Habitualmente los medios de comunicación de mayor difusión en España presentan a Cuba como una dictadura criminal, un país arruinado debido a una ideología fracasada, un ejemplo de los males del socialismo, y un régimen totalitario y corrupto que ha condenado a sus ciudadanos a la miseria. Cualquier reflexión que se aleje de dichos calificativos, aunque sólo sea para tomar distancia e intentar abordar la cuestión con rigor, suele ser considerada una indecencia o, directamente, fruto de la ignorancia, el populismo y la demagogia. Incluso cuando Cuba realiza acciones indiscutiblemente elogiables, como el envío de numerosos profesionales sanitarios a África para luchar contra el ébola o la erradicación de la desnutrición infantil (siendo el primer país de América Latina y el Caribe en conseguirlo), obtiene como recompensa la indiferencia y el silencio de la mayor parte de los medios de comunicación y representantes políticos. Sin embargo, si se presta un mínimo de atención a numerosos indicadores internacionales se percibe un cierto desajuste, una cierta asincronía, entre lo evidenciado por estos y lo proclamado de modo tajante por muchos políticos y analistas. Se comprueba, una vez más, que la realidad es mucho más compleja de lo que pueda parecer inicialmente.
Este breve artículo se centra en poner de manifiesto algunos indicadores de calidad de vida del país caribeño, sistemáticamente ignorados en el debate público, y ponerlos en referencia fundamentalmente con países de su entorno (el continente americano). En ningún momento se pretende sentar cátedra sobre la realidad cubana ni defender lo indefendible, sino al menos sembrar una duda razonable, una sospecha, que permita al lector reflexionar por sí mismo a partir de ella.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), creado en 1965, es la red mundial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para el desarrollo. Su trabajo se dirige a erradicar la pobreza mediante el crecimiento económico equitativo y sostenido, y el fomento de las capacidades. Desde 1990, el PNUD publica el «Índice de Desarrollo Humano» (IDH). Dicho índice se utiliza para medir los logros alcanzados por un país conforme a tres parámetros básicos del desarrollo humano: una vida larga y saludable (medida según la esperanza de vida al nacer), un nivel de vida digno (medido por el Producto Interior Bruto per cápita), y el conocimiento (medido como la tasa de alfabetización de adultos, con una ponderación de dos tercios, y la combinación de las tasas brutas de matriculación en la educación primaria, secundaria y superior, con una ponderación de un tercio). Atendiendo a estos criterios, Cuba, en 2014, poseía un IDH de 0.815 (posición 44 de 187 países, siendo España el 27), en una ubicación muy próxima a la de Croacia (47), Portugal (41), Hungría (43) o Chile (también en la posición 41), dentro del bloque de «Muy alto desarrollo humano» (que contiene a los países incluidos en el primer cuartil). Cuba, por otro lado, mejora la calificación de todos los países del continente americano menos Estados Unidos, Canadá y Chile (es decir, supera en IDH a, entre otros, Argentina, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Brasil, Uruguay, Perú, Costa Rica, Colombia, México o Venezuela). Resulta interesante constatar que la mayor parte de estos países no suelen ser calificados, por parte de las potencias occidentales, en los mismos términos en los que se hace referencia a Cuba.
De acuerdo con los datos incluidos en el CIA World Factbook, casi el 75% de los 775 millones de analfabetos que había en el mundo en 2010 se concentraban en 10 países (en orden descendente: India, China, Pakistán, Bangladesh, Nigeria, Etiopía, Egipto, Brasil, Indonesia, y República Democrática del Congo), y las mujeres representaban dos terceras partes de todos los analfabetos del mundo. El porcentaje de alfabetización global era de 84.1% (88.6% en hombres y 79.7% en mujeres). En este contexto, la tasa de alfabetización en Cuba es de 99.8% (siendo el mismo en hombres y mujeres) y supera a absolutamente todos los países del continente americano. Siguiendo con el CIA World Factbook, el porcentaje de desempleados en Cuba en 2014 se estimó en un 3.6% (3.3% en 2013): el valor más reducido de todos los países americanos. Por establecer una referencia comparativa, el desempleo de la zona euro en Enero de 2015 (Eurostat) está situado en el 11.2% y el de Estados Unidos en 2014 en el 6.2% (7.4% en 2013).
