por Chicharrón es un grupo surgido de las brasas del dolor. Son la cura a la pérdida más grande, la receta perfecta para seguir mirando adelante. La canciones de su primer LP escuecen, te hacen sentir más vivo. La empatía surge al más mínimo contacto con los sentimientos expresados por Diego «Chape» Gende, Rubén Domínguez y Alberto M. Vecino, quien nos adentra en las entrañas de su nueva encarnación musical, una que ya se erige como una de las apuestas más intensas de la música actual. Vísceras y amor, la tormenta está asegurada.
Para empezar, decir que tu paso de Fran3s a Chicharrón me recuerda, en concepto, a ese trasvase que hizo Nick Cave tras sus tres primeros LP, pasando a un concepto menos eléctrico, pero que realmente conservaba la misma intensidad, sólo que de otra forma, más cinematográfica, a lo Morricone.
Yo creo que no hay que tener miedo al cambio, porque el cambio es lo que hace que la vida sea interesante. Es más, sin cambio no hay vida. Y con respecto a la intensidad, para mí no tiene nada que ver con la electricidad. Justo antes de hacer este disco me compré un disco recopilatorio de Leadbelly y recuerdo que pensé que era lo más intenso que había escuchado nunca. Son canciones mal grabadas con una guitarra acústica cutre y la voz, pero si escuchas atentamente se puede sentir como vibra su alma, y eso era lo que queríamos conseguir nosotros.
Se nota que las canciones de Chicharrón han partido de una primera toma acústica. ¿Cómo ha sido el proceso de abrigarlas hasta alcanzar esa propensión a la expansión que destilan? ¿Cómo os repartís las tareas?
Las canciones de este disco están dedicadas a Alberto Gende, un gran artista gallego, fallecido hace unos años, y que era como un hermano para mí. Yo realmente hacía tiempo que tenía la mayoría de canciones compuestas, y la necesidad de grabarlas para poder seguir avanzando, así que cuando Franc3s se acabó, una de las primeras cosas que hice fue llamar a Diego para ver si quería hacerlo conmigo. Diego es hermano de Alberto y por eso nadie podía entender las canciones tanto como él, y además es un guitarrista increíble, así que tuve claro que era la persona idónea y no me equivoqué. Cuando vino a casa y le toqué las canciones le salieron intuitivamente unos arreglos preciosos, y una vez que tuvimos las canciones hechas entre los dos llamamos a Rubén que, además de que también era amigo de Alberto, es una de las personas con más talento que he conocido en mi vida. Rubén también aceptó al momento y cuando escuchó las canciones se imaginó todo lo que faltaba: teclados, bajo, batería…
Cuando llegamos al estudio intentamos reflejar ese proceso en el disco. Primero Diego y yo grabamos en directo en unas horas las guitarras, y los días posteriores se les añadieron todas las demás cosas.
¿Las canciones nacen dispuestas con toda la música en tu cabeza o dejas que éstas busquen su propio camino durante su desarrollo?
Las canciones nacen completamente libres, y nunca dejan de serlo. Una de las cosas más interesantes de la música es que en ella no existe ni el espacio ni el tiempo, por eso tampoco existe la muerte, y siempre están cambiando. Otra de las cosas interesantes de las canciones, o por lo menos de las que a mí me interesan, es que no se pueden entender completamente, y por eso siento no poder explicarlas mejor.
¿Tenías claro desde el principio la ruptura sonora respecto a Fran3s?
Esa era una de las únicas cosas que tenía claras en mi vida en ese momento, que si iba a hacer algo nuevo, tenía que ser diferente.
¿Cómo es posible canalizar todos los sentimientos sobre una pérdida tan grande y transformarlos en canciones?
Para mí lo difícil sería no hacerlo. Siento que si no lo hubiera hecho no habría podido seguir. Por eso siempre digo que este disco ha sido algo salvador. Realmente no me imagino que otra cosa podría haber hecho, no sé, a lo mejor tendría que buscar a dios o alguna cosa de estas jajaja.
