La nueva caligrafía tecno: de Depeche Mode a Detroit (III)

Historia ligada íntimamente a la creación de las diferentes ramificaciones que irá teniendo la música electrónica a partir de los años ’80, el rastro del legado dejado por Depeche Mode sigue haciéndose muy patente en pleno siglo XXI, siendo uno de los menús favoritos para Dj’s actuales de la relevancia de Booka Shade, Danny Tenaglia, Rex the Dog, Sasha, UNKLE, Paul van Dyk, Kruder & Dorfmeister, Michael Mayer, Ewan Pearson, Plastikman, Speedy J, Orbital, Blackstrobe, y Boys Noize, continuando hasta los estratos menos conocidos. De esta forma, “Danny, un DJ de veinte años conocido como ‘The Brat’, y un fanático auto-declarado cuya devoción por la música de Depeche se refleja en su obra, recientemente ha elaborado una mezcla dance de 56 minutos de duración a partir de uno de sus hits. ‘Su música va con todo. Siempre se puede combinar en una de sus canciones mediante una mega-mezcla. No hay problema.”

“Entré en su mundo por primera vez cuando escuché ‘Master and Servant’, quizá no tanto por su tono sexual y provocativo como sí por estar adelantada a su época, gracias a su groove tecno dance. No soy un gran fan del house; a mí, lo que más me atrae en la música dance industrial. Por lo que a mí se refiere, ellos señalaron el camino”[1].

Foto 8 Ricardo Villalobos en acción.
Villalobos, el puto amo.

Pero si hay un representante en nuestra época de las motivaciones experimentadores de Depeche Mode, ése es el inclasificable Ricardo Villalobos: “Perseguí a Depeche Mode por Europa en tren, y ese concepto de DJ me llamó mucho la atención. Porque en muchos conciertos además había DJs y la gente bailaba; la gente iba vestida de negro y era superstylish. Todo eso me impresionó mucho. Empecé a pinchar con 15 años y a producir música electrónica con 18”[2]. “A los diecisiete, empecé a utilizar la música de Depeche Mode -como la música pop– de cinta a cinta, mezclando las voces y las líneas de bajo, y todo ejecutado por medio de una caja de ritmos Roland y un sintetizador SH101. Todo sincronizado. Con estos elementos, comencé a hacer música pop. La motivación de hacer música es algo emocional; es una inteligencia emocional causada por estas sensaciones”[3]. Como prueba irrefutable de la inspiración tomada de Depeche Mode, siempre estará ese fascinante artilugio de electrónica bizarra, deforme, llamada Alcachofa (Playhouse, 2003). Sonido ensamblado por una sucesiva superposición de texturas analógicas, en ese juego de encaje y amor por extraer las mayores posibilidades del panal de sintetizadores radica un nexo ineludible donde la visión panorámica de la electrónica, desde el álbum de Villalobos, y la fuente original de Depeche Mode se acaban tocando. En esta línea sucesoria no podemos dejar pasar las nuevas caligrafías de libertad espacial creadas por el gran Flying Lotus: indirectamente, uno de los grandes testigos del legado de Depeche Mode, a través de su hermanamiento instrumental entre sintetizadores, samplers y elementos “reales”. Como prueba más significativa de la mentalidad abierta en canal expuesta por Flying Lotus ahí está el infinito Cosmogramma (Warp, 2010): uno de los trabajos de música electrónica más visionarios de estos últimos años.

Foto 14 OMD, la coneción con Brian Eno.
OMD, el sonido de los ’80.

