En los años noventa el régimen de Mobutu Sese Seko empezó a resquebrajarse.
«El tercer pilar del estado, el de las finanzas públicas, se desintegró desde 1991, tras la brutal implosión de la sociedad de producción minera Gécamines, principal proveedora de divisas del Tesoro. A partir de entonces, se desencadenó una espiral de hiperinflación, ligada a recursos intempestivos a la “fabricación” de billetes. A partir de ahí, los recursos del país se limitaron a la cosecha de royalties del petróleo, así como a los escasos ingresos públicos que el Estado lograba todavía sacar de la MIBA (diamantes), de las sociedades semipúblicas que explotaban el oro en el este del Zaire (Kilo-Moto y Sominki) y de algunas factorías privadas de compra de oro y diamantes. En total, los ingresos del Estado han rondado durante los últimos años de 150 a 200 millones de dólares, mientras que a finales de la década de 1980 rebasaban los mil millones»[1].
Mientras tanto, la situación en la vecina Ruanda era muy inestable. Desde el poder, se instauró una política de represión y odio hacia la comunidad tutsi que, entre abril y julio de 1994, desembocó en uno de los genocidios más brutales de la historia[2]. Sin embargo, los tutsis no fueron las únicas víctimas del genocidio; también murieron a causa de los machetes miles de hutus[3]. El genocidio fue perpetrado por soldados del ejército ruandés, la gendarmería, así como la Interahamwe y la Impuzamugambi, milicias respaldadas por el gobierno. A mediados de julio el Frente Patriótico Ruandés detuvo el genocidio y se hizo con el poder. El genocidio dejó un total de 3.000.000 de refugiados que cruzaron la frontera de Zaire oriental por temor a las represalias; algunos de ellos eran los propios genocidas. Allí se encontraron con una comunidad de tutsis, los banyamulenge, que se habían asentado en tierras congoleñas desde hacía décadas y que demandaban la anexión de su territorio a Ruanda[4]. Por su parte, el gobierno ruandés, ahora en manos de los tutsis, se introdujo en el Zaire con el objetivo de capturar a los genocidas que suponían una severa amenaza para el país.
En 1996 da comienzo la primera guerra del Congo que tuvo como origen el colapso del régimen de Mobutu y el genocidio de Ruanda. Según Robert Gribbin, embajador de Estados Unidos en Ruanda durante 1994-1998, al no recibir apoyo de la comunidad internacional para detener a los genocidas, Ruanda infiltró de manera clandestina tropas ruandesas capitaneadas por rebeldes zaireños, como Laurent-Désiré Kabila[5]. Así es cómo nació la A.F.D.L.
«Se vio entonces regresar a la superficie a uno de los viejos actores de las rebeliones de 1964-1965, L.-D. Kabila reconvertido desde el final de los años de 1970 en el comercio del oro y el marfil. En septiembre de 1996, teleguiado políticamente por Uganda y Ruanda, se puso a la cabeza de los “rebeldes” tutsi banyamulenge, lo cual confirió a esa nueva “rebelión” un carácter zaireño»[6]. La A.F.D.L, la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo, se rebeló contra el dictador y comenzó su lucha por el poder. Al mismo tiempo, las órdenes recibidas de Ruanda y Uganda eran «limpiar los campos de refugiados»[7]. No sólo eso, «el apoyo tutsi ruandés tenía dos objetivos primordiales: aniquilar al mayor número de hutus y hacerse con el control de la zona de Bukavu»[8].
Bazima Karaha, ministro de exteriores de la A.F.D.L.: «Nosotros, como africanos, era la primera vez que veíamos un genocidio. Esa cultura debía ser eliminada. Pero había un segundo problema: Mobutu era el segundo dictador del mundo. Tenía que irse. […] O sale por la puerta o sale por la ventana»[9].
No obstante, el modo de erradicar la cultura del genocidio fue aplicando las mismas prácticas de los genocidas. La A.F.D.L. atacó los campos de refugiados indiscriminadamente, causando innumerables masacres. El propio Laurent Kabila declaró en una ocasión: «Debemos atacar ese campamento con todas nuestras fuerzas y echar a todo el mundo sin ninguna consideración por la comunidad internacional»[10].
«El comercio clandestino de armas adquirió proporciones insospechadas y todo aquél que podía manejarlas tenía la posibilidad de adquirirlas. Según datos de la UNICEF, Kabila habría reclutado a más de 18 mil jóvenes de menos de 16 años, sobre todo para la ofensiva contra Kinshasa»[11].
Estados Unidos era consciente de la violencia de Kabila y sus tropas.
Dan Simpson: «¿Sabíamos nosotros que la A.F.D.L. estaba masacrando a la gente en los campos y demás? Lo habíamos oído. Teníamos muchas historias sobre eso. Pero también sabíamos que no podíamos hacer absolutamente nada al respecto. No estoy diciendo que deban aceptarse esas cosas, pero no puedes engañarte. Era una guerra»[12].
