The Go-Betweens: «Liberty Belle & the Black Diamond Express» (III)

Si para esta ocasión les habían dedicado esta entrevista a doble página, dorándoles la píldora con un reguero de parabienes, poco después eran puestos en tela de juicio como banda. Desde la vía menos fructuosa de la polémica, los Go-Betweens se estaban convirtiendo en el paradigma de la prensa británica: el versus continuo entre críticos defendiendo o atacando a los artistas del momento. No hay más que comprobar cómo Paolo Hewitt no sólo se dedica a devaluar Liberty Belle, sino que incluso se decide a desdeñar la entrevista realizada sólo un mes antes desde su misma revista.

Paolo Hewitt, New Musical Express

Dios los bendiga, Padre. Pero una vez más nos encontramos ante ese cuadro de pop familiar donde la totalidad de las partes claramente no es igual a la suma.
No es que el pop en sí tenga mucho que decir en estos días, y si lo piensan así, entonces es que una vez más se están tomando el pelo a sí mismos. Dejaré que se sepa que hasta donde llega el gusto de este muchacho, la función principal del pop en estos días sombríos es saquear descaradamente esas músicas que durarán para siempre. El truco entonces es convertirlo en algo que, sin duda, está en sintonía con su primera y más importante colecta de prioridades: la toma de las buenas canciones.

Éste es un punto crucial, porque ahora que el pop siempre será mirado por encima de su hombro, hasta lo más profundo de sus ideas e inspiración, el papel del músico pop debe cambiar drásticamente. Él o ella ya no pueden pretender llegar a lo “nuevo”, sino que deben adaptarse y ser capaces de imponerse totalmente a sí mismos en su música de una manera que sea honesta, individual y única.

En el cuarto LP de los Go-Betweens, sus dos compositores, Robert Forster y Grant McLennan, no son capaces de proporcionarnos algo más que los fantasmas de sus ídolos, un desequilibrio entre las buenas y las malas letras (tendiendo más hacia lo segundo) y un talento para elevar sus canciones menores con diferentes fragmentos repletos de sorpresas.

Lo que ellos no nos ofrecen es a ellos mismos. Son demasiado educados, demasiado reverenciales hacia sí mismos para hacer esto, demasiado preciosistas en su manera de hacer música. A juzgar por la enorme arrogancia, aplastante vanidad y el engaño en su reciente entrevista para NME, yo esperaba una música que reflejara esto, que reflejara su pasión como personas, no como músicos.

En lugar de eso, los Go-Betweens se esconden detrás de una maraña de melodías y arreglos que reflejan su comprensión del pop. En ‘Spring Rain’, la canción de apertura, los Go-Betweens están -a pesar de los ecos a lo Echo- en su punto más alto, alegre, tradicional y con confianza.

Pero éste no es material suficiente para sostener un álbum y así, cuando serpentean en una trampa más rock, es sólo su limitada inventiva -el uso del acordeón en ‘Ghost And The Black Hat’, la pieza orquestal en movimiento en ‘The Wrong Road’- lo que les salva el pellejo.

Aquí hay talento, pero no es ni tan grande como la hipérbole que ellos sugieren, ni tan bajo como sus detractores quisieran. Más bien, se trata de talento que suena estresado.

Las letras señalan esto. En un minuto, hay líneas insoportablemente cursis, como “I used to say dumb things / I guess I still do / I’m doing it again” [Yo solía decir cosas tontas / supongo que todavía lo hago / lo estoy haciendo de nuevo], y en la siguientes imágenes, unas tan evocadoras como  “My slapped face has healed / so has the misunderstanding” [Mi cara abofeteada ha sanado / lo ha hecho el malentendido]

[…]

Del mismo modo, los Go-Betweens utilizan en su música impresionantes bocetos musicales, pero nunca de una manera verdaderamente coherente y -más dañinamente- jamás como la base de su música.

Hay un leve toque a la espera de lo que debe hacerse, pero no son los Go-Betweens los que van a hacerlo, por una razón: cuando se quejan de que Costello y Weller están estafando a la gente con música de hace 20 años, ellos no reconocen que estas dos personas suman algo más que música a sus vinilos. Hasta que los Go-Betweens no aprendan este pequeño hecho, habrá poca lluvia de primavera en sus indomables cabezas[1].