Más allá de la huella dejada por Depeche Mode en Djs formados al mismo tiempo que le daban nuevos pliegues a sus clásicos de los ’80, su función como eslabón pivotal en la evolución de la música electrónica llvó al brote del electro clash como una de las corrientes más reveladoras del continuo revival ochentero que vivimos en pleno siglo XXI: “El electro, el house de la vieja escuela de Chicago, la tradición tecno de Detroit y el synth pop de la primera década de los ochenta son los principales mimbres que conforman el electro clash, que si por algo se caracterizó fue por la rápida propagación de sus modos de hacer más que por la implantación de un fecundo star system. Los héroes del género, frecuentemente reacios a verse etiquetados bajo tal denominación estilística, tampoco han trascendido a un nivel popular. Excepción hecha de fenómenos muy puntuales, como pueda ser el de la omnipresente Miss Kittin. Se puede decir que el triunfo del electro clash, efímero y relativo si se quiere, es más el triunfo de una escena o de unos músicos determinados. Sus principales artífices, en todo caso, no han sido músicos de dominio público ni han gozado de un reconocimiento popular siquiera similar al de los músicos que, de una forma u otra, inspiraron su forma de componer, hace más de dos décadas”[4]. En consecuencia, los rasgos más significativos del electro clash se verá deformado en “los machacones ritmos sintéticos, las voces robotizadas, los teclados electrónicos infecciosos, las referencias explícitas al hedonismo y al goce sexual, el cruce de caminos entre lo cool y lo mundano, la revalorización de todo aquello que tan hortera nos parecía dos décadas antes, cuando triunfaban los pelos cardados, las hombreras y las combinaciones de colores imposibles…. Todos ellos son rasgos delimitadores de un estilo que expolió el legado de un buen número de músicos de la década de los ochenta. Y que ayudó, y este fue sin duda su efecto más benefactor, a reevaluar en positivo las carreras de artistas de aquel decenio que habían quedado sepultados bajo la losa del olvido, muchas veces inmerecido, caso de Gary Numan, John Foxx, Afrika Bambaataa, Cabaret Voltaire, Heaven 17 o ESG. Otros inspiradores de tales sonoridades, precisamente por ser mucho más populares, no necesitaron ser reivindicados, si bien sus nombres también salieron a relucir en el capítulo de influencias capitales del electro clash, como los primeros Depeche Mode, los referenciales Kratwerk, New Order o Soft Cell”[5].

La influencia de Depeche Mode y todos sus coetáneos del synth pop se ramificó por inercia dentro de la moda por reetiquetar todo el pasado musical en de un contexto más hype, vendible. En esta línea, el minimal synth fue la etiqueta inventada para rescatar el legado synth pop de comienzos de los ‘80 . A propósito de este sello, se puede decir que “el minimal synth está formado por grupos que hubieran sido Depeche Mode o Soft Cell de haber podido componer una melodía, más clones de Suicide/DAF/Fad Gadget. Eric Lumblea, de Mutant Sounds, dice que recuerda haber visto usado el término en eBay circa 2003 y cree que fue ‘desarrollado por vendedores de discos astutos para recontextualizar álbumes de synth pop/new wave/, que ayer se encontraban en el canasto de ofertas y sin prensa, como tesoros mega raros del mañana’[6].

El rastro de Depeche Mode también nos lleva a España. Precisamente, en una de las conexiones que más veces se ha utilizado para explicar la huella de Depeche Mode, sale a la luz una de las razones por las que los de Basildon muchas veces son vistos con menos respeto que los otros dos grandes grupos del pop electrónico  masivo: Pet Shop Boys y New Order. Esta tirria, y excusa manida para los más escépticos, viene originada por grupos como O.B.K; admiradores confesos del grupo británico, pero más cercanos a una inocua deformación telenovelesca de la grandilocuente tragicomedia proyectada por los Soft Cell más saturados, los del excitantemente excesivo The Art of the Falling Apart. No obstante, si rascamos un poco más hacia el verdadero corazón de la música española, la sombra de Depeche Mode forma parte de la silueta proyectada por Nacho Canut, ya desde sus tiempos en Alaska y los Pegamoides. En este sentido, con la excusa de la adaptación británica del clásico ‘Bailando’: “La hice yo –dice Nacho Canut sobre la letra en inglés de “Bailando”-. Medio sacada de un disco de Fatback Band. Es como un pastiche de todas las letras de disco-music”. Muy consciente de su papel de bajista, se muestra obsesionado por Jermaine Jackson: baladas con violines y tal”; y a la pregunta: ¿Sois pop? Responde: ‘Si pop es Depeche Mode y Human League, sí, somos pop. Lo que no somos para nada es ‘pop potente’ o ‘power pop’[7]. Pero donde de verdad la huella de los Depeche Mode menos industriales, y sí más pensados para la pista de baile, se hace más patente es a partir de Fan Fatal (Hispavox, 1989), el último disco de Alaska y Dinarama, y, absolutamente, toda la trayectoria de Fangoria.