La esperanza de vida promedio al nacer de los ciudadanos cubanos (79 años) es solamente superada, en el continente americano, por Canadá (82) y Chile (80). Todos estos datos siendo extraídos de la Organización Mundial de la Salud para 2012. Y el número de años saludables se establece en 67, como promedio para los dos sexos. Cifra superada en su continente por Colombia y Uruguay (68), Costa Rica (69), Chile y Estados Unidos (70) y Canadá (72). Con respecto a los indicadores de Cuba en mortalidad infantil (en datos aportados por la ONU), apenas 5 por cada 1.000 nacidos vivos, mejorando de nuevo a todos los países del continente americano (excepto Canadá, país con el que está igualada en este apartado).
El «Índice de Paz Global» (IPG), elaborado por el Institute for Economics and Peace junto con expertos internacionales provenientes de centros de estudios sobre paz y conflictos, pretende determinar el nivel de paz de un país o región. Los parámetros considerados incluyen, entre otros, los niveles de violencia y criminalidad, el gasto militar, el número de personas encarceladas, y la participación en guerras. Cuba, en 2014, posee un IPG que lo ubica en la posición 75 de 162 países (estando España en la posición 26). Según este indicador, Cuba es un mejor país para vivir que Grecia (86), Estados Unidos (101), China (108), Sudáfrica (122), Turquía (128), India (144) o Israel (149). Resulta muy importante remarcar que Cuba mejora, también en esta ocasión, la calificación de numerosos países de su entorno, como Ecuador, Brasil, República Dominicana, Jamaica, Guatemala, Perú, Haití, Colombia, El Salvador, México, Venezuela u Honduras. De nuevo, muchos de estos países carecen de las connotaciones negativas que suelen acompañar los comentarios sobre Cuba.
Con respecto a la participación de mujeres en política, la Unión Interparlamentaria (UIP), fundada en 1889, elabora un estudio comparativo con respecto al porcentaje de mujeres en parlamentos nacionales. De acuerdo a dicho ranking, el porcentaje de mujeres en el parlamento de EEUU es el 19.4%, en Islandia (país que ocupa el primer lugar del IPG en 2014) es el 41.3%, y en Cuba es el 48.9% (siendo uno de los países mejor situados en este apartado, incluso por delante de Suecia con 43.6% o Finlandia con 42.5%). Si atendemos al «Happy Planet Index» desarrollado por New Economics Foundation (think-tank británico fundado en 1986 que promueve la justicia social, económica y medioambiental), y que tiene en cuenta la esperanza de vida, la huella ecológica y encuestas personales sobre el bienestar personal, Cuba es uno de los 15 primeros países del mundo (en donde no hay ni un solo país europeo ni norteamericano). Finalmente, y por citar un último indicador, si prestamos atención al «Índice de Corrupción» de 2014, desarrollado por Transparency International (organización no gubernamental fundada en 1993 que promueve medidas contra crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional), teniendo en cuenta 31 países del continente americano, Cuba se ubica en la posición 11 (por delante de países como Brasil, Perú, Colombia, México, Panamá, Bolivia, Guatemala, Honduras, Paraguay o Nicaragua).
