Pumping Iron – Schwarzie salta a la fama

pumping_iron-962915037-largeSi alguien duda del poder de influencia de los documentales, en esta misma página hemos tenido al menos dos claros ejemplos que nos han permitido comprobarlo. El primero sería el The King of Kong (The King of Kong: A Fistful of Quarters, 2007) que trajo una inmensa ola de nuevos jugadores del mítico Donkey Kong que han llevado el récord mundial a nuevas cotas… y que se rumorea que también la producción de una segunda parte del documental. Otro caso sería Searching for Sugar Man (Searching for Sugar Man, 2012) que conllevó una nueva oportunidad para la música de Sixto Rodríguez y, seguramente, la aparición de algún que otro nuevo documental de similar corte.

En el caso de hoy las consecuencias quizá fueron todavía más notorias, pese a que la importancia de Pumping Iron (Pumping Iron, 1977), dirigida por George Butler y Robert Fiore, hoy en día ha quedado bastante difuminada en el tiempo más allá de los círculos del fisioculturismo, en su momento produjo un crecimiento masivo de gimnasios y de la adquisición en los mismos de máquinas y pesas para la musculación de sus abonados, además de crear un nivel de expectación nunca visto antes por esta modalidad. Baste decir que el documental se basa en la competición de Míster Olimpia de 1975, que estaba dotada por entonces con 2.500$, tras años estancado en los 1.000$, y tras el estreno del documental, en enero de 1977, la edición de 1977 sube su premio a 10.000$  y la de 1978 a 15.000$ en una progresión casi continua hasta nuestros tiempos.

Luego está la proyección que consiguieron sus dos protagonistas: Arnold Schwarzenegger y Lou Ferrigno. El segundo sobre todo consiguiendo el papel para la serie televisiva The Hulk, interpretando al propio Hulk o La Masa como la conocíamos por estos lares. Papel, por cierto, que fue inicialmente ofrecido al propio Schwarzenegger, aunque se acabaron decantando por Ferrigno por su mayor estatura. Sin duda, su papel más destacado en toda su carrera. De Arnie poco podemos decir que no se sepa ya, anteriormente había trabajado en esa maravilla de la serie Z que es Hércules en Nueva York (Hercules in New York, 1969) de la que ya dimos cuenta por aquí como se merece, y en El Gran Guardaespaldas (Stay Hungry, 1976) con la que consiguió el Globo de Oro por mejor debut cinematográfico. El mismo año, por cierto, en el que Rocky (Rocky, 1976) conseguía también el Globo de Oro a la mejor película. El mismo año triunfando Schwarzie y Stallone… algún meapilas debe estar llorando todavía a día de hoy.

Algo que creo que nos queda bastante claro es que Pumping Iron llegó en el momento justo, cuando el cine de músculos, el cine de cachas, estaba a punto de estallar y de dominar la taquilla mundial. Al menos, está claro que este documental proporcionó a Schwarzie un empujón que no le había proporcionado Stay Hungry ni Hércules en Nueva York, aunque lo más correcto sería decir que por suerte la segunda permaneció en el anonimato hasta que la fama de Arnold Strong fue demasiado grande como para seguir tapándola…

Como documental es correcto, en principio el enfoque iba a ser muy distinto y trataría de la transformación del actor Bud Cort de tirillas a cachas, entrenando en el mismo gimnasio que Schwarzenegger. Finalmente el propio Bud Cort decidió abandonar la producción y seguramente el documental salió ganando al darle el protagonismo a la rivalidad entre Schwarzie, que por entonces iba a intentar ganar Míster Olimpia por sexta vez consecutiva, y el joven Lou Ferrigno que aspiraba a destronarle y a convertirse en el segundo hombre en derrotar a la montaña austriaca. El único que lo había conseguido hasta entonces, y a la postre el único que lo consiguió jamás, fue el cubano Sergio Oliva.

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Obviando la primera parte del documental, que se centra en la competición de Míster Universo con competidores más del terreno amateur, es en la segunda parte donde nos muestra la típica confrontación antagónica de héroe y villano. El villano Schwarzie, extrovertido, rodeado de bellas mujeres y de compañeros culturistas que le procesan admiración, un ganador nato… y el héroe Ferrigno centrado únicamente en su entrenamiento, con su padre como entrenador y en solitario, sin compañeros ya que su casa es su propio gimnasio. Como Robin de la historia tenemos al italiano Franco Columbu, aparición anecdótica ya que compite en la categoría de peso inferior, así que no se enfrenta ni a Ferrigno ni a su Batman Schwarzie. Para reforzar su papel de villano, se nos muestra a Schwarzie hablando de la guerra psicológica que suele utilizar contra sus rivales o la anécdota del funeral de su padre, al que dice no haber acudido por tener cerca una competición.

Lo demás es la exhibición de músculos que se puede esperar de una competición de este tipo, y que un neófito en la materia, como es mi caso, verá con una ceja arqueada preguntándose una y otra vez cómo narices hacen los jueces para dilucidar un ganador entre tanto morlaco híper vitaminado. Pero lo cierto es que al final siempre gana el mismo, así que algún criterio han de seguir por mucho que no lo entendamos.

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