Fan confeso de la banda británica, de la boca de Canut llegarán a salir proclamas como “Depeche Mode son el grupo electrónico por excelencia”[8].

Sombra interminable, si para la música electrónica Kraftwerk son el equivalente de Chuck Berry, el gestador, en el rock & roll, Depeche Mode bien podrían tener su equivalente, por su canal difusor: Elvis Presley.

Pero la base musical patentada por Depeche Mode durantes estos años ’80 no sólo tuvo peso dentro de la escena dance, ni mucho menos. Punto de contacto referencial con la rama más industrial o gótica del pop y el rock; a través de este filtro, se colaron las camadas más mainstream, menos interesante. Así, entre los portadores de su legado podemos encontrarnos a iconos del pop como Billy Corgan, quien trasladó con desiguales resultados su admiración por Depeche Mode, The Cure y el shoegaze en The Future Embrace (Reprise, 2005), su descompensado disco en solitario. Dentro de estos terrenos más evidentes, menos interesantes, la influencia del aspecto más industrial de los de Basildon se hace patente en el cuerpo musical de nuevos reyes Midas, más bien parcos en originalidad, de la música actual: Nine Inch Nails, Deftones, Rammstein o Marilyn Manson.

Llegados a este punto, cabe reevaluar a Depeche Mode como Reyes de la cultura del maxi-single, ideada para crepitar bajo las luces de neón; punto de partida para la regeneración de la música de baile; caldo de cultivo para las hordas de Dj’s que configuran el nuevo organigrama pop del siglo XXI; nexo de unión entre electrónica y rock; y referencia básica para los nuevas figuras de la jungla musical en la que vivimos -Riahanna los ha llegado a considerar como su grupo favorito y Frank Ocean ha llegado a grabar una canción con Martin Gore-. Y es que Depeche Mode han constituido, junto a New Order, el puente más consistente entre las fuentes originales de la música analógica -Kraftwerk, Brian Eno, Silver Apples- y su trasvase de la fría maquinaria alemana hacia su integración dentro de los cánones rock, sin perder nunca su integridad de latido electrónico.

Vuelta a 1986, tras Black Celebration tocaba replantearse muchas cosas, hacer cambios, y volver  a dar un golpe timón. Y vaya si lo dieron. Pero eso ya es otra historia también muy grande.


[1] Fox, Marisa: “Depeche Mode may not look dangerous. They certainly don’t’ sound dangerous. Fact is, They’re not dangerous. But watch out for their fans.“, Pop a la Mode, Spin volumen 6 nº 4, Julio de 1990 , en http://www.tuug.utu.fi/~jaakko/dm/spinmode.html, traducción del autor.

[2] Suárez, Felix: “Villalobos: el cogollo del house”, Rockdelux, nº 214, enero 2004, pag. 64.

[3] Janson, Gerd: “An interview with Ricardo Villalobos”, Playhouse, 07/11/2012, en http://www.redbullmusicacademy.com/magazine/ricardo-villalobos-interview, traducción del autor.

[4] Pérez de Ziriza, Carlos: “Fragmentos de una Década”, Editorial Milenio, Lleida, 2011, pag. 65.

[5] Ibídem, pag. 66-67.

[6] Reynolds, Simon: “Retromanía: la adicción del pop a su propio pasado”, Caja Negra, 2012, Buenos Aires, pag. 178.

[7] Godes, Patricia: “Alaska y los Pegamoides: el año que España se volvió loca”, Lengua de Trapo, Madrid, 2013, pag. 218-219.

 

[8] Caballero, Juanma: “Fangoria”, Muzikalia, Julio de 2013 en http://muzikalia.com/leerentrevistas.php/646/entrevista/fangoria