“Oasis” de Lee Chang-dong

Al Dani que conocí en Barcelona- por si todavía estás por ahí. 

Vamos a terminar el año con algo precioso.

Existen dos tipos de personas maravillosas en este mundo, ambas una excepción. Las primeras son artistas: crean de la nada un regalo único que ofrecen a la humanidad de forma desinteresada. Las segundas son aquellas que viven en el sentido más pleno de la expresión “vivir” y no sólo eso, sino que acercan la vida a otras personas.

Todo está enfangado… Todo es egoísmo… Todo es feo, hueco y de plástico… De ahí el desconcierto al toparnos con un oasis. Una se pregunta: ¿es esto real o el producto de mi imaginación? Y es que con los oasis pasa lo mismo que con los genios, no se reconocen a primera vista.

La presentación que hace Lee Chang-dong de Hong Jong-du, uno de los dos protagonistas de Oasis es magistral. El personaje aparece en la calle, esperando un autobús. Está inquieto, va vestido de forma desastrada y no para de sorberse la nariz. Da grima. Se acerca a las gentes sin educación y ni el más mínimo atisbo del conocimiento las reglas sociales. Parece retrasado, algo.

Ella, en cambio… se presenta de una forma poética, tanto que roza lo sensiblero pero sin llegar a cruzar la línea. Un pequeño apartamento de un bloque de los suburbios. Una paloma blanca revolotea por la habitación. A ojos del espectador está mal hecha, un efecto especial deficiente a estas alturas de la historia del cine y de la tecnología. Pero entonces la paloma se convierte en el reflejo proyectado desde un espejo con el que está jugando Han Gong-ju. Eso es lo que ronda por la cabeza a esta chica con parálisis cerebral.

[Acudí por segunda vez a ver Oasis a la Filmoteca de Barcelona, la proyectaban dentro del Ciclo de Cine Coreano que organizaba Cine Asia. Desde hacía tiempo deseaba ver esta película, porque a pesar de que la única referencia que tenía de ella era un fragmento comentado que aparecía en Historia del cine, una odisea, supe desde el primer momento que iba a ser una joya. ¿Y cómo lo sabía? Porque si algo me ha dado la naturaleza, el destino o mi madre, es intuición. Es lo único que tengo, la cosa más inútil de este mundo, pero para contemplar el arte, ¡va divino!

– ¡Al grano!

… resulta que en la segunda proyección me encuentro con Rosa, una chica del curso de historia del cine coreano que estaba visitando. Venía con sus amigas y estuve hablando con ellas. Les conté que ya había visto la película en la primera proyección, y que repetía porque era maravillosa. Les dije una y otra vez: “Es tan bonita, tan bonita…”.

Nos sentamos por separado porque la sala estaba llena. Y empezó la película. Mientras la contemplaba de nuevo, cuando ya llevaba un rato, solté una carcajada. Pensé: “¡Madre mía, pero qué dura es esta película! Estas chicas deben estar pensando que estoy loca”.

¿Cómo puede ser hermosa una historia de amor que comienza con una violación? ¿Cómo puede tener lugar siquiera? Muy simple, dando una segunda oportunidad. Viendo al otro, sus claroscuros, percibiendo su complejidad, su humanidad.

Lee Chang-dong muestra la vida en su aspecto más crudo, especialmente porque lo hace desde lo tangencial, desde la perspectiva de personajes abocados a la marginalidad, -y no hace falta siquiera sugerir que el director está hablando aquí no sólo de los discapacitados, sino de los outsiders, rechazados una y otra vez por la sociedad a causa de su diferencia, de su especificidad-.

Los dos protagonistas se enfrentan a un entorno que se niega a verlos como a iguales, es más, como a personas. Según la sociedad son seres inferiores, disminuidos, merecedores de lástima pero no de amor. La escena en la que Jong-duy Gong-juson sorprendidos manteniendo relaciones sexuales es sumamente brutal. La familia de ella asume, de inmediato, sin la menor duda, que ella está siendo violada; una chica con parálisis mental no puede ser objeto de deseo.

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Oasis bien podría ser un filme neorrealista italiano. El texto es mínimo. Lo humano, en su punto álgido. Un contexto social precario no sólo desde un punto de vista económico, sino moral, vital, que constriñe a los protagonistas. Los oasis no están aislados, habitan en constante contacto con un entorno hostil, corto de miras e inhumano, prácticamente infranqueable. De ahí su fragilidad y su belleza. Son un refugio donde se cobijan algunas personas libres de prejuicios, personas inocentes como niños pero con la fortaleza de un león.

Ven aquí, dame tu mano. Es verdad, nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque estamos habituados a amar.