Judex – El justiciero de Franju

portadaJudex (Judex, 1963), dirigida por Georges Franju, fue un remake de la película homónima de 1916 dirigida por Louis Feulliade y dividida en 12 capítulos, al estar grabada como un folletín a semejanza de su anterior obra Los Vampiros (Les Vampires, 1915). La recreación de Franju fue de una duración mucho más convencional, y podemos decir que su realización fue, en cierta medida, fruto del azar. Todo comenzó con el escritor Francis Lacassin, especializado en la cultura pop y seguramente por eso estaba fascinado por el personaje de Judex, un héroe de estética similar a Fantomas que cubría su rostro y cuerpo con un amplio sombrero y una larga capa negra. Lacassin se encontraba recopilando datos para crear un artículo sobre el serial de Feulliade, cuando le llegó la propuesta de crear un guión para una película. Él propuso de recuperar al personaje de Judex, y tras ser aceptada la idea llegó a oídos de Jacques Champreux, que además era nieto del propio Feulliade. Con ambos puestos de acuerdo en crear una historia para resucitar a Judex, llegó el momento de buscar a un director adecuado para el proyecto, y Champreux sentía devoción por Franju. Aunque inicialmente el director no se mostró muy emocionado por la idea, ya que consideraba que Judex no era una obra que pudiese considerarse representativa del talento de Feulliade, sus deseos de dirigir una película sobre el personaje de Fantomas propiciaron que finalmente aceptase la propuesta proponiendo que la producción fuese un acercamiento al cine mudo francés. Con este concepto en mente, Champreux y Lacassin se pusieron manos a la obra para tener listo un guión.

Judex nos narra la misteriosa muerte, aunque pronto sabremos que realmente es una desaparición, del banquero Favreux, hombre sin escrúpulos que a lo largo de su vida no ha dudado en pisotear a todo aquel que se interpusiera en su propósito de acumular riquezas. Precisamente el banquero está recibiendo cartas amenazadoras de un extraño justiciero de nombre Judex. En una de las misivas le anuncia que morirá a las 12, justo el día que ha organizado un baile de máscaras. El vaticinio se cumple y Favreux cae desplomado ante sus invitados. Desde este momento comenzará a enmarañarse la trama, con giros argumentales y sorpresas que, por desgracia, no están todas resueltas con la necesaria solvencia.

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Lo más destacable de Judex es su fuerza visual, comenzando por el fascinante baile de máscaras que forja imágenes inolvidables y es de una fuerza icónica deslumbrante. En general durante toda la película el apartado artístico alcanza el notable gozando además de una estética que le acerca al cine mudo de principios del siglo XX, tal y como era el deseo de Franju, incluyendo incluso una especie de intertítulos que aquí sirven para dividir la película en distintas partes, lo que también le acerca a los seriales de Feulliade. De todas formas, alabar la estética en una película de Franju debería ser considerado redundante, porque es algo que al director francés se le presupone.

Sin embargo no estuvo tan acertado en su elección del actor que encarnaría a Judex, influenciado por los productores que querían convertirlo en una nueva estrella. Estamos hablando de Channing Pollock, que hasta entonces era más conocido por su faceta como mago en los cabarets franceses, lo que influenció a Champreux y Lacassin para darle un toque de ilusionista al propio Judex. Como digo, la elección no me ha parecido acertada ya que Pollock parece carecer del más mínimo atisbo de carisma. Sin embargo, en las antípodas habría que poner a la actriz Francine Bergé en su papel de Diana, pese a que los productores suspiraban por Brigitte Bardot, Francine se muestra como la elección perfecta en su ambiguo papel de malvada/buena, resultando igual de creíble en ambas vertientes.

Las virtudes de Judex prevalecen sobre sus carencias, lo que la convierten en una acertada elección para acercarse al cine de Franju.