Calling’ de The Clash”.

Enlace: http://radiovalvular.wordpress.com/2013/12/05/anatomia-de-una-cancion-london-calling-de-the-clash/

[8] The Generalist: “Cult Music: Guy Stevens”. Traducción del autor.

[9] Topper se refiere a ‘Brand New Cadillac’.

[10] Radio Valvular: “Anatomía de una canción: ‘London Calling’ de The Clash”.

[11] Julià, Ignacio: The Clash: rock de combate, pag. 36.

[12] Joe Strummer, Mick Jones, Paul Simonon, Topper Headon: The Clash, pag. 226.

[13] The Generalist: “Cult Music: Guy Stevens”. Traducción del autor.

[14] Julià, Ignacio: The Clash: rock de combate, Editorial La Máscara, Valencia, 1999, pag. 36.

[15] Joe Strummer, Mick Jones, Paul Simonon, Topper Headon: The Clash, pag. 226.

[16] The Generalist: “Cult Music: Guy Stevens”. Traducción del autor.

[17] Joe Strummer, Mick Jones, Paul Simonon, Topper Headon: The Clash, pag. 225.

[18] Michie, Chris: “Recording The Clash “London Calling”, Steve Hoffman Music Forums. Traducción del autor.

Enlace: http://forums.stevehoffman.tv/threads/recording-the-clash-london-calling.25335/

[19] Julià, Ignacio: The Clash: rock de combate, pag. 36.

[20] Mítico entrenador gallego de fútbol. Su elocuente forma de seguir los partidos se hizo famosa por medio de “El Día Después”, mítico programa de fútbol de Canal Plus emitido todos los lunes de liga durante más de una década.

[21] Joe Strummer, Mick Jones, Paul Simonon, Topper Headon: The Clash, pag. 225.

[22] La canción a la que se refiere Topper es ‘Death Or Glory’.

[23] The Generalist: “Cult Music: Guy Stevens”. Traducción del autor.

[24] Joe Strummer, Mick Jones, Paul Simonon, Topper Headon: The Clash, pag. 234.

[25] Julià, Ignacio: The Clash: rock de combate, pag. 36.