Pero no me siento nada especial por haberlo hecho, ni tampoco siento que nadie sea especial por hacer canciones o cuadros. Para mí, el arte en una sociedad más evolucionada será algo totalmente normal que hará todo el mundo para expresar cosas que las palabras nunca podrían, y a nadie se le ocurrirá intentar vivir de eso.
En Chicharrón no sólo ha cambiado la paleta sonora, sino que también se nota un profundo cambio en tu forma de escribir las letras. Se notan que son más personales. Es como si te hubieras sentado en un diván, escuchando tus propias canciones. ¿Cuánto hay de terapia en Chicharrón?
Yo pienso que el arte no tiene que ser solamente personal, ni tampoco tiene que expresar solamente sentimientos. Pienso que debe consistir en inventar una especie de camino y mostrarlo, y sé que parece que hay algo de contradicción entre lo que pienso y lo que he hecho, pero simplemente en ese momento no tenía la capacidad de imaginar nada que no tuviera relación con lo que había sucedido, y sí la necesidad de sacar fuera esas imágenes para que alguien me ayudara a interpretarlas. Y la verdad es que ha funcionado, y que ahora estoy en un buen momento, así que viva la contradicción.
No puedo reprimir el comentarte que de entre la decena de canciones del LP, ‘Definitivamente Inacabado’ y ‘Por mi grandísima Culpabilidad’ me han sobrecogido de forma muy especial. Para mí, este dúo es el clímax total que se busca en esta obra. ¿Hay algo de cierto en mi teoría?
Yo concibo el disco como una sola canción con partes definidas. Por eso he usado acordes muy similares en todo el disco, frases que se repiten varias veces. He hecho que el disco transcurra desde el atardecer a la mañana… Así que para mí no hay canciones más importantes que otras.
Por otra parte me siento muy satisfecho de que lo mismo que tú piensas de estas dos canciones, me lo han llegado a decir de todas, lo que demuestra que mucha gente se ha identificado con cosas de este disco.
Creo que el concepto de ‘disco triste’ se confunde mucho con la emotividad. Personalmente, el disco del puente de Red House Painters o el The White Birch de Codeine pueden provocarme una sensación más vital que cualquier disco de los Ramones. Creo que vuestro disco, más que triste, pertenece a esa rama donde las canciones nacen una vitalidad a flor de piel, resultando en un sentimiento más que optimista.
Yo también lo pienso, aunque mucha gente me ha dicho lo contrario, y puede que ellos tengan más razón que nosotros. Haberlo hecho ha sido un acto optimista en sí. Podría haberme quedado auto compadeciéndome en mi sofá sin enfrentarme al mundo, pero todo el amor que sentía dentro por Alberto y por todos los que estuvieron a mi lado y en definitiva por la vida, me ha impedido hacerlo. Por eso también suelo decir que el amor me ha salvado.
En este sentido, el amor siempre es más vigoroso cuando nace del dolor. El disco termina con unas palabras que creo que son bastante reveladoras: “Duerme, Mañana será otro día / Duerme, Mañana será otra vida”. ¿El final de una película o el de un capítulo?
El principio de todo lo que queda. Veo este disco como eso, como un punto de partida de un camino que estamos haciendo ahora mismo cinco personas, y que iremos mostrando de vez en cuando.
Has comentado que con Chicharrón “queréis hacer lo que os dé la gana”. Me da la impresión que puede que, tal como ha pasado en el paso de Franc3s a Chicharrón, podemos esperarnos cualquier cosa para el futuro.
Es que para mí eso es algo esencial para hacer arte, la libertad. Por eso no quisimos fichar por ninguna discográfica, ni nos planteamos poder llegar a vivir de esto en un futuro… ni, en definitiva, hacer nada que comprometa nuestra libertad.
Precisamente, creo que hay algo nuevo por ahí de Chicharrón que ya indica nuevas sorpresas sobre la marcha. ¿Puedes darnos algunas pistas?
En febrero vamos a grabar en directo con Rafa Martínez del Pozo cuatro canciones en gallego, algo que nunca he hecho y con lo que hacía tiempo me apetecía experimentar por tratarse de un idioma muy poético. Será un EP que sacaremos en vinilo y que se titulará Postal, porque en cierto modo será eso, una postal de lo que vamos viendo en nuestro camino, y además porque será post Alberto.
