Swiss Army Man – Harry Potter tiene gases

swiss_army_man-898715742-largeAlejarse de la sombra de Harry Potter, ese parece el objetivo de Daniel Radcliffe desde hace tiempo. No es de extrañar, ya que la sombra del mago parece atarle a un público adolescente y, por lo tanto, a un tipo de producciones dirigidas a ese sector. Lo intentó acercándose al género de terror e incluso despelotándose en una obra de teatro… y la que se montó con la escenita de marras y lo que luchó el actor por poder darlo, y enseñarlo, todo. Pero uno de sus intentos más recientes parece el más definitivo de todos, porque en Swiss Army Man (Swiss Army Man, 2016) de Dan Kwan y Daniel Scheinert, ha decidido alejarse a base de pedos. Tal y como suena.

Hank, interpretado por Paul Dano, es un náufrago harto de vivir en su isla sin la compañía de nadie. Justo cuando decide suicidarse ahorcándose el mar arrastra hasta la orilla a un joven que parece haber fallecido, pálido e inerte es mecido por las olas. Hank desiste de su idea del suicidio y se acerca a su nuevo compañero quien inesperadamente comienza a arrastrarse de nuevo hacia el mar. Pero no son sus brazos y piernas quienes le mueven, sino sus propias flatulencias. Hank se sube a él y lo usa como lancha motora para salir de allí. Al llegar a la costa el desconocido comienza a reaccionar, revela que su nombre es Manny, Daniel Radcliffe, pero es incapaz de mover su cuerpo y además ha perdido la memoria.

Así de extravagante es Swiss Army Man, extravagante, repulsiva, flatulenta… todos los calificativos podrían quedarse cortos ante tal visión, ya que la película rebasa por bastante los estándares que podríamos calificar como normales. Un ejercicio de tontuna filmada, superando cualquier límite y llenándolo todo de virtual hedor flatulento, sin pudor alguno. ¿Qué clase de historia podrían contarnos con estos ingredientes? Pues más allá del humor inherente tenemos a un hombre desmemoriado que necesita volver a acercarse a la realidad y que le expliquen conceptos del día a día. Lo que aprende un niño pequeño pero en este caso haciéndolo desde el prisma de un adulto, con lo que le surgen dudas relacionadas con el sexo y el onanismo, por ejemplo, algo que incomodaría a cualquiera pero no a alguien amoral.

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También está el amor, amistad o algo más que surge entre ambos protagonistas y que ellos lo ven como algo natural al no influir terceras personas en el relato. Seguramente esta parte sea la más relevante y transgresora de la película, quedando todo lo demás en una broma que algunos encontrarán graciosa y otros de mal gusto. Realmente, la relación entre ambos seguramente también levantará más de una ampolla, tal y como ellos mismos temen que suceda cuando regresen a la civilización.

Swiss Army Man es un plato diferente y por ello no del gusto de todos. Deberían abstenerse todos aquellos a los que no le guste lo extraño o diferente, y es precisamente por ello que ha obtenido su mejor público en festivales como el de Sitges, donde ganó tres premios en el certamen de 2016.