Todos estos datos sugieren que la realidad cubana es mucho más compleja de lo que constantemente transmiten ciertos eslóganes inaceptablemente simples y, generalmente, muy tendenciosos (a pesar de ser presentados como objetivos y no partidistas). Si Cuba es la prueba irrefutable del fracaso del socialismo, no se explica fácilmente que prácticamente todos los países de su entorno, a los que supera en numerosos indicadores de todo tipo, sean de naturaleza capitalista. También resulta interesante constatar que países con una realidad también problemática como Brasil, Colombia o México son vistos, generalmente, en Europa y Estados Unidos con ojos mucho más comprensivos y tolerantes. En palabras de Vicenç Navarro (Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Pompeu Fabra): «Se critica a Cuba por su falta de libertades. Pero el estado español tiene […] relaciones excelentes con gobiernos como el de Honduras, donde se asesina a periodistas y sindicalistas sin que haya ninguna protesta y, todavía menos, sin que haya ninguna noticia en los mayores medios de información.» Evidentemente, en Cuba, como en cualquier otro país del mundo, hay aspectos discutibles y mejorables, empezando por el pluralismo político y las libertades individuales. La Economist Intelligence Unit en su «Índice Democrático» (que valora, entre otros, el pluralismo de los procesos electorales y las libertades civiles) ubica a Cuba en la posición 127 de 167 países, considerándola un país autoritario. Sin embargo, quienes citan este informe para desacreditar todas las políticas cubanas suelen obviar interesadamente que Cuba se encuentra mejor situada en dicho ranking que otros países observados con mucha mayor benevolencia por las potencias occidentales como Emiratos Árabes Unidos, China, Arabia Saudí, Qatar o Baréin. Los límites de la libertad de expresión en Cuba han sido también criticados por Amnistía Internacional y Human Rights Watch (HRW). En su informe de 2015, HRW ha criticado razonablemente políticas contrarias a los derechos humanos como la existencia de presos políticos, las restricciones para viajar o las malas condiciones de los centros de detención. De nuevo, quienes utilizan este documento para criticar la realidad cubana en su conjunto suelen ignorar que, por ejemplo, de acuerdo al mismo informe, «en las áreas de justicia penal, inmigración y seguridad nacional, las leyes y prácticas de EE.UU. violan sistemáticamente los derechos [humanos]» o que, en el caso de España, se critican, entre otros aspectos, las devoluciones sumarias de inmigrantes y un uso excesivo de la fuerza por parte de la policía fronteriza, así como se muestra preocupación por el acceso a la atención sanitaria de migrantes indocumentados y por un proyecto de ley que habría restringido el acceso al aborto seguro y legal. En cualquier caso, no parece muy justo juzgar el presente cubano sin atender a su pasado ni a la situación de los países de su entorno. A este respecto vale la pena recordar que durante 55 años el gobierno de los Estados Unidos impuso un bloqueo económico, comercial y financiero a Cuba con el objetivo de provocar «el hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno» cubano (literalmente extraído del memorando del 6 de abril de 1960 del subsecretario adjunto de Estado para Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory).
Todos estos datos e ideas deberían, al menos, hacer surgir una duda razonable sobre el sentido común que favorece ciertas afirmaciones tajantes y omnicomprensivas. No olvidemos que el sentido común coincide, en términos Gramscianos, con el pensamiento hegemónico (es decir, la ideología de la clase dominante), dado que, tal y como explica Alberto Garzón Espinosa («La Tercera República«, página 48), «no hay nada parecido a unas ideas neutrales o asépticas, libres de la contaminación ideológica. Lo que puede haber, en todo caso, es una masiva coherencia ideológica en una sociedad que lleva a los individuos a pensar que sus creencias son atemporales y universales, esto es, que son razonables porque todo el mundo las tiene».
me ha gustado el artículo porque hace justicia a un país tan solidario y revolucionario como Cuba. Ya estaba harta de los neocons y progres de este país que tanto critican a la isla. Los mismo que le lamben el culo a las potencias capitalistas. Lo peor es la ignorancia de quien se lo cree. Así hacen falta más articulos que demuestren que las mentiras al igual que los bloqueos no pueden duran para siempre.
Tes moita razón pero olvidóuseche citar o IDM ( índice de déspotas mandado) que según os meus estudos Cuba ten o nº 2, despois de Zimbabue e seguida dos golfos do golfo