Yo, de mayor, quiero ser Lucrecia Borgia: la caída de los valores

Estos últimos días mi papá anda frotándose las manos. Ha vuelto a revolver las aguas. La calma, relativa, -porque mi papá dice que en este mundo todo es relativo; lo absoluto sólo de puertas afuera-, ha desaparecido. No sólo se vuelve a hablar de ello, sino que el pueblo ha pasado a la acción.

Comenta que algunos hablan del origen de todo esto, que todo esto, la violencia, podría haberse evitado si se hubiese dejado a la gente decidir. Mi papá y yo nos reímos, porque sabemos de buena tinta que fue idea suya y que la plebe poco margen de decisión iba a tener. Básicamente, porque se apartó a la mitad del pastel desde el principio. Pero a nadie pareció importarle que la campaña entera -que aún hoy dura y va para largo, ¡qué ilu!-, que la campaña entera, digo, cojease. En ningún momento se hizo campaña por el no, y eso que se clamaba todo el tiempo por la democracia… En las sobremesas mi abuelito decía que le recordaba los tiempos dulces del señor general, pero, bueno, papá dice que exagera, que el abuelo anda senil.

Ahora bien, para mí, lo mejor de todo es la realización de la caída de los valores que anunciaba el loco ése de Nietzsche. Al consejero de mi papá se le ocurrió la brillante idea de llamar «huelga» al cierre patronal, lo mismo que utilizar la huelga para convocar movilizaciones que nada tienen que ver con los derechos de los trabajadores, y así se ha ido haciendo. Lo curioso es que a nadie parece molestarle el matiz. Nadie se ha dado cuenta, ni siquiera los medios de comunicación que reiteran una y otra vez el término «huelga», al informar. Algunas noches, cuando mi papá ya lleva un par de copas de más, lo oigo exclamar en su despacho: «¡Hemos matado dos pájaros de un tiro!: ¡agitar el espíritu del pueblo para que se movilice por nuestros propios intereses! y, al mismo tiempo, ¡¡¡denigrar a la mano de obra, arrebatándoles su arma más poderosa!!!».

En fin, que la caída de los valores nos viene que ni pintada.

Extracto del diario de una niña de siete años con aspiraciones muy altas.