No sólo eso, la sombra de Estados Unidos llegaba más lejos. Según Peter Erlinder, «en el momento de la invasión del Congo en 1996, el ejército de Ruanda llevaba al menos dos años (quizá más) recibiendo entrenamiento militar de Estados Unidos y los lazos de Kagame con el Pentágono llevaban establecidos desde al menos diez años antes»[13].
«En la primera guerra del Congo apenas hubo combates militares. La CIA conocía de sobra a los generales de Mobutu y antes de atacarlos ya había pactado con ellos la fecha de la rendición de las principales poblaciones»[14].
Durante el avance de la A.F.D.L se calcula que murieron asesinadas más de 200.000 personas. «El Centro Internacional Pro Derechos Humanos publicaba, el 20 de junio del mismo año [1998], un documento en el que se aseguraba que, entre 1996 y 1997, desaparecieron más de 200 mil refugiados, en su mayoría hutus, responsabilizando en la mayor parte de los casos a las tropas de Kabila[15].
La guerra se saldó con 1.500.000 de víctimas en todo el país[16].
El relato de Christian Kilundu, periodista congoleño, sobre lo acontecido en aquellos años es terrorífico «Lo que sé es que en aquella época empezamos a ver cadáveres por las calles y nadie se ocupaba de ellos. La gente se mataba como si nada. Fue entonces cuando el Congo, especialmente en el este, se vino abajo»[17].
En un momento tan crucial, Estados Unidos deja en la estacada al que fue su aliado durante 30 años. «Cuando la Guerra Fría terminó, Mobutu ya no era necesario y Estados Unidos permitió que el Congo se desintegrara»[18].
Peter Roseblum: «Lo más doloroso para la gente implicada en la defensa de los derechos humanos en el Congo durante aquel periodo, en el que éramos bastante optimistas sobre el proceso democrático en el país, fue que el movimiento democrático local fue completamente abandonado. Ellos no implicaron a la oposición, a la iglesia católica ni a otras fuerzas que habían sido importantes y que habrían sido fundamentales para construir una sociedad democrática y que rinde cuentas. Estados Unidos no presionó para que así fuera y no hizo nada para ayudar a que eso sucediera»[19].
El 17 de mayo de 1997 las tropas de la A.F.D.L. toman Kinshasa. Una semana más tarde, Laurent-Désiré Kabila se autoproclama jefe de estado y del gobierno. La República del Zaire cambia su nombre por República Democrática del Congo. Kabila anunció elecciones para 1999 que nunca llegaron a realizarse. En 2001 fue asesinado a tiros en dudosas circunstancias en el Palacio Presidencial[20]. Su hijo, Joseph Kabila, lo sustituyó en sus cargos. A día de hoy, sigue siendo el presidente de la RDC.
[1] Jean-Claude Willame: Congo (ex-Zaire) La implosión del Zaire «legal», en Varios autores: El estado del mundo. Edición 1998. Anuario económico y geopolítico mundial, Ediciones Akal, S. A., Madrid 1997, página 254
[2] Las cifras bailan entre los 300.000 y el millón de víctimas
[3] Yves Engler: La historia del genocidio de Ruanda no tiene héroes canadienses, Umoya, 17 de noviembre de 2017, https://umoya.org/2017/11/17/la-historia-del-genocidio-de-ruanda-no-tiene-heroes-canadienses/
[4] Peter Forbath: El río Congo. Descubrimiento, exploración y explotación del río más dramático de la tierra, Turner Publicaciones S.L. – Fondo de Cultura Económica, Madrid 2002, página 466
[5] Michael Ramsdell: Cuando los elefantes luchan, (2015)
[6] Jean-Claude Willame: Congo (ex-Zaire) La implosión del Zaire «legal», página 248
[7] Ramsdell, Michael, Cuando los elefantes luchan
[8] Peter Forbath: El río Congo. Descubrimiento, exploración y explotación del río más dramático de la tierra, página, 469
[9] Ramsdell, Michael, Cuando los elefantes luchan
[10] Ibídem
[11] Peter Forbath: El río Congo. Descubrimiento, exploración y explotación del río más dramático de la tierra, página, 471
[12] Ramsdell, Michael, Cuando los elefantes luchan
[13] Peter Erlinder: Los aliados de Estados Unidos y del Reino Unido expolian las riquezas del Congo mientras mueren millones de personas. Informe de expertos de Naciones Unidas (2001-2003), 11 de diciembre de 2008, Rebelión, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=77297
[14] José Eugenio Lucas: R. D. del Congo: 20 años de guerras, Umoya, 25 de noviembre de 2016, https://umoya.org/2016/11/25/r-d-del-congo-20-anos-de-guerras/
[15] Peter Forbath: El río Congo. Descubrimiento, exploración y explotación del río más dramático de la tierra, página, 471
[16] Michael Ramsdell: Cuando los elefantes luchan
[17] Ibídem
[18] Ibídem
[19] Ibídem
[20] Para más información sobre el asesinato de Laurent Kabila, recomiendo el documental de Arnaud Zajtman, Murder in Kinshasa, (2011)
Igual que en los anteriores, enhorabuena por el artículo.
Muchas gracias, Alberto!!!