“Se acerca una era de barbarie,
la ciencia la servirá”.
Friederich Nietzsche
Plan 9 del espacio exterior (Plan 9: from Outer Space, 1959) de Edward Wood Jr. pasó de ser considerada como la peor película de la historia a convertirse en un filme de culto. Se ha dicho, de hecho, que no se trata de la peor película de la historia, sino de la mejor del peor director. Él mismo manifestó que el filme significaba su alegría y su orgullo. Dejando a un lado fallos y chapuzas inherentes al filme, como los cambios de luz en una misma secuencia, las tumbas de cartón piedra que se balancean cuando los actores pasan, el vestuario del extraterrestre comandante que parece sacado de una película ambientada en la Edad Media y los decorados propios de una feria, el filme cuenta con planos magníficos como el de la zombi Vampira deambulando por el cementerio o el del renacimiento del ex campeón de lucha libre, Tor Johnson, en su tumba.
Si bien el guión original giraba en torno a unos usurpadores de tumbas, Wood terminó por incluir la aparición de unos extraterrestres, cuyo propósito se asentaba en la salvación del universo. Los extraterrestres de Plan 9 se muestran ambivalentes en su relación con el ser humano. Por un lado, intentan en un primer momento tomar contacto con éstos para alertarles del peligro que entraña una técnica que avanza a pasos agigantados y se presenta cada vez más devastadora. Por otro lado, suponen una amenaza para la humanidad, puesto que ante el rechazo de ésta, pretenden aniquilarla en defensa propia.
Pese a que el argumento del filme rebosa incongruencias por doquier, por ejemplo, en un primer momento los humanos utilizan un aparato traductor para descifrar el mensaje de los alienígenas y más tarde en su encuentro con éstos pueden comunicarse con ellos perfectamente sin necesidad ésta, plantea un problema crucial de la filosofía contemporánea: el poder que ha alcanzado el ser humano gracias al vertiginoso desarrollo de la ciencia y la técnica. Dialéctica de la Ilustración de Max Horkheimer y T. W. Adorno parte de la tesis de que la Ilustración, es decir, la razón, se halla pervertida desde sus comienzos, puesto que el hombre la utilizó no para alcanzar la felicidad del conocimiento, sino para liberarse del miedo ante la naturaleza y los mismos hombres. La Ilustración se transformó en un desmesurado afán de poder. El filme constata la tesis. Los humanos localizan el ovni, donde se hallan los extraterrestres y consiguen adentrarse en éste. En su encuentro los alienígenas exponen el motivo de su visita, alertándoles del peligro del avance de una técnica orientada hacia la destrucción, que tiene como cúspide la bomba solar y que representaría la destrucción del universo. Sin embargo, el piloto replica que la nación que poseyera un arma tal, se convertiría en la más poderosa del mundo. El extraterrestre entra en cólera: “Mentes estúpidas”, “cabezota”, “violento”, “sin uso de la mente que dios te otorgó”.
Ahora bien, los alienígenas poseen la bomba desde hace tiempo. La poseen sin hacer uso de ella. La espada de Damocles pende asimismo sobre sus cabezas, puesto que el conocimiento puede desembocar en acción. Hans Jonas profundiza sobre esta probabilidad en su ensayo sobre ética para la civilización tecnológica El principio de responsabilidad, donde parte de la siguiente tesis: “La promesa de la técnica moderna se ha convertido en una amenaza”, capaz de acabar con la vida en la Tierra. Ante este peligro Jonas apela al principio de responsabilidad y de la ignorancia, es decir, a la toma de conciencia del poder destructivo del ser humano, que hace peligrar su misma existencia y la de las generaciones venideras; y a la renuncia a dicho poder en aras de una vida humana digna y un entorno preservado.
Después de 60 años de que Plan 9 fuera rodada seguimos empeñados en lograr el mismo poder autodestructivo. Quizá debamos aguardar la visita de unos extraterrestres que nos alerten del peligro inherente a nuestra naturaleza. Esperemos que cuenten con un mejor plan.