 

Si la crítica desde la NME los exponía como una banda “superficial”, el otro peso pesado, Melody Maker, tampoco ayudaría mucho a hacer levantar el vuelo de la última obra de los Go-Betweens. En esta ocasión el encargado fue un tal Simon Reynolds, que por aquel entonces ya comenzaba a colocar los cimientos de su reputación a través de su respaldo al punk psicodélico americano, que de aquella estaba en pleno apogeo por medio de bandas como Sonic Youth, Butthole Surfers y Meat Puppets.

Al igual que en la crítica de NME, Melody Maker también les cedía el espacio principal de la sección de críticas, lo cual no dejaba de ser una terrible ironía. 

Simon Reynolds, Melody Maker

Algunas personas pierden el sueño o lloran en voz alta porque nuestros charts no están repletos con las canciones artesanales y la sensatez de los Go-Betweens, el “renacer” de Costello, todo ese lote. Pero esto a mí no me sucede.

Los chicos pop son pequeñas bestias insensibles, impacientes que no pueden ser molestadas con algo tan sutil, cuidadoso e inexpresivo como una canción de los Go-Betweens. Es triste pero lógico, no hay punto de mal humor. Las canciones de los Go-Betweens susurran con timidez. Te piden que te acerques, investigues, les dediques tiempo. El pop debe imponerse, ser un arrebato, solicitar asombro, no apreciación.

 Los Go-Betweens no hacen gran pop, son algo más, algo válido y valioso, pero algo adulto. El pop tiene que ser menos inteligente y sereno. Tiene que ser más histérico, impetuoso y poco sofisticado. Los Go-Betweens tampoco tienen mucho más que ver con el rock. Su música es tan pura, tan anti-rockista, como una limpieza de violencia, exhibicionismo y, la mayoría del tiempo, la más directa expresión emocional.

De todos modos, su nuevo disco es precioso. Su sonido invernal ahora parece temblar y brillar con la belleza. Los tambores de Lindy Morrison tienen, como siempre, una cadencia elástica -pero las guitarras tienen un nuevo brillo ágil, cubriendo toda la gama de encantadoras texturas a lo Tom Verlaine y Johnny Marr. Una serie de nuevos instrumentos, incluyendo todo tipo de cuerdas, que se utilizan con moderación para agregarse a la efervescencia.

Pero… aunque la música se ha vuelto más abierta y proporciona más instantes cautivadores que antes, en el corazón de estas canciones persiste una impenetrabilidad obstinada. Estoy hablando de las característicamente opacas letras de los Go-Betweens. Sus canciones nunca han sido fáciles: no acarician a este oyente, ni prestan a muchos significados que yo pueda utilizar. He rastreado las letras en busca de esa chispa de identificación, el momento de la empatía súbita con nuestra propia experiencia, y encontré destellos solamente en ‘Apology Accepted’ y la más directa ‘In The Core Of A Flame’[2].

GoBetweensLiberty

 Lo que Reynolds denomina “letras opacas”, tiene su respuesta en las propias palabras de McLennan: “Las palabras me interesan mucho. Tengo muchas ganas de comunicar las visiones que tengo. No visiones en el sentido de Verlaine o Rimbaud -los poetas en lugar de los músicos o los matones psicópatas de las películas-, sino ideas e imágenes reales”.

 “Y me gustan los patrones del habla verdadera, la conversación, el diálogo. En absoluto, estoy de acuerdo con la Escuela Bunnymen de escribir canciones, ya sabes: ‘los mares ondulantes y los horizontes masivos’. Todo ese fantástico mundo material no significa nada para mí. Es pura basura”

 “A diferencia de muchos de los nuevos reyes y reinas de la ciudad, creemos en la calidad. Ésa es la única razón por la que no ser importantes me molesta. ¡¡Gran parte de las otras cosas son una mierda!!”[3].

