Hazlo por Schopenhauer: el proceso creativo y la obra final

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Últimamente hay mucha gente que dice que el proceso creativo es más importante que la obra. Y, cada vez que lo oigo, me viene la misma imagen a la mente: el bueno de Arthur Schopenahuer tirándose de los pelos ante semejante barbaridad.

Que lo digan algunos artistas no debería sorprender a nadie, porque los artistas -vox populi- no saben lo que hacen y muchas veces ni siquiera lo que se dicen. Ahora bien, que lo digan los especialistas o los journalistas, eso me da que recelar, porque éstos son, al fin y al cabo, los que moldean los pensamientos que luego se asientan y después se tienen por ciertos e irrevocables.

En realidad, el proceso creativo es extremadamente íntimo, aunque en él participe más de una persona. Y a pesar de que el proceso creativo es muy importante, incluso crucial -ya que sin él la obra no existiría-, una vez la obra está finalizada, el proceso empieza a desvanecerse, a alejarse, a despedirse. Hasta quedar para el propio artista y su público como un misterio insondable.

¿El proceso creativo más importante que la obra? Si esto fuera así, nadie tendría escrúpulos en prenderle fuego a la obra, una vez estuviese acabada. De hecho, sería lógico hacerlo. «Venga, al fuego. Y a otra cosa, mariposa, que lo importante no es lo creado, sino el gerundio, ese ir creando, creando, creando, dale que te pego«.