La Mina. Arte a la sombra de Camarón (III)

Manuel Fernández Cortés es vicesecretario de la entidad y concejal independiente del Ayuntamiento de San Adrián. Dice que hay problemas sociales, culturales, laborales, urbanísticos, «que exigen una remodelación del barrio. Hay un nivel de paro y absentismo importante». Fernández Cortés tiene esperanzas de un futuro mejor para La Mina con la creación de un nuevo barrio, el Fórum de las Culturas y Diagonal Mar, «aunque este proyecto es cuestión de una generación».

«Esta asociación nació con los ayuntamientos democráticos constituidos con diversos fines que se pueden resumir diciendo que vamos a preservar el hecho cultural genuinamente gitano, porque los gitanos tenemos una sensibilidad especial para todas las artes. La Mina tiene mucho que descubrir todavía. La entidad está preservando, luchando, trabajando en lo que es el arte en su globalidad. Esto es un santuario del arte. Por lo que se refiere al flamenco, sale por los poros del barrio. Nuestros artistas hacen patria de este barrio. Nunca se han avergonzado de vivir en La Mina».

Con el barrio nació también en el bloque «Levante», el Centro Cultural Gitano de La Mina. «Lo fundamos un grupo de vecinos del Campo de la Bota, que nos reuníamos en el barl “Los andaluces”. Fue el primer centro oficial gitano de España», recuerda Manuel Heredia Soto, hermano de Ramón, el primer presidente.

Allí pasamos varias tardes, hasta el anochecer, descubriendo la riqueza de la cultura gitana, esa desconocida. La Ronda del Litoral y la autopista sobrevuelan e iluminan La Mina. Hablamos con sus gitanos principales: los dirigentes y los artistas, hasta concluir con un payo bien plantado exjugador de baloncesto: Jesús María Cangas, el alcalde. En el Centro, conocimos las diversas actividades sociales y artísticas que, a título de voluntariado vienen realizando desde hace veinte años estos hombres que parecen extraídos de El Romancero Gitano.

Rafael Perona, dice que es «la primera asociación gitana del territorio español, que nació en 1978 como consecuencia de las inquietudes de un grupo de gitanos y payos del Campo de la Bota, auspiciados por otra asociación eclesial, que de alguna manera había hecho oposición al régimen franquista. Siempre contamos con el apoyo, por lo menos moral, del ayuntamiento de San Adrián y también del de Barcelona. Fuimos unos pocos, sin experiencia asociacionista porque no había precedentes. Este centro nace con la Constitución y los gitanos intuimos el cambio que debíamos aprovechar. Queríamos reivindicar toda la cultura gitana, sin dejar de lado el asistencialismo porque el pueblo gitano tiene unas necesidades sociales que había que atender y hacer de puente entre aquellos organismos públicos que dejan un poco de lado las necesidades del pueblo gitano. Hay que reconocer que hemos recibido apoyos de la Generalitat, del Ayuntamiento de San Adrián y del Ministerio de Asuntos Sociales. A pesar de ello hay una ignorancia y un desinterés oficial por conocer las necesidades del pueblo gitano, aunque hay personas concretas que se han volcado en la problemática de esta minoría étnica, como el alcalde Jesús María Cangas, “Sito”, con el que tenemos muy buena comunicación».

Dice Perona que hoy día las cosas han cambiado, pero que los gitanos siguen teniendo problemas, «porque hay un índice de analfabetismo bastante importante».

El Centro Cultural Gitano de La Mina expide carnets de conducir para neolectores, imparte clases de cerámica, talla de madera y en el aspecto artístico organiza el concurso de cante flamenco, un evento cultural importante a nivel autonómico y nacional. Perona destaca sobre todo la labor de prevención juvenil que está haciendo la asociación. «En el Centro se reúnen los gitanos y reciben enseñanzas culturales y motivaciones personales. Si no fuera por esta asociación los chicos perderían el tiempo en los bares y en otros sitios haciendo cualquier cosa. En La Mina se han formado grupos como “Potaje” y “Fantasía”, con artistas de La Mina y San Roque, gente con muchas inquietudes, hijos de familias relacionadas con el mundo del flamenco porque son gitanos, pero que tienen otras referencias musicales como pueden ser el jazz, el blues y han seguido un poco el camino de Ketama o Pata Negra, pero con sello propio».

El flamenco forma parte de la cultura de Rafael Perona, otro de los cantaores amateurs de La Mina, nacido en Andújar. «Linares era el Jerez de la provincia de Jaén». En su familia hubo tocadoes, bailaores y cantaores, de los que ha heredado su afición al flamenco. «Profesionalmente no me he dedicado porque con el cante flamenco se come poco, aunque he cantado con Pansequito en el Gran Casino de Ginebra. Me gusta la investigación, me gusta la ortodoxia, no estoy cerrado a las nuevas formas del flamenco en la música-fusión. Me gustan los heterodoxos que conocen la ortodoxia. Soy un enamorado de Manuel Torre, de Agujetas, de Camarón de la Isla, de José Mercé, me encanta El Chocolate y mi labor social es decirle al mundo que el cante flamenco es algo que en nuestros orígenes fue gitano y luego fruto de un mestizaje porque hubo payos que aportaron mucho al cante flamenco, pero que los gitanos hemos dicho mucho, tenemos mucho que decir y diremos mucho en lo que a cante flamenco se refiere».