Las dos críticas publicadas por los dos gigantes pesados de la prensa musical british daban a entender una personalidad muy lejana de los estereotipos rock. En su lugar, los Go-Betweens estaban siendo vistos desde un prisma tan poco comercial como lo puede ser que se les considerara una “banda culta”. Si bien no faltaba razón en esta etiqueta, también es cierto que nadie en la banda estaba dispuesto a disimularla. Si los Smiths no lo habían hecho, ¿por qué ellos sí?

Lindy Morrison: “Grant y Robert son personas muy leídas. Yo también soy muy leída, pero siempre he pensado que mi imagen era más… accidentada que eso. Si no fuera así, estaría muy contenta de escuchar eso. Pienso que a menudo me encuentro con personas muy ásperas, incluso ordinarias. Así que siempre estoy contenta de escuchar cuando la gente piensa de otro modo”[4].

Esta proyección culta deriva en un tipo de seguidores con intereses particulares en el arte. En cierto modo, los Go-Betweens sellaron el modelo del típico fan de bandas como Belle & Sebastian, que una década después explotaban esta concepción del fan culto hasta niveles casi ridículos.

No hay más que viajar hasta el significado del mismo nombre el grupo, “The Go-Betweens”, que procede de un guiño indisimulado a “The Go-Between” (1971), la adaptación cinematográfica que Joseph Losey realizó de la novela más reconocida de L.P. Hartley (1953), con guión de Harold Pinter incluido. Literatura, cine y teatro condensados en el mismo título, aunque fuera hecho desde un punto de vista humorístico.

Lindy Morrison: “Nuestro público tiende a estar conformado por personas interesadas en las artes, el cine, el teatro y la literatura. Y para mí, ésa es parte de la razón por la que no atraemos a un público más amplio. Y por eso estoy contenta de no hacerlo. Estoy muy satisfecha con el tipo de aficionados que tenemos. Parecen ser un grupo interesante de personas que piensan mucho en las cosas. Y con las que siempre puede ser interesante hablar, con la que puedes sentarte y… [sus manos forcejean buscando un ejemplo] sacar a  Sylvia Plath en la primera frase sin ningún tipo de miedo”[5].

Tal como se podía entrever en ‘Bow Down’, la relación entre Forster y Morrison no se encontraba en su mejor momento. Durante la grabación de Liberty Belle… no faltaron las disputas, incluso a pie de calle.

Lindy Morrison: “Robert y yo terminamos aburridos el uno del otro. Nos habíamos pasado juntos 24 horas al día durante siete años, lo que era simplemente… innatural”[6].

Lindy Morrison: Creo que me esperaba demasiado de Robert, en términos de sensibilidad. Realmente lo creo. Y ahora es cuando estoy descubriendo que no todos los hombres, cuando te tratan mal, lo hacen porque sean necesariamente sexistas, sino porque simplemente no saben cómo comportarse contigo, porque esos mundos entre los hombres y las mujeres son tan increíblemente diferentes”.

“Sin embargo, por el otro lado, todavía existe ese idioma que sólo los hombres comprenden y utilizan, y ése es el idioma mayoritario. El lenguaje utilizado por aquellos en el poder. Todos los hombres lo saben por instinto, pero no creo que las mujeres lo entiendan suficientemente o sepan cómo utilizarlo”[7].

Finalmente, todo se había acabado entre ellos. Pero el grupo seguía. Y, por primera vez en su carrera, iban a  encadenar un nuevo LP sin tener que migrar a otro sello discográfico.

 


[1] Hewitt, Paolo: “In Betweenies: The Go-Betweens’ Liberty Belle And The Black Diamond Express review”, New Musical Express, 8/03/1986, página 35. Traducción del autor.

[2] Reynolds, Simon: “The Go-Betweens: Liberty Belle And The Black Diamond Express”, Melody Maker, 08/03/1986. Traducción del autor.

[3] Kelly, Danny: “The Go-Betweens: Libertines”, New Musical Express, página 24. Traducción del autor.

[4] RAM: “The Go-Betweens interview”, página 15. Traducción del autor.

[5] Ibídem, página 15. Traducción del autor.

[6] Ibídem, página 15. Traducción del autor.

[7] Ibídem, página 15. Traducción del autor.